El Secreto de Antuan ©

I. Los Cuervos de Don Jorge

Capítulo 1: Los Cuervos de Don Jorge

Fascinantes criaturas son los cuervos.

Durante años estas aves han acompañado al ser humano como protectores, han inspirados muros y leyendas alzándose como bandera de lo desconocido. En diferentes países los cuervos han sido sinónimo de muerte y malos augurios sin embargo, estos seres alados son todo una fascinación.

Se encontraba como uno de los animales más inteligentes del planeta. Tienen una excelente orientación por lo que en diferentes ocasiones los humanos los han retenido como mensajeros, impresionantes criaturas son los cuervos que avecinaba la desgracia y la terrible oscuridad... quizá y por eso Antuan parecía estar tan fascinado con ellos.

- Si los acostumbras a tu olor regresan siempre a ti—le explicó Don Jorge. Eran cerca de las seis de la mañana.

El abuelo de Emma despertaba muy temprano su rutina era muy estricta: siempre a las seis de la mañana se obliga a bajar a la parte trasera de su hogar donde junto a algunas aves de corral estaban sus cinco cuervos que entrenaba para algunos oficiales que iban al bosque. Antuan solía acompañarlo siempre que podía, a veces demasiadas.

Aquel viernes de Agosto no era la excepción, cuando Don Jorge bajo con la comida de sus mascotas preferidas se encontró al chico esperándolo en el patio trasero enfundado en su impermeable y bufanda oscura, aguardando por él.

- Ojalá mi mamá me dejará tener uno- se lamentó. Don Jorge que estaba colocando fruta picada en la jaula de las aves le sonrió con ternura. Para él Antuan era como un nieto, era un buen chico porque después de todo ¿Quién más le ayudaba a un anciano como el sin querer nada a cambio?

- Siempre te han gustado ¿Verdad?- Antuan se encogió de hombros mientras ayudaba al abuelo a cargar el cubo de comida. Don Jorge observó el muchacho que miraba fascinado a su aves y luego tras pensarlo unos minutos tuvo una idea.- ¿Cuál es tu favorito?

- ¿Disculpe?

- De ellos- insistió- ¿Cuál es tu favorito?

Antuan miró a la jaula y de entre los cinco cuervos negros identificó a uno. Su nombre era Sombra era el más joven de ellos, tenía solamente un año y medio. Cuando los forestales lo trajeron a la casa de Don Jorge Antuan estaba presente y le dejaron poner nombre él lo había llamado de esa manera porque siempre terminaba ocultándose tras lo demás como si fuera...pues eso, su sombra.

Antuan lo señaló y el anciano asintió como si estuviese esperando esa respuesta obvia.

- Quédatelo- le dijo.

- ¿Qué?- parpadeó confundido. El abuelo que había terminado de colocar su comida le arrebató el cubo de las manos frías del muchacho y asintió. - ¿Me lo esta regalando?

- Obviamente- sonrió. Antuan miró a la jaula en dirección de Sombra. El cuervo picaba con afán un pedazo de manzana que había apartado de la comida y de sus hermanos.

–¿Es en serio?

–Muy en serio- contestó, el chico de los ojos verdes sonrió con ilusión. En verdad, en verdad quería un cuervo, no tanto como mascota sino más bien como compañero. Con una ave como esas él podía entrenarlo bien hacer que lo reconociera, entrenarlo para enseñarle el camino a casa, para protección por si algún día tuviese que entrar al bosque y entonces... entonces por más perdido que él estuviese Sombra, podría guiarlo a casa... - Pero tienes que pedir permiso.

- ¿Qué?

- No quiero más problemas con tu mamá Antuan- dijo el abuelo mientras llenaba un caso de agua y lavaba el cepillo con el que peinaba a los animales- ¿Crees que no sé que deberías estar en la escuela en lugar de estar aquí?