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Escucho música, proviene del salón. Cómo de costumbre las chicas bailan mientras terminan de prepararse para salir.

Salgo de mi habitación. Claire se marca las puntas de la melena con el rizador de pelo. Charlotte tiene sobre su cama decenas de vestidos. Como de costumbre es incapaz de decidir que ponerse. Yo me meto en la ducha y salgo con el pelo enrollado en una toalla. Las chicas han preparado sándwiches. Quieren tener algo en el estómago antes de empezar a tomar cocktails.

-¡Por fin te has levantado, bella durmiente!- exclama Charlotte al verme.

-¡Vamos, alegra esa cara! ¡Nos vamos a Ministry of Sound!- añade Claire bailando sensualmente.

Yo subo el volumen de la música. Suena "I love it" de Icona Pop. Tras tomar un sorbo de uno de los mojitos que hay sobre la mesa empiezo a bailar con ellas. Pronto la estancia está llena de risas.

Más tarde, me seco la melena boca abajo, intentando alisarla sin tener que usar la plancha para el pelo. Ya me he maquillado. Me he pintado la raya de los ojos de negro exageradamente marcada. En mis labios un toque de gloss rosa chicle que se perderá en los bordes de las copas que me tomaré esta noche. Me he puesto un vestido negro demasiado corto para el día a día. Tiene un espectacular escote en la espalda. Mis zapatos destacan por su tejido acharolado. ¡Estoy lista para disfrutar de la noche!

Cuando estamos a punto de salir llaman a la puerta. Calire, Charlotte y yo nos miramos extrañadas. No esperábamos a nadie. Me adelanto un paso y abro la puerta de par en par. Casi se me salen los ojos de las órbitas cuando contemplo quién hay tras ella. ¡Es Tom!

Le observo con sorpresa, a continuación giro la cabeza y miro a Claire y Charlotte, que me miran igual de alucinadas.

-Claire, Charlotte- dice Tom saludando a las chicas- Liz, ¿podemos hablar un momento?

Yo asiento con la cabeza y salgo al rellano dejando la puerta entreabierta. Tom me mira seriamente. No parece el mismo Tom de esta mañana.

-Liz, esta noche tengo una reunión en la que necesitaría que me tradujeras. El tiempo que emplees se te facturará como horas extras- me informa en un tono muy formal.

Dudo durante un instante. No me gustaría que una negativa por mi parte me comportara alguna consecuencia en el trabajo.

-De acuerdo. Dame un minuto para cambiarme de ropa- digo bajando la mirada para acabar fijándola en el suelo.

-No hace falta. No vamos a la oficina- asegura Tom.

-Necesito mi bolso, enseguida salgo- digo entrando de nuevo en el interior del apartamento.

A continuación hablo con las chicas para explicarles que no puedo ir con ellas. Todo mi ánimo a decaído en un segundo. Reconozco que volver a ver a Tom me ha provocado ciertas mariposas en el estómago. ¡Que estúpida soy!

Aunque el cambio en el trato ha sido brusco, este es el tono que debe tener una relación jefe- empleado. Respiro hondo y salgo de casa cerrando la puerta tras de mí. Sigo a Tom, siempre un paso detrás de él.

Tom me abre la puerta del vehículo y subo en él. Me permito mirarle de reojo. Todavía lleva puesta la camisa que yo vestía esta mañana. Conduce en silencio durante unos diez minutos. Luego detiene el coche en una calle solitaria, bajo la luz de una farola, y se desabrocha el cinturón de seguridad. Acto seguido sujeta mi rostro obligándome a mirarle. Sus ojos cambian en un instante. Ahora se disfrazan de los ojos del Tom con el que había pasado la noche. Mis labios se separan expectantes, pero no sé que decir.

-No hay ninguna reunión- confiesa- En realidad llevo todo el día con tu aroma encima. Lo llevo en mi piel, en mi ropa, lo he olido en mis sábanas. Tengo el tacto de tu piel en la yema de mis dedos y el sabor de tus labios en mi boca. Estas en mi cabeza y creo que voy a volverme loco si no te tengo otra vez. Dime que tú también lo deseas- dice pasándome el pulgar por el labio inferior.

CITY OF LONDONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora