Klaus sintió como Madison se movía entre sus brazos, estaba dormida, pero aún así no se quedaba quieta, su espalda estaba recostada contra la cabecera de la cama mientras Madison lo abrazaba por el torso y apoyaba la cabeza en su pecho, la miró, su rostro mostraba tanta paz, no pudo evitar acariciar su mejilla, el sol pronto aparecería y ella tendría que irse, el plan que había pensado era muy complejo, todo tenía que salir a la perfección.
Habían estado tan absortos disfrutando que ni cuenta se dieron del yeso en el brazo de Madison, con mucho cuidado se levantó de la cama, sin despertarla, buscó sus pantalones y se los puso, tenía que preparar las cosas para que todo comenzara.
Antes de salir de la habitación volvió a mirar a Madison, ahora con la sangre de ella corriendo por sus venas se sentía más fuerte, era algo extraño pero no le importaba, cerró la puerta y caminó por los pasillos, no sabía dónde estaba su madre y la necesitaba.
Tantas cosas ocupaban su mente, muchas personas lo habían herido y tendrían que pagarlo. El primero en su lista era el padrastro de Madison, ese bastardo suplicaría por morir. Si dañaban a Madison lo dañaban a él.
Alguien carraspeó a su derecha sacándolo de sus pensamientos.
-Señor, si busca a su madre, ella lo espera en la sala de trono- Era la misma chica que lo había visto matar por primera vez- Sígame, por favor.
Empezó a caminar con gracia, parecía que ni siquiera tocaba el suelo, Klaus tenía curiosidad, ella había estado junto a su madre mientras se alimentaba y no sabía su nombre.
-¿Cómo te llamas?- La pregunta la sorprendió mucho, se giró para verlo y el aliento la abandonó, era tan hermoso, tan... perfecto.
Estaba tan absorta viéndolo que se olvidó de contestar la pregunta, Klaus frunció el ceño y ella rápidamente, muerta de vergüenza, le contestó.
-Mi nombre es Lisha, señor- Respondió nerviosa, dio media vuelta y siguió caminando.
-Bonito nombre- Escuchó que decía, una sonrisa tonta se instaló en su rostro, el príncipe había dicho que su nombre era bonito, si hubiera podido se habría sonrojado.
-Gra... Gracias, señor- Lisha sabía que ya estaban cerca pero no quería llegar, aunque en esos momentos no tuvieran contacto visual la presencia de Klaus llenaba todo el espacio.
Klaus pudo percibir a Lilith, guiado por su instinto caminó con rapidez y pasó a Lisha, llegó a unas enormes puertas de madera tallada, sin pensarlo abrió las puertas y entró.
Estaba en una especie de sala pero no había muebles, sólo una gigantesca silla dorada con toques rojos, allí estaba su madre, sentada con elegancia y bebiendo una copa con sangre, al verlo sonrió.
-Parece que estás despertando mucho más rápido de lo que creía- Dejó la copa en manos de un vampiro que se encontraba detrás de ella y se dirigió hasta donde estaba Klaus.
El vestido negro que llevaba la hacía verse como algo completamente irreal, Lilith parecía una visión, cualquier humano que la viera se arrodillaría a sus pies sin pensarlo.
-¿Qué sucede, cariño? Te noto inquieto-
-Creo que empezaré con mi venganza ahora- Sonrió con malicia- Y necesito que me cuentes todo lo relacionado con mi "familia", hay algo que no me cuadra respecto a ellos.
El rostro de Lilith se ensombreció, su hijo no sabía que los Blackford eran Cazadores y que eran los más famosos junto con los Castle, ahora ya no sabía que esperar de Klaus, su despertar como vampiro también había activado su parte cruel e insensible.