29. Viaje festivo

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—¡Bienvenidos a nuestro barco! —Un fantasma con aspecto de chica joven se dirige a nosotros saludándonos con efusividad. Justo al lado está el fantasma del que no puedo distinguir bien la forma, el mismo que nos tendió el cabo.

—¡Gracias por la ayuda! —digo.

—Sí, muchas gracias. ¡Vaya viaje! —dice el caballero.

—De nada. Sed bienvenidos a nuestro barco fantasma —contesta la fantasma con mucha ilusión.

—¿Te has fijado que americé de cabeza? —exclama el caballero—. Y tú no hacías más que agitar los brazos como si fueses a levantar el vuelo. ¡Menudo castañazo!, ¡cuando podamos lo tenemos que repetir! —El caballero se deshace en carcajadas.

La cubierta está plagada de entes paranormales de todos los tipos. Comparten la característica común de ser transparentes en mayor o menor medida.

—¿Hacia dónde os dirigíais? —pregunta la chica—. Por cierto, soy la capitana de este barco fantasma. Espero que os sintáis a gusto mientras estéis con nosotros. Cualquier cosa que necesitéis, podéis pedírmela.

—Muchas gracias —contestamos a dúo el caballero y yo—. Nos dirigíamos a la provincia de Hillpar. Queremos visitar a Supersabio.

—¡Oooh! Supersabio. Es un hombre muy respetado en la provincia —contesta la capitana—. Venid conmigo, vamos a ver cómo podemos hacer para facilitaros las cosas.

La capitana fantasma nos hace seguirla por la cubierta. Entramos en el barco y nos lleva hasta el camarote del capitán. Nada más entrar, a la derecha, podemos ver una mesa enorme de madera que contiene una maqueta del barco en el que navegamos y una carta de navegación enorme. Nos acercamos a ella, mientras la fantasma la estudia con detenimiento.

—No conozco muy bien estas aguas, es la primera vez que navego por ellas —dice mientras coge un lápiz que estaba apoyado en un lateral del plano. En la otra mano ya tiene una regla y un compás.

—Llevamos ahora mismo esta trayectoria —dice trazando una línea con la regla. Al mismo tiempo, saca de su bolsillo una brújula. Abre la tapa y mira fijamente la aguja hasta que se detiene, la apoya en el mapa sobre la línea que acaba de trazar, como si estuviese comprobando lo que acaba de hacer. Cierra la tapa y vuelve a guardarse la brújula en el bolsillo.

Utiliza luego el compás para tener una medida fija, como para contar el número de veces que encuentra esa medida en la línea. No sé nada de navegación, pero deduzco que está midiendo la distancia.

—Sí. Podemos acercaros a Hillpar, ¿Por qué no? —dice mirando el mapa—. Mirad, está aquí —continúa diciendo mientras señala la provincia. Me fijo en que la línea que había trazado, no llevaba como trayectoria pasar cerca de Hillpar—, desviaremos nuestra trayectoria para que podáis llegar hasta allí.

La capitana levanta la cabeza y clava sus ojos semitransparentes en mí. Después de unos pocos segundos sonríe y sale del camarote, flotando suavemente. Nosotros emprendemos la marcha detrás de ella. Tan pronto salimos del camarote, la puerta se cierra sola con cierta violencia.

Volvemos los tres a la cubierta. El cielo está algo nublado, a pesar de ello, el sol todavía puede calentar con fuerza desde detrás de las nubes.

—Nos llevará alrededor de seis horas llegar hasta vuestro destino —dice la levitadora flotando a lo largo de la cubierta.

Llegamos hasta el timón del barco. La fantasma saca de nuevo de su bolsillo la brújula que apoya en una especie de mesita que hay al lado del timón. Mirando la brújula, hace virar el barco un poco a estribor. Está corrigiendo la ruta para que podamos llegar a nuestro destino.

—Ya está. Directos hacia Hillpar. ¿Te encargas de mantener el rumbo? —pregunta a otro fantasma que está cerca de nosotros, distraído con algo.

—Por supuesto —contesta amablemente el espectro.

—Aún queda bastante para llegar a vuestro destino. Hoy teníamos pensado jugar a Poltergeist. ¿Queréis jugar con nosotros? Es un juego muy divertido.

—¡Sí! —contesta el caballero entusiasmado. Este se anima con todo.

—¿Habéis jugado alguna vez? —pregunta.

—No. Explícanos cómo se juega —inquiero.

—Nosotros escondemos algo en alguna parte del barco y vosotros tenéis que encontrarlo. Mientras lo buscáis, os lanzaremos cosas. Si os toca alguna, perdéis. Si encontráis el objeto, ganáis. No os preocupéis, las cosas que os lanzaremos no hacen daño, son blandas y tampoco lanzamos muy fuerte.

—De acuerdo —convengo. Parece divertido.

—¡Vale! —dice el caballero entusiasmado.

—Vamos a esconder esta brújula. Estará visible, no la meteré en cajones, ni detrás de una puerta ni nada por el estilo. Tan pronto lleguéis a la habitación que la contiene, deberíais poder verla. Así que no busquéis nada si no la veis a simple vista.

—¡Muy bien! —le digo.

—¡A jugar! —dice la capitana con una sonrisa de entusiasmo en la cara.

Justo después de decirlo, sale volando a gran velocidad y traspasa lapuerta de entrada a los camarotes. Junto a ella, todos los demás fantasmassalen volando en distintas direcciones, atravesando la cubierta del barco. Enapenas unos segundos, nos han dejado solos.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora