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Mi vida sin Tom.

Día 2

Amanece un nuevo día y la alarma del despertador suena sin previo aviso. Son las seis, toca ir al gimnasio. Claire y Charlotte me sacan a rastras de la cama. Apenas he dormido. ¡Lo último que me apetece es hacer ejercicio!

Salimos de casa y me cubro la cabeza con la capucha de la sudadera. Me gustaría desaparecer. Si no existiera no tendría que soportar este dolor, no sentiría nada.

Entro en el gimnasio cabizbaja y me subo a una de las cintas de correr. Con el ejercicio pronto me sobra la sudadera pero no me deshago de ella. La prenda parece poder aislarme del resto del mundo. Sigo con la carrera, sin controlar el tiempo, sin desabrigarme, fijando mí mirada en el infinito.

Jason, Jack y Sam entran en la sala de maquinas sonriendo entre bromas. Jason viene a mí encuentro en cuanto me ve. Me doy cuenta de qué mi vida era la única que había cambiado. Todo el mundo seguía con su rutina. La misma rutina en la qué ahora me veo atrapada e insegura. ¡Me siento cómo si acabara de saltar de un tren en marcha!

-¡Hola Liz! ¿Cómo estás?- me pregunta Jason situándose en la cinta de correr contigua a la mía.

Tan sólo con un intercambio de miradas le basta para evaluar el estado de ánimo en el que me encuentro.

-Sobreviviendo...- contesto tras un profundo suspiro.

-Sabes que puedes contar conmigo...- añade-... siempre que me necesites estaré aquí para echarte una mano.

Jason siempre  ha sido muy amable y comprensivo conmigo. Me ha respetado en todo momento y no es consciente de lo presente que ha estado en mí relación con Tom. Sin ánimo de provocarlas ha resultado ser el motivo de la mayoría de nuestras peleas. Aunque, en realidad, la culpa la han tenido los celos enfermizos de Tom. Sé qué Jason no es el responsable de lo que ha ocurrido entre Tom y yo pero no puedo evitar sentirme un poco irritada con él.

Estoy agotada, por lo que decido bajarme de la cinta de correr. Hace un rato que no me hidrato y me siento muy sofocada. De repente todo da vueltas a mí alrededor y pierdo el equilibrio. Por suerte Jason se da cuenta de lo que me ocurre y, haciendo gala de unos buenos reflejos, me retiene entre sus brazos evitando así que caiga redonda al suelo.

Cuando al fin soy consciente de lo que me ha sucedido estoy rodeada por Claire, que me hace aire con uno de los folletos publicitarios del gimnasio, Charlotte, que refresca mi rostro con agua, y Jack, que sujeta mis piernas en alto.

-¡Oh, Liz! ¿Cómo te encuentras?- me pregunta Charlotte acercándome una botellita de agua a la boca- Bebe un poco.

Yo asiento con la cabeza y le hago caso.

Entre Claire y Charlotte me quitan la sudadera para que mi cuerpo regule mejor la temperatura. Acto seguido me incorporo lentamente agarrada al cuello de Jason. Él sujeta mi mano reconfortándome. Nos sentamos en uno de los bancos de la sala mientras trato de recuperar el aliento.

La alarma de nuestros teléfonos móviles suena de nuevo rompiendo la calma que se había instalado después de mi desvanecimiento. Acto seguido vamos hacia los vestuarios y, tras una ducha rápida, salimos del gimnasio con la hora pisándonos los talones. Después de lo ocurrido Jason se ofrece a acompañarnos a casa en su coche. Fuera hace frío y está empezando a llover así que aceptamos encantadas.

Jason detiene el coche frente a nuestro edificio. Claire y Charlotte salen de su interior a toda prisa. Mientras tanto Jason me sujeta la puerta para que pueda salir con facilidad. Aún algo mareada le agradezco el gesto. Cuando me dispongo a despedirme de él me sujeta por el brazo con delicadeza.

-Liz, ¿va todo bien?- me cuestiona preocupado.

-No. Nada va bien. Tom y yo hemos dejado definitivamente nuestra relación. Se ha acabado y parece que también está acabando conmigo- respondo intentando contener las lágrimas.

-Liz, yo...lo siento...- asegura sin demasiada convicción.

Tras despedirme de Jason voy hacia la puerta del edificio arrastrando los pies. Toca ir a trabajar y el día tira trágicamente de mí sin que consiga tener el control de la situación. Tom no está en ninguna parte y su ausencia me destroza. Todo lo vivido junto a él ahora me parece un sueño de esos que te cuesta recordar cuando despiertas. Un sueño que se esfuma de tu mente antes de qué puedas tomar consciencia de él.

Estoy segura de qué hoy no veré a Tom. ¿Qué sentiré cunado le vuelva a ver? ¿Llenará su presencia mí vacío? ¿Cómo reaccionará él?

El día sigue su curso y yo, absorta en el trabajo, no me doy cuenta de qué ya es la hora de comer. ¡Mi falta de apetito tampoco ayuda! Opto por comerme un sándwich de la máquina de autoservicio que hay en el comedor comunitario pero más de la mitad acaba en la basura. ¡No tengo hambre, no tengo sueño, si no resultara tan patética se podría decir de mí que soy un superhéroe!

Pasadas las tres de la tarde la señora Taylor aparece por la oficina desprendiendo prepotencia y hostilidad. Se acerca directamente a mi despacho con unas órdenes muy claras en mente. La semana pasada era su futura nuera y ahora me trata cómo a una perfecta desconocida.

-Elisabeth...- me nombra mirándome por encima del hombro.

-Buenas tardes, señora Taylor- respondo con educación. ¡Que ironía! Hace unos días yo también iba a ser la señora Taylor.

-Quiero que mandes un ramo de rosas a Catherine, la hija de la condesa de Rutland. En la tarjeta aclara que son de parte de Thomas- añade con retintín.

-Por supuesto, señora Taylor. ¿Le puedo ayudar en alguna otra cosa?- pregunto en un tono más que sarcástico.

-Si, Elisabeth. Necesito que reserves una mesa para dos en Launceston Place, para el jueves. Thomas va a invitar a Catherine a cenar. ¿No es encantador?- añade con una media sonrisa burlona en el rostro.

-Si, señora Taylor- respondo poniendo los ojos en blanco.

Flores, cena... ¿Cómo es posible que Tom salga con otra persona tan sólo unos días después de romper nuestro compromiso? ¡Y luego era yo quién mantenía una relación paralela!

Me siento herida, débil y abatida. Así debe de ser cómo se siente un juguete roto. ¡Parece que viva en una pesadilla de la que soy incapaz de despertar!

Acabada la jornada laboral las chicas y yo volvemos a casa. Nada más cruzar la puerta de nuestro apartamento me dirijo a mí habitación. No quiero saber nada de nadie. No quiero sentir nada. Necesito dejar la mente en blanco.

Entro en mí dormitorio y me siento sobre la cama. Mis ojos no tardan en llenarse de lágrimas. El día está llegando a su fin. Mi segundo día después de que acabara mi relación con Tom. No sé si sobreviviré a esto.

Claire y Charlotte no tardan en acudir para darme consuelo. Claire me coge la mano mientras me desahogo con ella. Me escucha mientras vomito mis sentimientos en bucle dejando que el dolor me martillee el corazón. Charlotte me rodea con sus brazos apoyando su cabeza sobre mi hombro, dándome así todo su calor.

Nunca me había sentido tan rota por amor. Pensándolo bien puede que nunca hubiera amado de verdad antes. Parece que vaya a quedarme sin respiración.

Mas tarde, en la soledad de mí habitación, invoco a la niebla para que se instale en mí cabeza. Sólo así podré dormir.


CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora