Capítulo 61

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Entonces es real

Nina estaba parada frente a la casa de Mike luego de que Stuart le indicara la dirección; tan sólo la idea de que Mike fuese homosexual era difícil de imaginar, ellos habías compartido varios momentos románticos, pensó que había interés de su parte, ¿cómo era posible que fuese todo irreal? ¿Todo era una broma? ¿Y si las cartas las mandaba él como broma?

El padre del joven la dejó pasar indicándole por donde debía subir para llegar hasta la habitación de susodicho. Tocó varias veces y entró luego que él le diera la indicación de hacerlo. Cuando Mike la vio entrar su cara de confusión se notaba, sin embargo terminó sonriéndole, Nina lo miró molesta.

— ¿Qué sucede? —le preguntó al darse cuenta de la mirada que le estaba dando la morena.

— ¿Eres gay? —la expresión del chico cambió, quitó su sonrisa del rostro y mostró sus labios fruncidos.

— ¿Qué te hace pensar eso?

—Gastón dijo que se lo dijiste borracho—Mike la miró con preocupación.

— ¿Gastón lo sabe? —ella alzó una ceja.

—Entonces sí lo eres.

— ¿Dijo algo sobre mí? —Nina lo miró molesta.

—Lo que te debería importar es lo que yo diré sobre ti—respondió ella—. Creí que te interesaba, ¿por qué me mentiste? —quería llorar sin embargo no fue ella quien empezó.

Ello lo miró sorprendida por su reacción, no supo qué hacer.

—Discúlpame Nina—dijo entre sollozos—. Yo no quería pero luego ella vino y me ofreció las entradas y quería tanto ir que, dios, discúlpame. Sólo debía hacer que Alan se alejara, ella tenía un plan con él y estaba tan necesitado que acepté.

— ¿Quién es ella?

—Sierra, no le digas nada por favor. Me destruirá—lloró aún más. Nina lo observó dudosa, se sentía mal por él, sin embargo lo que había hecho estaba mal. La había engañado y como tonta se lo creyó todo.

—Me mentiste, Mike.

—Lo sé y lo lamento. No me odies, tú de verdad me agradas. No de la manera que te hacía ver pero eres genial, me caes muy bien—Nina acarició su espalda por eso, se veía tan indefenso en ese momento.

No parecía el Mike que ella creía conocer, estaba viendo al real y autentico chico.

—No te odio Mike, sólo quiero saber algo—le dijo, este levantó su cabeza para mirarla atento—. ¿Tú escribes las notas?

—No, Sierra tampoco lo hace—le dijo—. No sabíamos de ellas hasta el día que viniste a preguntarme.

—Entonces, ¿quién lo hace? —Mike se encogió de hombros al no conocer la respuesta.

Creí que era para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora