Ya hemos llegado a casa y nada más cruzar el umbral de la puerta Tom me pregunta si tengo hambre. Casi puedo escuchar el ruido que hacen sus tripas así que le acompaño hasta la cocina.
la señora Reed ha dejado en la nevera salchichas Cumberland con puré de patatas y salsa de cebolla. También ha preparado una dulce y avainillada crema Custard. Toda la comida está perfectamente etiquetada y distribuida en raciones individuales dentro de tuppers listos para servir.
Tom calienta las salchichas y el puré en el microondas mientras yo me dispongo a abrir el armario donde guardamos las galletas y me hago con una tableta de chocolate.
-¿Cuándo has comprado esa tableta de chocolate?- me pregunta intrigado.
-El mismo día en que compré esta, esta y esta otra- respondo mostrándole el arsenal de dulces que oculto tras el tarro de cookies.
-¡Pequeña golosa! Sólo te dejaré probar el chocolate si antes comes un poco de esto- me advierte sacando el tupper del microondas dispuesto a distribuir su contenido en dos platos.
Pero a mí, tan sólo el aroma de la comida caliente, me provoca unas repentinas náuseas. Al instante corro hacia el cuarto de baño más cercano. Tom, al verme con la mano en la boca tratando de contenerme, corre tras de mí.
Para cuando Tom entra en el baño yo ya estoy vomitando arrodillada frente a la taza del wáter. En el acto sujeta mi melena con una mano a la vez que desliza su otra mano por mí espalda intentando darme consuelo. Después de acabar tiro inmediatamente de la cadena y me lavo la boca en la pica del lavabo.
Tom se me acerca por detrás posando amorosamente su mano sobre mi vientre.
-Nena... ¿Estás...estás embarazada?- titubea desconcertado.
-¡No, no! Me ha venido el periodo en casa de mis padres y tengo el estómago algo revuelto- aseguro.
-Liz, no me importaría..., a mí me gustaría que estuvieras embarazada, que tuviésemos un bebé, nuestro bebé- añade con ternura.
Tras escuchar sus palabras no me demoro ni un instante en besarle muriéndome de amor por él.
-¿Crees que podríamos esperar un poco antes de llenar la casa de pequeños Taylor?- le cuestiono bromeando.
-Si, creo que podríamos esperar un poco...- responde sonriendo.
-Me encuentro fatal. Me voy a ir a la cama- le indico.
-¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor, preciosa?- me plantea.
-¿Puedes abrazarme?- le sugiero haciendo pucheritos.
-¡Claro, nena!- afirma rodeándome con sus fuertes brazos- Me meteré en la cama contigo hasta que te quedes dormida.
-¿Pero no estabas hambriento?
-Se me ha quitado el apetito...- dice dirigiendo su mirada hacia la taza del wáter.
Y nos vamos hasta nuestro dormitorio cogidos de la mano. Yo me desvisto para después cubrirme con una camiseta vieja de Tom además de uno de sus boxers. Necesito sentirme lo más cómoda posible. Él abre la cama y me sitúo en el lado izquierdo hecha un ovillo. Tom se acomoda detrás de mí y con el calor que desprende su cuerpo me reconforta calmando mis dolores. Finalmente me duermo entre sus acogedores brazos.
A la mañana siguiente, cuando me despierto, estoy sola en la cama. Me sorprende la claridad que entra por la ventana pero, ¡me siento tan descansada! Además, mis dolores menstruales han desaparecido.
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CITY OF LONDON
RomanceLiz Evans empieza a trabajar en una importante empresa financiera de la City de Londres. Ella y sus mejores amigas, Claire y Charlotte, son las asistentes personales de tres altos ejecutivos de la compañía. Su sencilla vida cambia por completo al c...