48. Orcogresca

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El barco desciende hasta quedarse a pocos metros del suelo, controlado por las maniobras de Led. En ese momento, tendemos una pasarela hacia tierra para apearnos. Empiezo a bajar por ella para alcanzar la hierba. Después de un largo viaje hemos alcanzado una zona, por fin, donde hay vegetación de un verde fresco.

—¡Adiós! —Led se despide de nosotros desde el barco.

—Adiós. Muchas gracias —contesto.

El oso baja dando volteretas por la rampa, aprovechando sus redondeces blanditas.

—¡Yihaaa! —grita feliz en su redondo desplazamiento.

Llega a mi lado y comenzamos a caminar con mucho ánimo.

—¿Dónde estamos? —dice el peludo mapa en mano. Después de examinarlo un poco continúa—. Estamos en Edca, una región asolada de orcos.

—¿Son peligrosos? —pregunto.

—Estos de aquí muchísimo —contesta el oso de peluche—, pero tenemos espadas y tú tienes también arco.

Bueno, otra vez en problemas. Quizás llegue un día en que me acostumbre a este ritmo.

Caminamos con mucha precaución. Mi amigo el oso de peluche ha desenfundado su arma, así que creo que yo también me prepararé por si acaso. Agarro bien el arco y tomo una flecha en la otra mano.

—Tan pronto como veas a alguno, dispara. Son muy agresivos, nos atacarán por vernos en su zona. Pero es una región pequeña, así que deberíamos poder cruzarla pronto.

El lugar es un tanto extraño. Se ve silencioso y tiene vegetación, pero no transmite ninguna paz. Quizás será por la conversación que he tenido con mi compañero, pero estoy como un flan. Soy un flan de brazos poderosos, aunque no puedo hacer flexiones. Es un sinsentido.

—No te preocupes, tras mi espada los orcos son luchadores adocenados —exclama el caballero.

—No me preocupo. Preocúpate tú cuando dispare las flechas —contesto al tiempo que me rio de su palabra "adocenado", como en los crucigramas.

—Pues mira, ahí puedes hacer tu primera práctica —dice mi colega levantando la zarpa peluda y blandita para señalar a lo lejos. ¡Qué dedos más geniales!

Sigo con la vista la dirección que me está marcando. Hay un grupo de cinco orcos que se dirigen hacia aquí con gesto furioso. Nos han visto y ahora vienen a nosotros como una jauría, sin dudarlo. Yo, que también dudo poco, alzo mi arco y disparo un flechazo. La flecha sale zumbando a toda velocidad y atraviesa a uno de los orcos, que sale volando hacia atrás con la flecha enganchada. En la trayectoria alcanza a otros dos. He hecho tres en uno, ¡no me lo puedo creer!

—¡Menuda brocheta! —grita a mi lado el caballero.

El oso esponjoso, o esponjososo, sale corriendo en dirección a los orcos que han quedado en pie. Imaginaos a un oso de peluche gigante zarandeando una espada en todas direcciones. Pues eso es lo que estoy viendo. Creo que la descripción es más que suficiente para que me entendáis.

Yo veo un orco suelto corriendo hacia el "caballeroso". Así que para defender a mi colega, alzo mi arco y lanzo un flechazo al orco freelance, pero me sale un tiro adocenado que se desvía hacia el infinito. Ya he recuperado mi estilo. Por suerte, el caballero se maneja como un león con la espada y doblega al orco sin ningún problema. Es un fenómeno, se los despacha de cuatro en cuatro.

Yo sigo intentando localizar orcos para darles flechazos. Tan pronto veo a otro, le disparo sin pensarlo un instante. ¡Bingo! Le he dado. El orco sale lanzado hacia atrás y su espada vuela por los aires dando vueltas.

Me voy arrimando al caballero para estar juntos.

—¡Mira se están juntando por docenas en escuadrones! ¡Se están adocenando! —exclama el caballero.

En el paisaje se empiezan a ver escuadrones de orcos. No sé de dónde han salido, pero esto se está llenando de estos seres tan antipáticos.

—¿Sabías que adocenar también significa juntar en grupos de doce? —pregunta el caballero.

—No tenía ni idea. Pensaba que significaba mediocre.

—También. Significa ambas cosas. Por lo que ahora mismo estamos siendo rodeados por orcos adocenados adocenados —contesta entre risas.

—¿Y qué hacemos?

—Diría de correr. Me parece interesante intentar alejarse un poco de este lugar.

—Apruebo el acto. ¡Hagámoslo!

Y empezamos a correr.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora