Los vampiros miraron a Darwel temerosos, él jamás se presentaba a las sesiones de entrenamiento, los recién convertidos eran entrenados por sirvientes menores, tener a la mano derecha de Lilith allí los ponía nerviosos, por no decir aterrados, se mantuvo callado por unos instantes, sus ojos rojos se paseaban por los novatos.
-Nathan y Luke.
La potente voz del vampiro hizo brincar a unos cuantos, inmediatamente los mencionados aparecieron frente al pequeño grupo de vampiros, se miraron un instante y luego sus ojos se posaron sobre Darwel, pero sólo alcanzaron a ver su espalda, lo siguieron por inercia, no sabían qué sucedía.
Jamás habían cruzado palabra, Nathan era reservado, prudente y muy serio, Luke lo consideraba aburrido, desde su punto de vista parecía un anciano amargado, en muchas ocasiones lo había pillado mirándolo con desaprobación, quería decir algo para aligerar el ambiente pero su boca se mantenía sellada, irritar a Darwel no estaba en sus planes, verlo todavía le traía recuerdos perturbadores.
Los condujo a uno de los jardines de la mansión, era el más pequeño y oculto de todos, Darwel lo consideraba perfecto para sus actividades, caminaba a paso humano, le gustaba tomarse su tiempo, aunque no más del necesario.
Al llegar a su destino se detuvo, volteó un poco y los miró desde su gran altura, ambos tenían potencial, todos los vampiros que habían dejado atrás lo tenían, pero por el momento sólo necesitaba dos, si llegaban a fallar o morir mientras estuvieran bajo su tutela simplemente escogería a otros.
El jardín se encontraba cerca del bosque, oscuro y rodeado de árboles gigantescos, no había flores, pero los pocos arbustos que adornaban el lugar se veían cuidados, todo allí era serio, daba esa impresión.
-Serán mis aprendices -les comunicó-, si alguno no desea que lo entrene puede decírmelo ahora, cuando empecemos no habrá marcha atrás.
Pocos vampiros habían sido entrenados por él, tal vez dos o tres, aunque ninguno de ellos vivía, Darwel no lo permitió.
Nathan negó con suavidad, tener a un antiguo como maestro era lo mejor que podía pasarle, sería duro, doloroso, pero estaba más que dispuesto, Darwel poseía conocimientos valiosos, entendía que lo hubiese escogido a él, sus personalidades eran similares, pero Luke, ese inmaduro, no podría seguirle el ritmo al vampiro mayor, hizo una mueca, estaba subestimando a su compañero y eso siempre acababa mal, mejor observaría y callaría.
-Excelente, empezaremos ahora -desapareció por un segundo y al volver traía consigo unas cuchillas medianas, resplandecían cuando las movían-. Aprenderán a controlar el dolor, utilizarlo cuando sea necesario y suprimirlo en los momentos adecuados.
Sin que lo esperaran Darwel apareció detrás de ellos y clavó los afiliados objetos en sus costillas, el ardor logró ponerlos de rodillas.
-Levántense -les ordenó-, pelearán contra mi, debo saber que tan ágiles son.
La sangre oscura que salía de los costados de Nathan y Luke poco a poco comenzó a humedecer su ropa.
-Si alguno de ustedes retira el cuchillo de su cuerpo le arrancaré las piernas -murmuró tranquilo, esa pasividad le recordó a Luke sus días en compañía del vampiro, jamás se alteraba, era escalofriante-, aún con el pequeño obstáculo que les puse deberían poder pelear sin problemas, la mentalidad humana es mediocre, ahora son vampiros, piensen y actúen como tales.
Con piernas temblorosas y un par de maldiciones se levantaron, sentían el filo perforando tejidos y músculos, cada vez que se movían las punzadas aumentaban, pero eso no importó, las palabras de Darwel parecían alentarlos, no estaban dispuestos a ser débiles.