23. Travesía

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Tenemos viento suficiente para movernos y el barco navega a buena velocidad.

-Vamos ciñendo el viento, así que nuestra trayectoria no es directa y tendremos que dar un rodeo para ir a Isla Guble. Tardaremos un poco más de lo habitual, pero llegaremos -me explica el roisa con mucha paz y tranquilidad-. Ven conmigo -indica a la vez que me hace un gesto con los brazos para que le siga-. Contramaestre, toma el timón. Mantén rumbo. Estaré en el camarote -le ordena con suavidad a una mujer que estaba al lado del timón a un metro de distancia de nosotros.

Llegamos hasta el camarote, estancia que se encuentra justo debajo de donde estábamos. El roisa abre una puerta doble gigantesca y pese a su tamaño, consigue pasar por completo hacia el interior. Es posible que las inmensas dimensiones de este barco se deban a que es el único que este amable ser podría practicar.

-Fíjate -señala. Me inclino sobre un mapa extendido que reposa en la mesa del interior-. Mira, ¿ves estos dos cabos? He tomado una demora de sesenta grados con Cabo Primero y otra de ciento veinte con Cabo Romero. Estamos exactamente aquí -indica dibujando dos líneas que se cruzan en un punto.

-El viento viene más o menos desde esta dirección -continúa su explicación señalando en el mapa-

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-El viento viene más o menos desde esta dirección -continúa su explicación señalando en el mapa-. Lamentablemente, su dirección no es la más favorable que podríamos tener, pero es un viento bastante fuerte. Podremos llegar sin mucho problema aunque tendremos que hacer una travesía un poco más larga. Para aprovechar nuestra ruta, atracaremos en el puerto Oeste de la isla.

-¿Cuánto tiempo nos llevará el viaje? -pregunto. El capitán se queda un momento pensando y contesta.

-Alrededor de siete horas. La estimación inicial era de cuatro, pero el viento ha cambiado de dirección.

-¡Genial! -contesto. Ya queda menos para poder encontrar al caballero. La verdad, lo echo mucho de menos.

El roisa abandona el camarote despacio, invitándome con una rama-mano a que le acompañe. Salgo a su lado y empezamos a caminar a lo largo del barco. Bueno, camino yo, él se desplaza en su cochecito con ruedas. Sonrío mientras observo su suave desplazamiento, es casi mágico ver moverse el enorme árbol sobre un carrito tan breve en tamaño.

-¿Has estado alguna vez allí? -pregunta-. Es zona de piratas, puede ser algo peligroso y tú no tienes pinta de pirata.

-No... Nunca he estado. -Omito tener que decirle que nunca he estado en ningún sitio... como este.

-Es importante que sepas -explica pausadamente- que en Isla Guble rigen una serie de normas. ¿Sabes algo acerca del Código?

-No -contesto brevemente.

-El Código Pirata es la Ley Pirata de Isla Guble. Los piratas viven al margen de la ley, pero sí tienen sus propias leyes. Por lo general, suelen cumplirlas. Es una especie de código de honor, por lo que algunas normas son muy importantes para ellos.

-Los piratas de donde yo vengo no tienen reglas. ¿Cuáles son esas leyes? -inquiero.

-¿En serio? -pregunta extrañado-. ¡Vaya unos piratas más desorganizados! -sentencia-. No conozco muy bien El Código. No soy pirata. Pero te puedo contar varias cosas -hace una pausa-. La primera de ellas es que los piratas, por lo general, no abordan a otros piratas. Es algo que está muy bien visto. Puede ocurrir por alguna rencilla que tengan pendiente o algo así, pero no es algo que suelan hacer. Si ocurre, lo normal es que otros piratas les pidan explicaciones o lo acaben denunciando al sindicato pirata.

El sol calienta mucho en medio del mar. Creo que me estoy quemando toda la cara. Puede que tenga fuertes brazos pero mi suave piel es muy delicada como para tanta luz. Mi camiseta se compone de distintas capas holgadas superpuestas, así que cojo una de sus partes y me la coloco a sobre la cabeza, buscando un poco de sombra. El roisa, consciente de mi situación, continúa con su explicación mientras pone sobre mí una de sus grandes ramas para protegerme del sol.

-La Isla de Guble, siempre tuvo de un modo u otro un líder. Los piratas de Guble forman sus propias flotas, y este líder no significa que sea el pirata al que todos obedezcan. Como piratas que son, van por libre. Sin embargo, el líder es alguien a quien respetan mucho.

-¿Cómo se elige al líder a alguien dentro de Guble?

-Lo desconozco por completo. Creo que es una cuestión de respeto. Quizás por algún tipo de acto que le hace ganarse el respeto de todos los demás. -El roisa toma un breve descanso. Después, continúa.

-Independientemente de ello, es buena idea llevarse bien con el líder. Si alguien tiene un problema con otro pirata y el líder intermedia, por lo general, el conflicto no va a más. Es como un pacto de honor no hablado. Si el líder te respeta, el resto de los piratas te respetan, aunque hayan tenido problemas contigo.

-¿Tú conoces al líder de Guble? -pregunto.

-He oído que recientemente ha llegado uno nuevo, alguien que debe tener mucha influencia en el gremio. Su nombre empieza a oírse entre el gremio pirata e incluso ya se cantan canciones piratas en las tabernas acerca de él. Por lo que cantan en las canciones, es alguien muy respetado e incluso temido. No conozco su nombre, pero podrás localizarle con facilidad en la isla. Al líder se le conoce también como el Rey de los Piratas. Si oyes hablar de él, es lo mismo.

-Me será útil saber todo esto -afirmo con seguridad.

-Sin duda sí. Si te metieses en problemas, intenta convencer al líder.

-¿Más problemas con los piratas? -me pregunto.

- Es más inteligente que batallar con ellos. La isla está plagada y son personas muy agresivas.

-¿Qué más he de saber acerca de Isla Guble? -inquiero.

-Ahora mismo no recuerdo más reglas del Código... -dice pensativo-. ¡Ah, sí! -exclama como si hubiera recordado algo muy importante-. Hay otra ley que dice que no se pueden llevar chancletas con calcetines.

-¡No me extraña! -exclamo exageradamente con los ojos desorbitados.

-Sin duda alguna, eso es un auténtico crimen.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora