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Llegamos a la oficina justo a tiempo. El reloj marcaba las nueve en punto cuando el ascensor se ha detenido en la planta 12. Los clientes ya esperan a Tom en una de las salas habilitadas para ello.

Antes de entrar en su despacho, Tom me encomienda ir a recoger unos zapatos que había encargado meses atrás en John Lobb . Para mí sorpresa deposita las llaves de su Ferrari en la palma de mí mano. Yo las contemplo y después le miro a él. Repito la misma acción varias veces y, finalmente, decido devolvérselas.

-Usaré uno de los coches de la empresa- le confirmo.

-Cómo quieras, nena- dice antes de guiñarme un ojo a modo de despedida.

Acto seguido me dirijo de nuevo al ascensor. Con él desciendo hasta el parking del edificio y me acerco a la garita donde permanece Bob, el encargado de mantenimiento.

-¡Buenos días, Bob!- le saludo con una sonrisa.

-¡Buenos días señorita Elisabeth! ¿Cómo está?- me pregunta cortésmente.

-Bien, gracias.

-¿En qué puedo ayudarle?- me cuestiona.

-Necesito un coche- le informo.

-¿Quiere el mismo Mini de siempre?- me propone mientras busca las llaves en la taquilla.

-Si está disponible, lo preferiría- aseguro.

-Aquí están las llaves- dice entregándomelas.

Tras agradecerle su atención me despido de él y me subo al coche. A continuación salgo del parking rumbo a St. James Street. Nunca antes había visitado la zapatería John Lobb, que es más que una institución en el mundo del calzado. Por suerte consigo aparcar cerca del establecimiento. Está lloviznando.

Ya en el interior contemplo la sala en la que se exponen en vitrinas multitud de modelos de zapatos. ¡Entre estas paredes hay mucha historia! Varios clientes se toman medidas de sus pies. Aquí los zapatos se hacen artesanalmente y tienen fama de ser los mejores del mundo.

Me atienden muy amablemente y más cuando explico que vengo a recoger el encargo del señor  Taylor. Ya con los paquetes en la mano salgo del comercio. Nada más pisar la calle escucho cómo alguien me llama.

-¡Elisabeth! Encantado de volver a verte.

-Igualmente, Jeff- respondo por educación.

Cómo era de esperar tras su disputa con Tom, él también tiene un ojo morado y un golpe en el labio.

-¿Podemos hablar un momento?- me pregunta.

-¡Lo siento! Tengo mucha prisa...- contesto intentando marcharme.

-Sólo será un minuto- dice cogiéndome fuertemente por el brazo.

Tras observar su actitud decido acceder a su petición. No quiero montar un espectáculo en medio de la calle.

-¿Cuanto te paga Tom? ¡Yo te pagaré el doble!- dice sin andarse con rodeos.

-¡No soy una puta! Estoy licenciada en económicas- le rebato.

-Mejor. Así podemos hablar de negocios- asegura Jeff.

-¡No tengo nada que hablar contigo!- digo dando un paso atrás, pero me detengo al contemplar su mirada amenazadora.

-Eres preciosa y yo ya estoy harto de zorras interesadas. Sólo quiero llevarte de la mano, uno, o como mucho un par de críos y que me calientes la cama. A cambio tendrás todo lo que desees: coche, casa, quizás una casa para tus padres o hermanos... Tarjeta de crédito sin límite, joyas, pídeme lo que quieras y lo tendrás.

CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora