39

125 10 0
                                    


Mientras tanto, en el apartamento de Jason...

Jason siempre me hace sentir bien. Siempre que he necisitado un hombro en el que llorar él ha estado ahí para mí. Cuando buscaba una via de escape él me ofreció la casa de su abuela y me consiguió un nuevo empleo. Se ha ocupado de ayudarme con la casa, de recogerme y de hacer que mi tiempo pasara volando. Siempre tiene la mano tendida para mí. La vida a su lado es tan sencilla...¡Jason es tan dulce!

El brazo de Jason sigue rodeando mí cintura mientras subimos en el ascensor. Ya en el interior de su apartamento sus ojos buscan complicidad en los míos. No sé si es el alcohol o que estoy harta de sentirme tan triste y vacía por dentro, pero le mantengo la mirada. Aunque tengo que repetirme una vez más que mí relación con Tom ya se acabó. Y cuando su imagen ronda mí cabeza me recuerdo que fué él quién me dejó. Creo que estoy dispuesta a dejarlo atrás de una vez por todas, pero me falta convencimiento.

Jason sirve champán en un par de copas sin permitirme que me aleje demasiado de él. Sus dedos acarician mi mano antes de depositar una de las copas en ella. Adoro cómo Jason me mima y cuida de mí. Pero mis sentimientos se agitan en mí cabeza cómo si se tratase de una olla a presión. No estoy segura de si estallarán. La mente se me queda en blanco cuando los labios de Jason rozan los míos. Y cuando los asalta de nuevo se me pone el vello de punta. ¿Realmente estoy preparada para dar este paso?

Jason acaricia delicadamente mí rostro para seguir descendiendo por mi cuello. Sus dedos son muy dulces. Yo trato de imitarle algo insegura.  Mis manos se pierden por su piel de chocolate. Me detengo sobre el primer botón de su camisa. Tengo que liberarme de la imagen de Tom para poder desabrocharlo.

Le acaricio. Mis dedos parecen tener vida propia. Y Jason, alentado por mis actos, busca la cremallera de mí vestido. Sus labios permanecen imantados a mí cuello para después seguir el camino hasta los míos. Termino de quitarle la camisa y reconozco al Jason del gimnasio. Quizás siempre debió ser así. Quizás Jason era el chico para mí.

Mi vestido yace en el suelo, preludio de donde acabarán los pantalones de Jason. Ya tan sólo con la ropa interior las manos de Jason se aventuran a descubrir mí cuerpo. Sus caricias son de miel.

-No sabes cómo deseaba poder tocarte...- susurra en mí oído. Y yo me pierdo en sus palabras y me dejo llevar.

Ya en su habitación, sobre las sábanas, sus labios exploran mí cuerpo. Yo intento concentrarme en el cosquilleo que me producen mientras me ponen la carne de gallina pero imágenes de cómo Tom me poseía invaden mí mente. Trato de ahuyentarlas. Parece cómo si mí cuerpo cambiara de temperatura con cada uno de mis pensamientos. La culpabilidad que siento por traicionar a Tom lo enfría y la necesidad de pasar página y olvidarlo de una vez lo calienta de nuevo.

-¿Va todo bien, Liz?- me cuestiona Jason ya que, por un momento, he dejado de prestar atención a sus caricias.

-Si...- aseguro en sus labios.

Las manos de Jason recorren mí espalda en busca del cierre del sujetador. Ya sin la prenda, su boca reparte besos de caramelo sobre mis pechos estimulando a la vez mis pezones. Excitada, contemplo cómo sus ojos me piden permiso para deshacerse de mis braguitas. Estoy dispuesta a seguir adelante.

Jason ya se ha puesto un preservativo y yo me concentro en recibir su plenitud en mí interior. Él me penetra lenta y sensualmente sin perder detalle de cada una de mis reacciones. Arqueo la espalda al sentirle tan dentro de mí. Al instante mis labios complacidos dejan escapar un gemido y echo la cabeza hacia atrás entreabriendo la boca.

Jason me ama muy delicadamente, cómo si fuese tan frágil que temiese romperme. Su cuerpo se transforma en caricias sobre mí piel. Y sigue repartiendo besos húmedos y calientes por toda mí anatomía, adorándome. Extasiada, elevo mis piernas para acabar enredándolas en su cintura mientras mis manos exploran su torneada espalda. Su modo de poseerme me lleva de nuevo a recordar que él no es Tom y la culpa cae sobre mí cómo un jarro de agua fría. ¿Qué estoy haciendo? Sé que Tom y yo ya no tenemos ninguna relación pero por momentos siento que le estoy siendo infiel. ¿Qué me pasa? ¿Acaso estoy volviéndome loca?

No quiero herir a Jason, no se lo merece, pero necesito que esto termine cuanto antes. En ese preciso instante, cuando más dudas tengo, Jason aumenta el ritmo de sus penetraciones jadeando en mí oído. Yo cierro los ojos con la esperanza de qué las sensaciones venzan la batalla a los sentimientos. Pronto Jason se deshace entre mis piernas gimiendo de placer y yo finjo estar igual de complacida. Para cuando alza su rostro en busca de mis ojos se percata de qué algo no va bien. Y es qué no puedo disimular lo que verdaderamente siento.

Jason me libera del peso de su cuerpo y ruedo hasta el otro extremo de la cama. ¡Me siento tan incómoda! Él no sabe cómo reaccionar. Finalmente decide acercarse a mí cuerpo pero no me toca para no incomodarme más. Puedo sentir el aliento de sus palabras en mí nuca.

-Liz, ¿he hecho algo que te haya molestado?- me pregunta preocupado.

-No. No eres tú, soy yo...- contesto entre lágrimas silenciosas- ¿Puedes llevarme a casa, por favor?

-Claro...- accede de inmediato.

Siendo consciente de la situación Jason incluso me concede intimidad para vestirme. ¡Estoy tan arrepentida de lo que he hecho! Ahora más que nunca tengo la certeza de qué Tom es el amor de mí vida. Él vive en mí interior. ¡Soy incapaz de dejarle marchar! El que me haya dejado, que me haya acusado sin razón, que me haya despreciado e ignorado, nada pesa más que el profundo amor que siento por él. Tom está instalado en mí corazón y no tiene previsto marcharse.

Con una actitud más fría de lo que desearía salgo de casa de Jason para subirme en su coche. Observo sufrimiento en su rostro pero no puedo hacer nada para subsanarlo. Le estaría mintiendo de nuevo.

Realizamos todo el trayecto hasta mi casa en silencio. Ya frente al edificio donde está mí apartamento salgo del coche abrazándome a mí misma. Hace frío y tengo el alma congelada, pero no acepto la chaqueta que Jason me ofrece. Su olor está por todas partes. Puedo olerlo en mí pelo y mí piel. ¡Necesito quitármelo de encima!

Muy distante, me despido de Jason con un gesto. Toda la complicidad que teníamos parece haberse esfumado. Cuando finalmente se aleja me siento cómo quién ve alejarse a un extraño. Siento indiferencia.

Subo a mí apartamento a toda prisa. Inmediatamente me dirijo al cuarto de baño. Me quito la ropa, me descalzo y me meto en la ducha. El agua ni siquiera se ha templado cuando ya estoy bajo el chorro. Moja mí cuerpo fría cómo el hielo, tan helada cómo mí corazón. Me siento sucia y estúpida. Ahora soy consciente de qué he tratado de engañarme a mí misma acostándome con Jason y sólo he conseguido hacerle daño. Cosa que no se merece para nada. No puedo pensar con claridad. ¿Qué he conseguido rompiendo con mí vida en Londres? ¿Por qué aunque me haya alejado de todo y de todos no he logrado distanciarme ni un milímetro de Tom?

Derrotada, me enjabono y me aclaro para repetir nuevamente la misma acción. ¡Ojalá fuera capaz de limpiar mí consciencia!


CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora