En casa de Jason...
Cuando me desvelo son las cinco de la madrugada. ¡Soy incapaz de volverme a dormir! Doy vueltas y más vueltas pero no encuentro una posición en la que me encuentre cómoda. Sin duda, la cama, que me es desconocida, tiene algo que ver.
Decido consultar mí teléfono móvil, que tenía silenciado. ¡Tengo 23 llamadas perdidas! Además de infinidad de mensajes. La gran mayoría son de Tom pero, de entre todos ellos, dos llamadas perdidas de mí padre me llaman poderosamente la atención. Teniendo en cuenta la hora que es sé qué no intentaría ponerse en contacto conmigo si no se tratase de un asunto urgente. Precisamente por eso decido devolverle la llamada. Suenan un par de tonos antes de que me atienda.
-¿Elisabeth?- contesta compungido.
-¿Va todo bien, papá?- le pregunto preocupada.
-¡Liz, Tom ha tenido un accidente de tráfico y está ingresado en el hospital!- exclama disgustado.
-¿Qué?- grito estupefacta- ¿En qué hospital está?
-En el St. Thomas... Liz...
No le dejo seguir hablando. Cuelgo el teléfono. Y, de inmediato despierto a Jason y le suplico que me lleve al hospital. Él, adormecido, accede a mí petición al observar el estado de nervios en el que me encuentro.
Ya en la puerta del hospital salgo disparada del coche. No me despido de Jason pero sé qué, dadas las circunstancias, no me lo tendrá en cuenta. En el interior pregunto por Tom. Varias enfermeras me dan indicaciones, pero yo necesito que me lleven hasta él. ¡Estoy desesperada! ¡Necesito saber cómo se encuentra!
Cuando por fin doy con su habitación me sorprende no ver a nadie de su familia esperando junto a la puerta. Pero eso no me detiene. Con el permiso de la enfermera que le atiende me adentro en la habitación.
Tom descansa en la cama y no está intubado, cosa que me tranquiliza. Tiene heridas superficiales en la cabeza y la cara y el tobillo izquierdo inmovilizado. Ésta última parece ser la más grave de sus lesiones. Descansa, en apariencia placenteramente, por lo que descarto despertarle. Con sumo cuidado acerco una silla al lado derecho de la cama y me acomodo en ella. Con la yema de mis dedos acaricio su brazo hasta acabar en su mano. Inconscientemente entrelazo mis dedos con los suyos. Impotente ante la imposibilidad de hacer algo por él apoyo mi cabeza en el borde del colchón buscando su cercanía. Sin darme cuenta me duermo profundamente.
Ya ha amanecido y Tom contempla complacido cómo descanso a su lado. Una de las enfermeras abre la puerta para hacerle un control rutinario y descubre que ya está despierto. Tom le recrimina el ruido que está haciendo y le advierte para que no siga, rogando silencio. No consiente que me despierten.
Nuestras manos llevan unidas toda la noche pero Tom decide deshacerse de la mía para así poder acariciar mí melena. Su tacto familiar hace que empiece a despertar y, por un instante, no recuerdo donde estoy ni lo que ha pasado. Sólo disfruto del calor de su manos. Cuando vuelvo a la realidad siento un leve dolor de cuello y espalda sin duda provocado por la posición en la que he dormido. Busco con urgencia los ojos de Tom y me encuentro con su sonrisa.
-Buenos días, nena- me susurra.
-¿Estás bien, Tom?- le pregunto angustiada.
-Ahora que tú estás aquí, si- me responde con ternura.
Por un instante desearía ser yo la que hubiese sufrido un accidente. Me gustaría padecer lagunas de memoria que me permitieran olvidar lo que sucedió ayer. Lo que le ocurrió a Charlotte, la reacción de Tom, lo que sucedió más tarde en su casa, cómo le había dejado... El dolor de esos recuerdos se clava en mí alma haciéndome añicos el corazón.
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CITY OF LONDON
RomanceLiz Evans empieza a trabajar en una importante empresa financiera de la City de Londres. Ella y sus mejores amigas, Claire y Charlotte, son las asistentes personales de tres altos ejecutivos de la compañía. Su sencilla vida cambia por completo al c...