16. El Enigma

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Llevo horas caminando. El paisaje ha cambiado por completo, creo que ya no estoy en los motes de Sía. El camino es dinámico y entretenido y cambia su pendiente cada pocos metros. Tan pronto va hacia cuesta arriba como cuesta abajo, pero la inclinación del terreno es siempre muy moderadas. El terreno de alrededor es escarpado, con mucha vegetación y rocas. Cada vez se observan más árboles en el entorno. Parece como si me estuviese adentrando en un bosque. Los árboles son altísimos, yo creo que son pinos.

La densidad de los árboles se ha vuelto muy alta, lo que significa que están bastante cerca unos de otros. Puedo entrever pequeños fragmentos de cielo si miro hacia arriba, aunque en general todo el bosque está en sombra. Pese a que no llega nada de luz directa del sol, sí que hay mucha luminosidad llega mucha luz a mi alrededor.

La configuración de la zona, con el ruido de las hojas mecidas por el viento, me provocan la sensación de que este bosque es un mundo aparte. La densa vegetación y los cambios de pendiente no me dejan ver más allá de doscientos metros.

Se oye fluir el agua en alguna parte. Por la forma que suena yo diría que es un riachuelo aunque no lo veo. El sonido del pequeño caudal con el de la vegetación crean una extraña música que me hace sentir en paz. La atmósfera es muy tranquila, acogedora a su modo.

Continúo caminando por este curioso paisaje. A veces tengo la impresión de que algún pequeño animal anda cerca, porque oigo algún que otro sonido de movimiento.

Después de subir una pequeña elevación, comienzo a descender del lado contrario del montículo. Al fondo veo que el camino continúa a través de un puente. Bajo el puente corre el riachuelo que estaba escuchando.

Desde aquí se observa que el puente está custodiado por un ser alto, con cabeza de perro afilada. Su aspecto es muy parecido al del dios egipcio Anubis, aunque este no viste atuendo egipcio. Es mucho más alto que yo, debe de medir como dos metros y medio.

Para continuar mi ruta, lo mejor será pasar a través del puente, pero no os voy a mentir, me impresiona tener que acercarme a él. El ser está ahí quieto, al comienzo del puente, como si no tuviese nada mejor que hacer. Es posible que lo esté custodiando o algo así. Sin embargo, tiene un aire de tranquilidad y solemnidad que de algún modo me hace sentir que no es hostil, aunque por otro lado es tan impresionante su semblante que me provoca muchísimo nerviosismo.

No me queda más remedio que seguir la ruta, buscar una alternativa me llevaría una eternidad, así que confío en que funcione mi intuición y no sea peligroso. Y si no funciona mi intuición, confío en que pueda hacer algo con esta espada. Voy a fingir que parece que la sé usar y no tengo miedo, a ver qué ocurre.

Continúo hasta que por fin llego junto él. Una vez delante, el super perro me mira fijamente. Son unos segundos que se me hacen interminables. Yo me mantengo sin decir nada hasta que de repente, el ser rompe el silencio.

—Este puente ha sido construido por una civilización antigua, una sociedad muy superior que disponía de una sabiduría infinita. Para pasar, tienes que demostrar que tienes su nivel de conocimiento. Si cruzarlo quieres, resolver un enigma debes. —La voz del primo de Anubis es cavernosa y resuena por todas partes. Creo que sería un narrador estupendo de historias de miedo.

¡Ya empezamos con los misticismos! Ya son ganas de complicarme la existencia. En fin, no me queda otra.

—Perfecto. Dime qué tengo que hacer.

—Dar respuesta a una pregunta ancestral, una prueba de conocimiento profundo y gran sabiduría. ¿Quieres intentar resolver un enigma que pondrá a prueba todas tus facultades a un nivel desconocido?—Otra cosa no, pero este Señor Perro tiene una puesta en escena gloriosa. ¡Qué intenso!

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora