7. Multiagujeros

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—¿Nos puedes prestar una pala? —le pregunta el caballero al mago.

—Claro, por aquí debo tener una. —El mago busca la pala y se la entrega al caballero—. ¿Qué vas a hacer con ella?

—El otro día enterré unas armas porque iba cargado con muchos trastos y necesitaba aligerar peso. Querría coger mejor la espada que dejé allí que ésta que llevo ahora conmigo.

—¡Estupendo! Ya me la traerás de vuelta entonces, no te preocupes. Cuando acabes, puedes dejarla en el cobertizo de los magos, donde la playa, y ya iré yo a por ella, o me la traes tú cuando vuelvas de tu trabajo.

Tras una breve despedida, salimos de la casa del árbol y bajamos las escaleritas con nuestro nuevo amigo, El Monigote. No dice nada, creo que no sabe hablar.

—¿No habla? —pregunto al caballero.

—Por lo general los golems no suelen hablar. Hay alguno que sí que hablan, pero suele ocurrir con golems que se han hecho muy bien o los ha hecho un experto. Vamos, que con nuestro Golem Artesano nos tenemos que contentar con su compañía.

Está claro que si para que hable tiene que estar muy bien hecho, el mío seguro no lo hará. Creo que ya me parece mucho que pueda andar.

—Bueno, espero que mi golem sea útil igualmente. ¿Has tenido más golems?

—Sí, una vez tuve uno.

-¿Y qué fue de él?

—Me ayudó unos días y cuando acabó su tarea lo liberé. Le dije que se dedicase a lo que más quisiera. Ahora es diseñador de ropa, a veces hace algún desfile de moda. Coincido muy poco con él, a mí la ropa no me interesa demasiado y mucho menos la moda, así que nos vemos muy poco. Un día vino a verme, pero tampoco sabe hablar. Yo dibujo horrible también. Me enteré de su vocación porque me llegaron noticias de él. Un amigo mío había visto un desfile suyo unas semanas antes de su visita.

—¿Qué hicisteis el día que fue a verte?

—Fuimos a jugar al golf. Es un monstruo, no apuestes nunca dinero con él, me dejó pelado —bromea con una risa exagerada.

Terminamos de cruzar un bosque hasta llegar a una zona arenosa y el caballero se pone a buscar algo.

—¡Oh, no! Alguien ha movido las piedras de señalización que dejé. ¡A ver cómo hacemos ahora! Creo recordar dónde escondí las armas, pero sin la señal que marcaba el sitio va a haber que cavar un poco y confiar en la suerte —comenta agarrándose el mentón—, no recuerdo el lugar exacto, aunque estaba por aquí...

—No importa. Tú vete diciendo sitios donde cavar y hacemos un agujero cada uno —digo con resolución.

—Me parece muy buena idea. Empecemos cavando aquí —dice señalando una zona del suelo.

Cojo la pala, me acabo de adjudicar el primer turno. Tenemos suerte de que el tipo de arena es tirando a removida, está muy suelta, por lo que cavar se hace con relativa facilidad. Si hubiese estado compactada la tarea sería bastante difícil. Cavar no está entre mis aficiones y no podría hacerlo a buen ritmo en ese caso.

Cavo, cavo, cavo y nada. Cuando ya tengo un agujero de tamaño considerable, me interrumpe el caballero.

—Para. No las enterré muy profundas. Con ese agujero es suficiente para haber encontrado las armas, si todavía no se ve nada, no es el lugar. Hay que probar en otro sitio. —El caballero hace una breve pausa—. Mi turno —dice cogiendo la pala y desplazándose un poco mientras mira alrededor como intentando posicionarse. Una vez se sitúa comienza a cavar, pero parece que tampoco hay mucha suerte. Turno del Monigote.

Monigote se pone a cavar y nada, no aparece nada. Parece que no es nuestro día y éste no es un Monigote de la suerte. Si lo sé dibujo un topo. Aunque, con mi arte, si tengo que dibujar un topo, en vez de llamarle Monigote le tendríamos que llamar Adefesio. Ha tenido suerte.

Llevamos ya incontables agujeros y está cavando Monigote. De repente un ruido metálico interrumpe su actividad. La pala ha golpeado algo enterrado. Nos acercamos enseguida y nos inclinamos para ver qué hay en el interior. Para nuestro asombro no son armas. Es un cofre. Empezamos a desenterrarlo y nos metemos en el agujero para izarlo.

—¡Capturadlos! —grita una voz a distancia.

—¡Capturadlos! —grita una voz a distancia

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Es un pirata. La hemos liado.

El pirata se acerca a nosotros con un grupo enorme de otros como él. Miro al caballero, creo que somos muy pocos como para ganar esta batalla. Con la mirada me dice que no luchemos, que nos quedemos como estamos. Nos quitan las armas y nos hacen caminar delante de ellos. No nos atan ni nada por el estilo, simplemente nos obligan a caminar.

Pronto estamos cerca de la costa, en la playa, y nos empujan para quemontemos en un barco gigante. Después de subir la pasarela y sin darnos ningúntipo de explicación, nos encierran en una bodega. Me parece que aquí no vamos aencontrar las armas.

Una nueva entrega, bien editadita para ti

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Una nueva entrega, bien editadita para ti. ¡Si todavía ves errores, avisa, que no soy infalible!

Como siempre, voy a hacer unas dedicatorias ya que esta obra no sería nada sin sus lectores. Hoy breve, pero intenso:

frasesdelavida110 Hola!! No me había olvidado de ti ^^. Es genial y positiva y siempre está aquí dando vida.

RedHoodDog Es genial. Muchísimas gracias por todo. Bienvenida al Hall of Honor (:

NoFictionQueen A pesar de ser crítica literaria, con esta obra no ha sido nada crítica. Más bien al revés, cosa que no me esperaba. Es una chica genial. Un abrazo

The_Suicide_Wind no podías faltar. Muchas chuches para ti!

¡¡Al resto un abrazo!! ¡Y feliz viernes! Gracias por leer esta historia.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora