Capítulo 44

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¿Cómo puedes ser así de complicado?

— ¿Qué sucede contigo? —dijo Nina colocándose frente a Alan con los brazos cruzados. El rubio alzó la mirada de libro que llevaba y la miró sin comprender sus palabras.

— ¿De qué hablas? —preguntó inocente, aunque tenía la leve sospecha de lo que era.

—Me estás ignorando, ¿estás molesto? ¿Te pasa algo? Podemos hablarlo, Alan—le dijo y se sentó frente a él.

Alan miró sus movimientos y cerró su libro. Sabía que no sería rápido estar con Nina.

—No sucede nada. Ahora necesito que me dejes continuar—intentó regresar su atención al libro pero Nina se lo quitó de las manos logrando que este se quejara.

—Me has estado evitando—le mencionó.

— ¿Cuándo lo he hecho? —preguntó inocente, ella entrecerró los ojos. Sabía lo que estaba haciendo.

—Alan, llevas toda la semana alejándote de mí. ¿Qué sucedió?

— ¿Debería suceder algo?

— ¿Qué te pasa? No comprendo tu actitud—el rubio rodó los ojos.

— ¿Desde cuándo te importa lo que me sucede?

Nina quedó en silencio. Si decía algo más podía lograr que él estallara de la molestia, tenía que pensar muy bien sus palabras para que no se sintiera ofendido o como si estuviese en medio de un ataque.

—Siempre me ha importado lo que te sucede y quiero saber qué te pasa conmigo—respondió—. Eres mi amigo, ¿no se supone que los amigos se dicen las cosas?

Él la miró y suspiró.

—No me pasa nada, Nina—dijo—. Sólo...—pensó y luego negó—, no me pasa nada. Anda y busca a Charlie, como dices que es él.

— ¿Es eso? ¿Te molesta que crea que es Charlie? —preguntó seria, Alan negó. Su mirada se enfocó en Sierra Harris quién se encontraba a unas mesas frente a él, leyendo un libro

— ¿Por qué tendría que molestarme?

—Mírame cuando hablas, Alan. Es de mala educación que no lo hagas—él se fijó en ella.

—También es mala educación que no confíes en tus amigos cuando te dicen que algo no anda bien—le dijo levantándose de la mesa y tomando su libro para luego marcharse de ahí.

Nina echó su cabeza sobre la mesa y tomó una larga respiración para calmarse. Sintió como alguien llegaba a su lado.

— ¿Problemas en el paraíso? —escuchó la voz de Gastón, ella se levantó y lo vio. Tenía el cabello despeinado y una sonrisa burlona.

—No sé qué le pasa.

—Se ofende porque no le crees.

—Dice cosas sin sentido sobre Sierra y Mike, es tan tonto.

—Mmm—mencionó Gastón al recordar algo—, yo no diría que es tonto.

— ¿A qué te refieres? —preguntó ella.

—Pues no me incumbe a mí decírtelo, pero no deberías confiar mucho en palabras bonitas.

Creí que era para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora