Primera Noche

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Klaus esperaba sentado la llegada de los súbditos de su madre, mantenía la expresión neutra en su rostro aunque por dentro la ansiedad lo estuviera matando, al fin era libre, ya no era esclavo de las emociones de su pantalla, ya no sentía dolor ni tristeza al recordar a su "familia", ahora los veía como una fuente más de alimento.

Madison pronto estaría con él, una sensación placentera lo recorría cada vez que pensaba en lo que haría con ella, lo único que él sabía era que disfrutaría mucho con ella.

Su madre, Lilith, había mandado a 3 de sus vampiros más confiables a buscar a su novia, después lo dejó solo para que se acostumbrara a su nueva condición, seguía en la biblioteca, rodeado de libros y silencio, desde donde estaba podía percibir cómo algunos vampiros trataban de verlo por las ventanas, asomaban sus cabezas para ver al próximo heredero de la raza vampírica.

Le gustaba.

Ser objeto de la curiosidad y la veneración lo hacía sentirse muy bien, completo.

Estar solo lo ayudaba a pensar, pronto tendría toda su fuerza, su venganza sería lenta y sin prisas, prefería esperar y dejar que las cosas fluyeran, no había nada más satisfactorio que ver cómo tus enemigos caen.

Escuchó el sonido de unos nudillos al tocar la puerta.

-Señor, la Srita. Graham está aquí- La voz estaba amortiguada por la puerta pero la oyó claramente, una mujer.

Inhaló profundamente y el suave olor de Madison hizo que sonriera, ya estaba aquí.

Abrió la puerta y encontró a una pequeña vampira que lo miraba embobada, parecía nerviosa, eso logró que su sonrisa se expandiera más.

-Llévenla a la habitación donde estaba yo- Le dijo mirándola divertido.

-Sí, señor, se hará como usted diga- Dio la media vuelta y desapareció en el pasillo.

Todavía contemplaba el pasillo cuando escuchó un carraspeo a su izquierda.

-Mi amor, debes tener cuidado, ella es humana- Lilith le habló con voz maternal, cargada de cariño- Detente cuando sea necesario.

Klaus asintió, sabiendo que se refería al descontrol por la sangre y... a otra cosa.

-No te preocupes, jamás le haría daño- Tomó la pálida mano de su madre y la besó.

-Procuren no gritar tanto, ¿eh?- Alzó sus perfectas cejas provocativamente.

-No te prometo nada- Sonrió maliciosamente y los hoyuelos en sus mejillas se marcaron.

-Anda, tu damisela te espera- Lo apuró y negó con la cabeza.

Klaus le volvió a sonreír y se alejó caminando.

Mientras más se acercaba a la habitación el olor se hacía más fuerte, era tan dulce y embriagador.

Paró delante de una gran puerta oscura, suspiró y abrió la puerta.

~*~*~*

Estaba terriblemente nerviosa, un sudor frío le recorría el cuello, no sabía donde se encontraba ni siquiera sabía porqué estaba allí.

A mitad de la madrugada, mientras su sueño era más pesado, alguien había entrado a su habitación, despertó cuando sintió como le tapaban la boca para que no gritara.

Una gran sombra la cubría, no podía identificar quién era.

-No grites, te llevaremos con Klaus- Le había dicho la sombra- Él nos envió a buscarte.

Cazadores de VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora