CAPITULO 31

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Raquel

-Llegamos-escuche la voz de mi madre, no pude borrar la sonrisa de mi rostro y me lance a sus brazos.

-Oh!- mi madre exclamó pero me apretó muy fuerte.

Vi las lágrimas en sus ojos. Y luego estaba mi padre, sin hacer nada, con esa mirada que siempre me daba escalofríos pero ahora deseaba más que nunca que se posara en mí.

-Hija-sus brazos me recibieron. 

Todo en mi pecho era felicidad, sentía que los había perdido y acaba de recuperar, todos nos miraban mientras los abrazaba en el aeropuerto, hasta que vi a mi hermano caminar hacía donde estábamos, su rostro es inconfundible, el hermano con él que crecí, y me cuido tantas veces, pero también era el mismo que me había vendido. Sus pasos me pesaron, cada que se acercaba mi corazón daba un fuerte golpe hacia abajo. 

Mis padres me miraron mientras me encontraba con los ojos de mi hermano, suspiré y juro que traté con todas mis ganas de mirarlo y saludarlo, como se debe saludar a tu hermano que no has visto en meses, pero no pude,mis pies se giraron para acercarse al equipaje de mis padres.

-Tomaremos un taxi-dije ocultando mi rostro de ellos, porque una lágrima decidió caer sin mi consentimiento. 

****************

-Mi departamento es muy pequeño apenas tiene una habitación, pero es acogedor- marqué la clave de seguridad. 

-No es necesario, hija...no nos quedaremos, la universidad  ha sido muy generosa, nos ha permitido quedarnos en un hotel, mientras te visitamos.

-Sí está mañana me lo dijeron, sin embargo quiero que conozcan donde vivo-respiré hondo-Incluso les preparé comida.

****************

-Raquel-su voz golpeó mi estómago.

Me giré para ver su rostro. Que después de tanto tiempo al fin soy capaz de mirarlo a los ojos, sus facciones han cambiado. Y su voz suena un poco más ronca.

-¿Podemos hablar?- preguntó

-S..Sí- mi voz se ahogó en mi garganta.



Dejamos a mis padres en mi departamento mientras comían. Y salí con mi hermano a caminar por las calles de Seúl, el vecino del enorme perro blanco paso a mi lado y lo saludé, me devolvió el saludo con la una reverencia.

-Yo sé que ha pasado, tanto tiempo.....-sentía el peso de sus palabras-Para pedirte una disculpa, no me la merezco tampoco, pero hermana, no debí hacer lo que hice....puedo sentir en tu mirada el odio y el dolor inmerso que aún me tienes-......y de verdad lo siento tanto-

No podía creer lo que sus palabras estaban causando en mí, mis ojos se cristalizaron, claro que lo amaba, es mi hermano después de todo, y lo extrañe tanto desde que se convirtió en esa persona tan desagradable, quería jugar con él, reírme, que me abrazará, quería de regreso a mi hermano, pero sus acciones.....

-No tienes que decirme nada ahora......porque yo sé que traicione tu confianza. Y lo hecho tantas veces que nadie cree en mí,......pero realmente lo siento. Mientras estaba en esa cama de hospital, deseé morir, realmente deseé morir, pero luché con todas mis fuerzas porque me iba a ir sin pedirte perdón, sin decirte que soy el peor hermano del mundo. Estar entre la vida y la muerte me hizo ver a nuestros padres sufrir y me hizo darme cuenta que era la peor persona del mundo.

Mis lágrimas cayeron, no pude aguantar más -¿Porqué? ¿No pensaste en mí? En que me costaría pasar por esa situación, iban a violarme Matías, yo jamás sería la misma. No te aterro que pudiera haber muerto. Y cuantas veces deseé morir yo, sola en mi habitación,  para no sentir el odio de mis padres, ver sus ojos llenos de furia cada vez que no llegabas a casa y te perdías. No Matías no lo hiciste y me duele tanto- 

-No llores por favor....hermana perdóname-su cuerpo se dobló ante mí.....y su llanto era muy fuerte-Perdóname.....no puedo seguir con está culpa....mis padres yo se los diré hoy....-Quiero hacerlo bien....empezando contigo...y luego con mi familia-dijo-Quiero redimirme.

Tomé sus brazos y lo levanté. Observando su rostro, el mismo, ese mismo rostro que alguna vez fue,  detrás de todo esas arrugas, sus heridas y hematomas, después de tanto tiempo, quise creerle, su disculpa era sincera, al menos así lo sentía mi corazón. 

-Te quiero Matías- lloré- con todo mi corazón, pero aún hay mucho que sanar, ten por seguro que tienes mi perdón, pero lo estaré haciendo lentamente.

**********

Mi hermano había tomado mi mano, y yo le seguía siguiendo su ritmo, mis padres nos miraron esperando una explicación. No puede detener mi corazón palpitante, mis dedos comenzaron a moverse friccionándose entre ellos. Hace mucho que no lo hago.  

-Tengo que contarles....la verdad-dijo Matías sentándose frente a ellos mirándolos. Podía ver en sus ojos  el miedo. Sensación que no pude encontrar en todos los años que espere ver una sola gota, una fibra de su arrepentimiento.

No podía dejar de pensar que quizás había aprendido actuar y me estaba jugando una mala pasada, y en cualquier momento soltaría todos sus engaños nuevamente.

-Mamá...Papá...yo. Raquel no tuvo nada que ver con que yo empezará a consumir drogas-su rostro se apretó contra su pecho. 

Mis padres me miraban estupefactos. Sus peores miedos se estaban haciendo realidad, siempre creyeron que su hijo mayor era ejemplar, que no podía cometer ningún error. Mis ojos comenzaron a arder avecinando las lágrimas que querían salir.  

-¿Qué es lo que tratas de decir?-mi madre se levantó de donde había estado saboreando mi comida.

Cuando empezó el relato mis piernas flaquearon recordando el momento, pero mi cuerpo no tardo en recobrar la compostura. Ahora era fuerte. Podía enfrentarme a mis miedos. Primero el pago, luego el engaño para llevarme a la fiesta, luego cuando me estaban llevando a la habitación, y al final su amenaza en el hospital. Cada palabra era recreada en mi cerebro otra vez. Mis padres se miraron dolidos, mi padre tomó la mano de mi madre estrujándola con cuidado. 

-Lo siento..-la voz de mi madre se quebró. Sus lágrimas eran imparables. Se acercó a mi con las manos juntas en su pecho, como preparándose para rezas -Perdóname hija, por lo que más quieras perdona a tu madre- recogí el despojo de lágrimas que era mi madre. La apreté muy fuerte contra mí. Escuché sus ruegos.

-Siempre estuvo frente a mis ojos, una parte de mí lo sabía, pero no quería aceptarlo- sentía su cuerpo temblar en mis brazos. 

-Madre...yo...ya no importa. Eres mi madre-dije susurrando en su oído. 

-Siempre fui injusta contigo-secó sus lágrimas-Traté de encontrar un culpable-

-Yo siempre fui el culpable-dijo Matías desde el comedor.

-Eso lo sé ahora....-me abrazó-¿Me perdonas?-

-Claro que sí mamá- la abracé también.

Mi padre que se había quedado mirando desde un rincón todo, pero se acercó a nuestro abrazo, pude sentir su aroma.

-Yo también lo siento tanto-dijo estrujándonos más fuerte a ambas. 



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