El Curioso Caso de los Incomprendidos

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4 años antes

Oscar Castillo era hijo único y odiaba serlo.

Lo odiaba porque siempre se sentía solo. Sus padres tenían el único hotel "decente" en el pueblo, motivo por el cual nunca estaban en casa, para ellos el negocio iba primero que la familia y sabía que tenía que ser así, Oscar tenía todos esos privilegios gracias a ellos pero... era sólo un niño de once años en aquel entonces ¿Qué podría saber alguien de esa edad de sacrificio y trabajo duro? Oscar sólo quería que su padre llegará a casa y jugará con él, quería que su mamá estuviera en la noche para cuando las pesadillas regresarán, él pudiese correr a sus brazos y sentir que nada malo iba a pasarle.

Oscar no tenía a nadie.

Amigos del colegio y buenas maestras no eran nada cuando la escuela terminaba y él tuviese que regresar a esa enorme casa vacía...

Hace un año las cosas eran distintas... muy distintas porque cuando el timbre de la salida tocaba el fin del día él no estaba solo, porque una chica de cabello oscuro lo esperaba sentada en las bancas del patio, una chica que llenaba ese espacio, que había sido luz y seguridad, una chica que ya no estaba ahí.

Un eterno recordatorio que nadie se quedaba a su lado.

Sillas vacías en sitios vacíos.

Oscar apartó la mirada de ese lugar antes de que sus ojos se inundaran de lágrimas. Delante de él sus compañeros esperaban atentos a sus padres, los niños se colgaban del cuello de su madre para darle un beso, sus hermanos mayores los cargaban y les revolvían los cabellos cariñosos... Oscar estaba de pie, frente al portón viejísimo del colegio, de pie... esperando a que el chofer llegará por él.

–¡Fíjate por donde vas rarito!– gritaron unos niños a sus espaldas, Oscar se volvió al escándalo.

Tirado en el suelo había un niño que conocía muy bien, su nombre era Antuan. El chico tenía palmas y rodillas en la banqueta, sus cosas estaban regadas a su alrededor y su cabello tan castaño le caía a los ojos, ocultándole el rostro.

Antuan no se movió, se quedó unos momentos en esa posición y Oscar creyó por un momento que estaba llorando pero grande fue su sorpresa al notar que no ocurría eso, Antuan se levantó de un salto y como si nada hubiese pasado recogió sus cosas y decidió seguir adelante.

Sus ojos se encontraron.

Antuan tenía la vista seria, sin emociones. Esos ojos verdes lo miraron con frialdad y Oscar se sonrojó porque nadie antes le había sostenido la mirada de esa manera.

Y sin cruzar palabra el chico de los ojos de esmeralda caminó dejándolo atrás. Oscar lo siguió con la mirada, atravesando la carretera estaba una mujer muy rubia que cogió de la mano al niño llevándolo a casa.

Hasta el raro de la escuela tenía una madre que lo recogía.

No despegó su vista, era como si un imán lo atrapará y no lo soltará, no fue hasta que un auto de color negro se estacionó frente a él ocultándole la vista.

– Señor Castillo– lo llamó Manu, el chófer – Vamos, no nos retardemos tanto. Hoy va a cenar con sus padres.

Y entonces sí que llamó su atención.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora