El miércoles, Jason y Paul acudieron a los Reales tribunales de Justicia de Londres. Yo acompañé a Paul para asistirle. Una vez al mes dedicaban la jornada a ofrecer asistencia legal gratuita en la oficina del consejo al ciudadano situada en el hall principal de tan solemne edificio. Habitualmente siempre había una larga fila de gente esperando para recibir ese servicio y aquel día no fue una excepción.
Entrando por la puerta principal, pasando bajo los pórticos decorados en su parte externa con tallas que reproducían los bustos de los jueces y abogados más ilustres, me quedé admirando lo minuciosamente detallados que estaban.
La mayoría de las paredes y techos de las salas de juicios del edificio están cubiertas de madera de roble. La construcción también cuenta con grandes escalinatas y bellísimas galerías de mármol. Nunca antes había visitado este lugar y su majestuosidad me impresionó de veras. Además me pareció un gesto muy generoso, tanto por parte de Jason cómo de Paul, que dedicasen parte de su tiempo a ayudar a los demás.
Tras unas horas de voluntariado nos disponemos a abandonar los tribunales. Jason y Paul caminan unos metros delante de mí. Jason ha insistido en llevar mí bolso, ya que yo cargo con el maletín de Paul, pero yo no se lo he permitido. Justo frente a la salida el ir tan cargada me juega una mala pasada. Después de dar un traspiés, aunque no llego a caerme, varios de los documentos que porto acaban esparcidos por el suelo. Uno de los encargados del control de acceso, que atendía a unos turistas facilitándoles un mapa del edificio, se acercó inmediatamente a ayudarme.
Jason y Paul, que iban enfrascados en una de sus acaloradas conversaciones sobre la interpretación de las leyes, ni siquiera se habían percatado de mi pequeño percance y ya estaban en el exterior.
Cuando acabé de recoger los documentos aceleré el paso para alcanzarles. Ya en la calle divisé a un hombre alto y corpulento que se acercaba al lugar a toda prisa. Antes de qué pudiera reconocerle Tom ya se había encarado con Jason propinándole un primer puñetazo. Paul trató de reducir a Tom para así defender a su amigo pero él casi le doblaba en tamaño, por lo que poco podía hacer.
Sin pensármelo dos veces corro hacia ellos. Tras esquivar varios golpes consigo acercarme a Tom. Jason había pretendido frenar la furia de Tom tirando de la chaqueta de su traje. Incluso había arrancado parte del forro interior de la misma. Tom tenía la piel del rostro enrojecida por el odio que le tenía a Jason. Él , en un primer momento, había tratado de no entrar al trapo y no había devuelto los golpes, pero finalmente no le quedo más remedio que defenderse.
Aún a riesgo de llevarme un puñetazo rodeo a Tom con mis brazos rogándole que se detenga.
-¡Tom, para por favor! ¡Tom basta ya! ¡Para!- le suplico.
Pero Tom no atiende a razones así que decido apoyar mi rostro en su espalda tratando así de apaciguarle.
-¡Tom, no le hagas daño, por favor!- le ruego con lágrimas en los ojos.
-¡Nena, suéltame!- me exige. Pero yo no le obedezco.
Al comprobar que me resisto se gira buscando mi rostro. Lo encuentra roto por el sufrimiento que me provoca la situación. De nuevo Jason esta pagando por algo sin ser culpable de nada y me parte el corazón ver al amor de mí vida tan descontrolado y violento.
Al contemplar mi gesto cambia de actitud y rodea mí cintura con sus grandes manos. Cuando acerco mí mano a su mejilla, y ante la cercanía de sus labios, compruebo que su aliento apesta a alcohol. Tom está borracho de nuevo y es incapaz de controlar su ira. Parece que otra vez soy yo la única que puede calmarle. Sus ojos me piden auxilio y por un momento dudo. No puedo negar que mí corazón todavía le pertenece, pero es el mismo corazón que tengo apaleado y malherido por su culpa. Paul, que no entiende nada de lo que sucede, ayuda a Jason a ponerse de nuevo en pie.

ESTÁS LEYENDO
CITY OF LONDON
RomanceLiz Evans empieza a trabajar en una importante empresa financiera de la City de Londres. Ella y sus mejores amigas, Claire y Charlotte, son las asistentes personales de tres altos ejecutivos de la compañía. Su sencilla vida cambia por completo al c...