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Suena el teléfono que está sobre mí mesa. En su pantalla aparece reflejado el número de extensión del despacho donde trabaja Charlotte. Quiere que comamos juntas, Claire, ella y yo. Repito la pregunta en voz alta buscando la aprobación de Tom. Él asiente con la cabeza.

Llegada la hora de comer salgo del edificio con Claire y Charlotte, que son incapaces de esperar ni un minuto más para empezar a acribillarme a preguntas.

-¿Qué ha pasado, Liz? ¿Por qué te han trasladado?- me pregunta Claire.

-¡No lo sé! Sólo sé que ahora soy la ayudante de Thomas Taylor.

-¿Qué le has hecho a ese chico? ¡No puede separarse de ti!- afirma Charlotte.

-No tiene nada que ver conmigo, chicas- aclaro.

-¡Eso no te lo crees ni tú, guapa!- añade Charlotte.

-¡Tengo que contaros un notición!- nos asegura Claire- ¡Me voy a Nueva York con Steve! Ocupará provisionalmente el puesto de Tom.

-¿Qué?- pregunto sorprendida.

-¡Qué!- exclama Charlotte.

-Sólo serán unas tres semanas y únicamente viajaremos él y yo. Su mujer y sus hijos no le acompañarán y me encargaré de que esté tan a gusto conmigo que ni siquiera se plantee volver con ellos.

-Eres despiadada...- afirmo con una media sonrisa dibujada en el rostro.

-¿Qué vamos a hacer sin ti?- se cuestiona Charlotte afligida.

-No sufráis por mí, chicas. Fundaré el club de las segundas esposas y os guardaré un par de puestos- bromea.

-Deberíamos ir a tomar una copa para despedirnos- sugiere Charlotte.

-Deberíais ayudarme a hacer las maletas- apunta Claire- Me marcho mañana por la mañana.

-¡¿Tan pronto?!- le cuestiono.

-Si, chicas- dice cogiéndonos de la mano- ¡Os voy a echar tanto de menos!- afirma Claire.

Tras un abrazo colectivo vamos a comprar un sándwich. Nos lo comemos sentadas en un banco rodeadas de tantas otras personas que hacen lo mismo.

Ya de vuelta al trabajo y antes de subir a la planta 12, nos retocamos el maquillaje en el cuarto de baño del hall del edificio.

Paso toda la tarde tomando nota de la agenda de Tom y apuntando una interminable lista de preferencias a las que está acostumbrado. Aunque tiene un carácter muy impulsivo parece que no deja nada al azar.


Minutos antes de las seis de la tarde salgo un momento del despacho de Tom. Al regresar está acompañado de otros tres hombres, que van trajeados y con corbata. Son los típicos City boys. Tom está sentado en su sillón. Uno de los hombre se apoya en el borde de su mesa y los otros dos permanecen de pie. Beben whisky en sendos vasos de cristal grueso riendo entre ellos. Al contemplar la escena me detengo junto a la puerta. Pronto soy el centro de atención.

-¡Pero que cojones...!- blasfema uno.

-¿De dónde la has sacado?- le pregunta otro a Tom con la boca abierta.

-Creo que me he enamorado- afirma el tercero acercándose a mí.

Éste último me dedica una penetrante mirada cargada de lascivia.

-Hola, preciosa... ¿te has subido alguna vez a un Maseratti?

-No, señor- contesto automáticamente.

CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora