31. En los más profundo, en lo más lejano

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Capítulo 31. En los más profundo, en lo más lejano.

Hace mucho tiempo, en el bosque...

...Y le pareció que el cielo de aquel día era tremendamente triste, no quería ser supersticiosa pero no le gustaba que aquel día que se supone iba a ser especial el cielo estuviera de un color gris, con nubes pesadas que predecían un diluvio.

Era un mal augurio.

Tal vez todo esto, era una mala idea, quizá aún no era demasiado tarde y aún podía dar media vuelta y regresar a su casa, dónde se supone estaba segura, quizá aun podía salir del bosque y suplicar piedad a su hermano. Rezar por sus vidas, ¿Quién podría negarse a el perdón cuándo ha sufrido tanto?

La chica rubia bajo la vista, preocupada y luego barrió con la mirada rápidamente a su alrededor. El arrebol se extendía sobre ella, a veces, cuando era más pequeña le aterrada las historias que las mucamas decían sobre ese sitio, ahora le parecía que no había lugar más seguro. Se sentía protegida, en medio de todas esas raíces muertas, hojas secas y la espesura de las copas de los árboles...

Pero ¿Dónde estaba él?

¿Dónde estaba él?

- Donnie- se escuchó un suspiro de alivio a sus espaldas. La chica de cabello rubio se volteó a la voz de aquel que tenía su corazón. Sonrió aliviada y levantándose del pasto seco corrió a los brazos de ese muchacho de piel canela. Gabriel Alfaro la abrazó con fuerza a penas la tuvo a su lado, suspiró profundo, inhalando el aroma de su pelo. Olía a rosas, sonrió sobre su frente.- Mi Donnie.

-Pensé que algo malo te había pasado- hablo con presura sobre sus brazos, Donnie abrazó al chico con más fuerzas.- ¡No venías y pensé que algo malo había ocurrido!

- No pienses en esas cosas mi amor- le pidió Gabriel en voz baja, Donnie cerró los ojos dejándose acariciar el cabello por aquel chico.- Todo va a estar bien, cariño.

Donnie levantó los ojos verdes, buscando los de él. Lo miró con adoración, como sólo los amantes intrépidos saben hacerlo, cómo sólo aquellos que se perdieron y se encontraron pueden entender. Había tanto amor entre ellos y aún así no bastaba. El amor no basta para salvar y eso lo entendía ella a la perfección.

-¿Qué sucede mi amor?- le pregunta con preocupación Gabriel. Sus ojos, él siempre decía que el verde de sus ojos eran preciosos pero para ella, no había nada más hermoso que los tonos cafés de los ojos de Gabriel, ella se había enamorado de esos ojos apenas la miraron y ahora... ahora tenía que decir adiós.- ¿Donnie?- la volvió a llamar, los ojos de la chica se encharcaron de lagrimas. Gabriel la tomó de las mejillas y la miró con firmeza- Dime, Donnie ¿Qué sucede?

Pero cuando quiso hacerlo las palabras se le atoraron en la boca, un gemido se le escapó de los labios. Gabriel la miró aflijo y la tomó con fuerza de los hombros.- ¿Donnie?...

La chica de los cabellos color sol lo abrazó con fuerza, con devoción, diciendo adiós.

- Lo siento tanto- le dijo con los labios temblorosos, a penas capaces de articular oración sin romperse a llorar. - Lo siento tanto, mi amor.

- ¿De qué estas hablando?

A lo lejos, oculto tras la espesura del bosque, entre los troncos de los árboles un chico vestido de negro y con los ojos más oscuros miraba a Donnie Moulian con la promesa en la que ambos estaban metidos. Donnie lo observó a lo lejos, mientras abrazaba con devoción a Gabriel y lo entendió todo, era hora, era tiempo, debía de hacerlo ya.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora