Lágrimas.

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Ya habían pasado 2 días desde que Klaus se encontraba en uno de los internados más prestigiosos de Estados Unidos, la mayoría de los alumnos estaban en sus casas, junto con sus padres, ya que eran las vacaciones de diciembre, pero algunos todavía rondaban por las instalaciones del lugar, argumentando que sus padres no podrían ir por ellos y ese tipo de idioteces, los pobres trataban de ocultar la indiferencia de sus familiares, era realmente patético.

Su tristeza se había transformado en un creciente odio, hacia sus padres, hacia su hermano y a todos en general, los pocos alumnos que estaban en el internado habían aprendido a no meterse con él, nadie quería enfrentar la furia de ese misterioso chico.

Aunque fuera ciego su capacidad para dañar era muy grande, sus palabras eran hirientes y reflejaban la verdad de una forma retorcida, en algunos casos lo habían atacado pero no contaban con que Klaus tenía sus otros sentidos muy desarrollados, terminaban en el suelo y con la humillación de que un ciego los había golpeado.

Había algo que le gustaba de ese lugar, no tendría que escuchar las indeseables voces de su familia, si es que se le podía llamar familia a esos monstruos.

Día a día se repetía que estar ahí era lo mejor, había salvado a Yunuen de lo que sea que había maquinado George, pero después escuchaba el dolor en la voz de su amiga, sus sollozos, en ese momento la ira lo invadía, un sentimiento asesino se instalaba en su pecho tan profundamente que sentía miedo de cometer una locura.

Ese odio, esas ganas de matar eran impropias de él, a veces creía que perdía el control, es como si tuviera a otra persona dentro de él, una más oscura y maligna.

"Quizá sea tu verdadera personalidad"

Ese pensamiento lo hizo estremecer, no quería ser malo, pero la tentación seguía ahí, esas 2 últimas noches se había dormido con ese pensamiento, ¿Y si ya no luchaba?

Para él sería más fácil dejarse llevar, pero luego recapacitaba y alejaba esas ideas de su cabeza.

Klaus se estaba alistando para salir, estar en esa habitación lo incomodaba, se sentía observado.

La ropa que llevaba era abrigadora, no sabía de qué color eran pero de algo estaba seguro, no se vería ridículo, la muchacha que se la vendió escogió ropa de colores opacos y oscuros.

Al salir del edificio que correspondía a los varones, el aire gélido lo golpeó, sentía como la piel le picaba, el frío era demasiado fuerte, odiaba esa sensación.

Por el momento sólo tenía memorizada una ruta, pero sabía que pronto tendría muchas más.

Llevó sus manos a los bolsillos de su chaqueta, no quería tener los dedos azules de frío, siguió caminando, sin pensar en nada, disfrutando de los sonidos del ambiente.

Klaus frunció el ceño al notar un leve gemido, parecía que alguien estaba llorando, un llanto desgarrador que logró llamar su atención.

Poco a poco y con cuidado de no caerse se acercó hacia donde escuchaba el llanto.

-¿Quién está ahí?- Preguntó lo primero que se le vino a la mente.

-

Odiaba su vida, nadie la quería, la habían refundido en ese ostentoso internado para no tener que verla, no entendía a su madre, ¿Cómo era posible que un hombre la cambiara tanto?

Se sentía tan inútil, estaba llegando a pensar que quizá lo que su madre le dijo era verdad, no servía para nada.

Ni siquiera le creyó cuando le dijo que Bob, ese maldito hombre, la había violado, su madre no le hizo caso, lo tomó como un intento más de separarlos.

Cazadores de VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora