Las ramas crujieron debajo de sus botas y el viento de septiembre le dijo con un susurro que estaba en el lugar correcto. Eran las seis de la tarde y Antuan Moulian de 19 años miraba aquel paisaje triste con cierta melancolía.
Una gruesa cadena se tensó desde su pecho hasta el infinito arrebol que todo lo cubría, el chico de ojos verdes cerró los párpados con pesar y entonces continuó caminando. El bosque lo guió entre sus senderos, él caminó con paso lento, quebrando con sus botas las pequeñas ramas que se habían caído. El sonido de los muertos era tan silencioso que perturbaba la calma del lugar.
Entonces más allá de los enormes arboles escondidos entre la maleza se hallaba los vestigios de una cabaña que se caía a pedazos, las paredes de madera estaban enegresidas, testigos de un incendio espeluznante que había ocurrido hace mucho tiempo y que aún no podía borrarse de la historia.
Antuan caminó en dirección de lo que alguna vez fue una puerta. Y entonces pudo ver con más claridad el interior de esta. Dentro había una pila de madera recién cortada, él mismo junto a Don Jorge la había cortado y con ayuda de su camioneta la había podido trasladar hasta ahí. Antuan se encogió cerca de una caja de herramientas y sacó de ella un serrucho que le serviría para cortarla en trozos.
- No deberías de haber venido- le dijo a la persona que estaba en sus espaldas. - Puedo hacer esto solo.
-¿En serio?- le respondió Pablo con un deje de diversión. El oficial se acercó hasta donde estaba el muchacho que había tomado por la mitad una de esas tablas y media con precisión donde cortar. - La verdad esque, concuerdo contigo Antuan. No debería haber venido aquí. - le dijo, Antu tomó el serrucho y con fuerza comenzó a cortar.- La verdad esque, tú tampoco deberías estar aquí.
-Es medio día Pablo- le dijo hastiado- Mi turno empieza en tres horas.
- De hecho- caminó hasta quedar frente al muchacho-, empieza en una hora. Ayer no fuiste a la comisaría se supone que te tocaba guardia- Antuan chasqueó la lengua como si eso le pudiese cortar la importancia. - ¿Dónde estabas?
-Tú sabes dónde estaba- le dijo mientras dejaba el pedazo cortado y tomaba otro para medirlo.- No me molestes con lo obvio.
Pablo dejó salir una risita de incredulidad- ¿Te estas oyendo chico? ¡Esa no es la forma en la que deberías hablarle a tu superior!
-Fuera del trabajo, no eres mi superior Pablo.
El oficial no le chistó más, en primer lugar por que él tenía razón fuera de la comisaría Antuan no era su alumno y él no era su superior y en segundo porque no le veía caso seguir peleando por lo obvio. El chico siempre hacía lo que le venía en gana, en cierto aspecto le recordaba a él hace unos años atrás.
Pablo lo dejó hacer su trabajo y miró entonces los alrededores de ese lugar, el muchacho había hecho un trabajo impresionante. Dentro había reconstruído ya dos de esos cuartos que antes había sido cenizas. Si bien a Antuan aún le faltaba trabajo por hacer este ya era menos.
-¿Quieres que te eche una mano?- le preguntó desde una esquina. Antuan negó con fuerza la cabeza.
Pablo ya se lo esperaba. Antuan quería terminar aquello por su cuenta, él no lo entendía ¿Por qué? Antuan había estado los últimos años obsesionado con esa cabaña, para Pablo aquello era una locura porque después de todo, hace años atrás fue el mismo Antuan quién la incendió hasta los cimientos.
- ¿Tienes alguna idea de quién fue quién la construyó en primer lugar? - le preguntó volviendo donde el muchacho. Las manos de Antuan se detuvieron abruptamente y sus ojos verdes se perdieron por un momento en la nada.
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El Secreto de Antuan ©
ParanormalMuy lejos de las luces de la ciudad, existe un bosque maldito... En él, grandes tragedias han sucedido. Todo aquel que ha entrado , jamás a salido. Pero tú eres diferente, tú querido mío has vuelto de entre los enormes árboles y has regresado para c...