32. Supersabio

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—Supersabio está cerca. Este es el lugar donde él habita —informa el caballero.

Caminamos a través de pequeñas elevaciones rocosas cubiertas de vegetación. Estas rocas tendrán una altura de más o menos treinta metros. Para avanzar no nos basta con caminar, tenemos también que ayudarnos con los brazos. Nos agarramos a rocas y nos apoyamos en paredes verticales. No llegamos a escalar en el sentido estricto de la palabra, pero sí que es un camino bastante ajetreado. Nuestra ruta, a pesar de contener subidas y bajadas, marca un ascenso continuado. A medida que avanzamos, también nos alejamos del nivel del mar.

El suelo está húmedo y a veces nuestras pisadas resbalan. Para garantizarnos la estabilidad, posamos nuestros pies antes de trasladar nuestro peso, aseguramos la zancada antes de hacer el avance. Después de un largo silencio caminando, el caballero empieza a hablar.

—Supersabio decidió irse a vivir a la montaña retirado de la civilización. Quiso estar en un ambiente más puro, conectado con la naturaleza y viviendo bajo sus propias normas. Consigo se llevó cientos de libros, y se ha dedicado a estudiar todo este tiempo. Quiere alcanzar la sabiduría máxima.

—¿Queda mucho? —pregunto. Caminar no es lo mío, y esta ruta es agotadora. Además, cargar con todos los trastos: el arco, el carcaj y el Estoque Funesto de la Eternidad es trabajo duro. ¡Cómo echo de menos las escobas!

—Ya casi estamos. Nos queda solo esa pequeña montaña y ya estaremos allí —contesta el caballero mientras señala una pequeña montaña que se levanta justo a nuestro lado—. Paremos a descansar un poco.

El caballero se sienta en una roca. Se mueve de manera muy ligera y grácil. Parece que se ha parado por mí más que por él mismo. Una vez tenemos el trasero en su lugar de descanso, mi amigo vuelve a levantarse de golpe con un gesto de sorpresa. Parece que ha divisado algo de su interés.

—¡Oh mira! —exclama.

Se acerca con agilidad a unos arbustos a escasos metros de nosotros y comienza a recoger entre ellos algo que desde aquí apenas puedo distinguir. Al cabo de unos pocos minutos, vuelve con las manos llenas de frutos silvestres.

—Toma come. Están muy buenos.

Mientras comemos, me doy cuenta de que tenía más hambre de la que creía, pero no me había dado ni cuenta. El cansancio del camino había robado toda mi atención.

—Supongo que Supersabio ha de saber dónde podremos encontrar un dragón. Sabe mucho acerca de la biología y los hábitos de los dragones. Será más fácil que si lo buscásemos nosotros.

—Estupendo —contesto.

Emprendemos la marcha hacia la cumbre de una montaña. Este es un lugar muy solitario, no se ven marcas de camino que muestren un tránsito habitual y tampoco hay restos de actividad de personas —o seres—. Desde esta altura se puede ver a kilómetros de distancia. El cielo está nublado, hace fresco. A lo lejos veo un águila volando.

Llegamos a la cima. Aquí en la cumbre hay dos árboles y una cabaña pequeña construida con piedras. En esta zona el viento sopla de continuo y racheando. Parece que aquí eso ocurre todos los días. Tiene pinta de ser un lugar ventoso.

Al borde de la montaña, sentado en la roca, hay un hombre de avanzada edad con un libro sobre las piernas. Inclinado sobre su libro, está tan sumergido en su lectura, que todavía no se ha percatado de nuestra presencia.

—¡Supersabio! —grita el caballero sin pudor alguno con su maravillosa sutilidad característica.

Supersabio, del susto, pega un brinco de la roca y lanza su libro volando por los aires. Se gira y nos mira. Con un semblante de dignidad, se dirige al caballero, parece que ya lo conoce.

 Con un semblante de dignidad, se dirige al caballero, parece que ya lo conoce

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—Qué bueno verte. ¿Qué te trae por aquí? — pregunta con voz pausada.

—Yo también me alegro de verte. Venía a pedirte ayuda. Necesito que tu infinita sabiduría ilumine la oscuridad de mi conocimiento —le suelta todo rimbombante.

—El ciprés extiende sus hojas al viento —contesta con solemnidad el anciano.

—Resulta que me he desviado un poco de mi ruta —continúa el caballero.

—Cuando la tormenta viene desde lejos, nos preparamos para despertarnos en este mundo —responde Supersabio levantando un dedo.

—Entonces, necesito saber si en esta región puedo encontrar algún dragón.

Supersabio se queda mirando fijamente al caballero. Después de un breve instante, se pone a mirar hacia arriba como intentando hacer memoria. Al cabo de unos pocos segundos, contesta.

—El sauce es impasible al infinito. El bacon está de oferta en la tienda. Llevas tres y pagas dos —contesta con total convicción.

¿Pero qué es lo que lee este hombre? —me pregunto.

—¿Dónde podría encontrarle? —le pregunta el caballero. En serio, no me estoy enterando de nada.

—Hay un dragón que se ha instalado en los bosques de Suven. Parece que estará allí bastante tiempo —responde con voz tranquila.

—¡Estupendo! Muchas gracias Supersabio —dice el caballero con su típico entusiasmo.

—La sombra del agradecimiento eleva las ramas del conocimiento. Ayer cené unas habas que estaban para morirse —sentencia Supersabio con suavidad.

—¡Ah! Y perdona que te haya dado ese susto.

—No importa. El sol alumbra cuando el ojo no mira. La gacela hace Pilates porque sabe que el pepperoni arruina las pizzas —otra perla de sabiduría para la eternidad.

—Por cierto. ¿Qué estabas estudiando? —inquiere el caballero recogiendo el libro para devolvérselo.

—"Cómo hacer trampas al póker" —contesta.

—¡Oh! Tú siempre ampliando tus conocimientos —exclama el caballero sorprendido.

—Nunca sabes cuándo puedes necesitar desplumar un casino.

—Claro Supersabio, no te interrumpimos más. Nos vamos ya. Gracias por todo —contesta el caballero emprendiendo el camino con mucho ánimo y despidiéndose de él. Yo hago un gesto con la mano. No sé bien si es un saludo o una despedida.

De repente, Supersabio grita desde lo lejos, con suficiente volumen como para asegurarse de que le estamos escuchando, parece que se ha acordado de algo.

—¡Acordaos del bacon! ¡Es un ofertón!

¡¡Hola!! Con este capítulo me he reído mucho

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¡¡Hola!! Con este capítulo me he reído mucho. No sé por qué, pero me encanta. El siguiente también os hará mucha gracia, os lo prometo. Os hago un mini spoiler: es un sitio de terror.

Sandwich de dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora