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Afortunadamente cuando aparcamos el coche ya ha dejado de llover.

Ya en Bow Street pasamos junto a la estatua de la joven bailarina. Frente a nuestros ojos lucen imponentes las columnas de la fachada del Royal Opera House.

Pasar tantos nervios para llegar a tiempo y el tener que compartir espacio con la familia de Tom de una manera tan "oficial" hace que me tiemblen las piernas, pero ya es demasiado tarde para dudar. Nos disponemos a cruzar las puertas que dan acceso al hall del edificio. Tom coge mi mano con fuerza y eso me aporta la seguridad que necesitaba. Pronto soy el centro de atención.

Al ver que todo el mundo me observa miro a Tom desconcertada.

-Es normal, nena- asegura leyendo mis pensamientos- brillas con luz propia.

Y cómo si de un desfile de moda se tratase me mantengo en mí papel,  camino desprendiendo elegancia. De la mano de Tom saludo con un gesto a las personas a las que él saluda de pasada. No se detiene a charlar con nadie. Ha localizado a su padre y se dirige directamente hacia donde se encuentra. Ambos se saludan pero el señor Taylor no me quita el ojo de encima.

-¡Estas preciosa, Elisabeth!- me piropea con énfasis.

-Gracias, señor Taylor- le respondo educadamente.

-Puedes llamarme William. Ahora no estamos en la oficina y creo que podemos mantener un trato más informal- dice buscando la aprobación de su hijo con la mirada.

Entre la gente, integrada en un grupo de personas ubicado a unos metros de distancia, Margareth, la madre de Tom, le hace un gesto para que se acerque. Tom tira de mí mano para que le acompañe pero yo clavo mis pies en el suelo suplicándole que vaya él solo. No me hace falta cruzar ni una palabra más con su madre para darme cuenta de qué no soy santo de su devoción. Finalmente me susurra al oído que volverá enseguida y se aleja dejándome junto a su padre.

-¡Mirad, es mi querido hijo Thomas!- anuncia su madre mientras él le da un beso en la mejilla.- Tom, ¿recuerdas a Catherine y a su madre, la Condesa de Rutland?

-Señoras- les saluda él con un galante gesto con la cabeza.

-Esta noche ellas serán nuestras invitadas en el palco, junto a los señores Jenkins, por supuesto- le indica su madre.

Tom sonríe. Se esperaba algo así. Su madre siempre ha estado obsesionada con que se casara con un miembro de una familia de alta alcurnia. Los Taylor son una familia adinerada pero la matriarca siempre había deseado que un buen apellido decorara el escudo heráldico de su descendencia.

Tom está ausente en compañía de esas personas. No atiende a las conversaciones que surgen a su alrededor. Desde la lejanía me busca con la mirada. Me observa sin perder detalle de cada uno de mis gestos. Minutos más tarde frunce el ceño. Se ha dado cuenta de qué sonrío a alguien y no es a él. Entre los rostros de tanta gente desconocida he divisado a Jason, el chico con el que suelo coincidir en el gimnasio. Supongo que el estará tan sorprendido cómo yo de verle aquí.

A lo lejos me saluda tímidamente y yo le respondo con una amplia sonrisa. Tom no ha perdido detalle de lo ocurrido y, con gesto serio y un "si me disculpan" se deshace de la gente que le rodea dejándoles con la palabra en la boca. No le he visto acercarse pero ya le tengo a mí lado. Al instante me coge de la mano con ímpetu y le comunica a su padre que nos reuniremos con ellos en el palco. Cuando estamos lo suficientemente alejados de oídos indiscretos se dirige a mí.

-¿Quién era ese?- me pregunta furioso.

-¿Quién era quién?- le cuestiono sin saber a quién se refiere exactamente.

CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora