Sky Roden, no hay mucho que decir, es simplemente ella. Sin querer se verá envuelta en oscuros secretos, que pondrá en peligro su futuro.
-Eres mía, amore. -Susurró en su oído con voz ronca, sosteniendo fuertemente su cintura y apegándose a ella. E...
Estábamos recostados en el verde Prado del inmenso bosque. Veíamos el cielo y respirábamos el aire puro que trasmitía el lugar. Una sensación extraña se alojaba en mi estómago la cual decidía ignorar.
Por momentos, girábamos nuestros rostros para vernos fijamente. Tyler no quitaba la sonrisa de su rostro y yo aún seguía sonrojada por los besos que nos dimos.
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—¿En que piensas, encanto? –Susurró él con voz aterciopelada, jugaba con los dedos de mis manos y los entrelazaba con los suyos.
Era una sensación bastante agradable, debía admitir que me gustaba estar en su compañía.
—En nada importante, solo...–Relamí mis labios y miré hacia el cielo nuevamente. —Es extraño todo esto ¿sabes? no encuentro explicación alguna para sentirme tan bien contigo...–Susurré en un tono casi audible la última frase, nunca me ha gustado admitir mis sentimientos, y aunque Tyler me estaba demostrando que puede llegar a ser un gran chico, no podía confiar, no aún.
Seguramente será solo cuestión de tiempo para confiar en él, y claro esta, que él no vuelva a ser el cavernícola que era cuando estaba celoso.
—No hay explicaciones, simplemente tienes que saber que somos el uno para el otro. —Giró su cuerpo y se acercó más a mi.
Acariciaba mi mejilla con suma delicadeza y no quitaba la vista de mis ojos, yo tampoco lo hacía.
—Eres muy especial para mi, Sky, y como dije antes, quiero hacer las cosas bien contigo, quiero que confíes en mi. –Susurró cerca de mis labios y dejó un pequeño beso en este.
Y si, él me había pedido perdón por su comportamiento los días pasados, dijo que intentaría controlarse y esperaba que en verdad lo cumpla.
Por otro lado no podía alejarlo de mi, por primera vez en mucho tiempo sentía que estaba haciendo lo correcto, no podía resistirme a la sensación de estar junto a él.
—Yo...yo...estoy dispuesta a aprender a confiar en ti, solo, solo no me defraudes, nunca. –Sentí el impulso de abrazarlo y lo hice.
Era la sensación más grata que mi cuerpo pudo experimentar, estar en sus brazos era como estar en las nubes.
Y no, aún no estoy enamorada, pero como van las cosas hasta ahora, dudo que pase mucho tiempo para estarlo.
Estábamos en la puerta de mi casa, ya era muy tarde y él aún no quería irse, su actitud de niño me causaba gracia.
—Encanto, ¿Acaso no me vas a extrañar cuando me vaya? –Hizo un puchero, el cual se le vio tan tierno, para ese aspecto de chico malo.
—No seas melodramático, Tyler, nos veremos mañana en la universidad. –Deje un beso en su mejilla y justo cuando me separé de él la puerta de mi casa se abrió.
