50. El título superlargo para contar algo que podría decir con una palabra solo

588 122 138
                                    

Llevamos varios días de travesía en un barco de comercio, estamos a punto de llegar al lugar de partida, justo donde empezó todo. Por aquella zona vive el caballero.

Hace ya tiempo que hemos recuperado nuestra forma normal y hemos dejado de ser un plátano y un oso aunque, antes de eso, nuestra transformación nos fue muy útil en una villa, cerca de la zona donde el dragón estaba muerto. Hicimos una actuación y fue un exitazo, nos aplaudieron sin descanso. ¡Qué felicidad! Ayudó también que un trovador cantara, mandolina en mano, las gestas del oso peluchoso y el plátano no flambeado cuando estábamos llegando al pueblecito. Después, allí mismo y mapa en mano, avisamos en uno de los puestos de la franquicia de comida dragonil para que alguien se encargara del monstruo.

Es un atardecer precioso. El cielo está supernaranja y todo está muy templadito. El trajín del barco ha cesado mucho y ahora la actividad apenas es patente. Está todo en total calma. Mi amigo y yo permanecemos sentados sobre la cubierta, de frente al sol. La paz que transmite el barco en desplazamiento, junto con la tibieza de los últimos rayos de la tarde, generan una sensación única e indescriptible. Es inevitable ponerse a pensar en un momento así. Me miro las piernas, las he recuperado. El invento del mago funciona a la perfección, es increíble. Ya no soy una gigantesca banana humana. Humabanana, ¿humanana?, ¿banahumana?

En un momento así, el silencio es lo mejor que podría pasarnos, pero me es inevitable comentar cómo me siento.

—Me ha pasado de todo durante este tiempo. Esto ha sido una auténtica locura —digo riendo al caballero. El caballero se ríe también.

—Me alegra que todo haya salido bien. De hecho me preocupé muchísimo cuando me apresaron los piratas. Temía que no te fuesen bien las cosas —contesta preocupado.

—Me asusté bastante. Podría haber sido un desastre de no ser por la suerte que tuve. Me he encontrado muchas personas y seres que me han ayudado mucho. No sé si estaríamos ahora aquí de no haber sido por todos ellos.

—Lo importante es poder estar aquí y reírnos de todo —matiza el caballero—. Lo que ha sido increíble es que hayas parado en casa de Aila. Es una leyenda viva. Nadie sabe dónde vive, has tenido muchísima suerte.

Se hace el silencio. Es ese típico momento que te apetece mirar alrededor y ser consciente del paisaje que te rodea. El sonido del barco surcando el agua es suave y arropador, es un rumor precioso. De repente, vuelve a hablar el caballero.

—Se te da bien esto de cazar dragones —dice con su mejor tono de humor, pero a su vez me da a entender que me he desenvuelto bien en general.

Me río mucho. La verdad es que hemos hecho de todo menos cazar dragones. El dragón lo cazamos por accidente. Bueno, lo cazó él con su alquimia chapucera.

—Por cierto, ¿has pensado ya qué vas a hacer con tu vida?, ¿tienes algún plan? —continúa hablándome.

—No tengo ni plan, ni objetivo —respondo intencionadamente, usando el mismo tono que usó él conmigo cuando me habló de los planes y los objetivos—. Nadie me espera en ninguna parte.

—Puedes quedarte conmigo, si te va lo de los dragones —me ofrece.

—Me parece un buen plan, acepto —confirmo con una enorme sonrisa—. Con todo lo que he aprendido, creo que ya podría ejercer el oficio de cazadragones. De hecho, he aprendido tantas cosas que ya ni me reconozco. ¡No tengo identidad! —exclamo entre risas.

El caballero se ríe conmigo y continúa hablando.

—Pues ahora que me comentas eso de que no tienes identidad, recuerdo algo muy gracioso. Hubo un momento en que alguien, que no diré porque no importa, me preguntó si eras un chico o una chica. No te lo dije por si te sentaba mal.

—¿En serio? ¿Cómo es posible eso? Me tomas el pelo.

—Que sí, que sí. Que me lo preguntaron muy en serio —responde con rotundidad. Por su tono, el caballero dice la verdad, seguro.

—No me lo puedo creer —contesto.

—Hay gente que no tiene ojo alguno.

—Desde luego que no.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora