La Eterna Juventud

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La eterna juventud.

7 meses antes
Ciudad de Puebla

–¡Emma!– gritaron tras su espalda.

Emma rió con fuerza mientras corría lejos del chico que la perseguía.

Aquella tarde de enero la ciudad estaba 29 grados. Y Emma de diecisiete años se había atado su largo cabello castaño en una coleta bien alta, se había puesto los shorts cortos de mezclilla que había comprado junto Andrea (su mejor amiga) en LOB, también se había puesto su blusa negra con rosas rojas que tanto le gustaba a Emilio, su novio.

– ¡Te tengo!– Emma chilló de alegría mientras Milo la tomaba de la cintura pegándola a su cuerpo.

–¡Suéltame!– se rió ella tratando de escapar de nuevo pero el chico que era doce centímetros más alto que ella la pego más a su cuerpo y tras una sonrisa le besó la mejilla izquierda, muy cerca de sus labios.

– Nunca– le susurró después.

Emma se dio media vuelta y con las mejillas sonrojadas lo besó largamente.

– ¡Eh!– escucharon detrás de ellos–¡Váyanse a un hotel tortolotos!

–¡Vete al demonio Rubén!– dijo Milo a el chico que estaba con otros tres muchachos y dos chicas. Rubén, el mejor amigo de Emilio le levantó el dedo medio con una sonrisa.

Emma estalló en carcajadas y después de un segundo beso, se separó del muchacho y se acercó a sus amigas.

– ¡Ya vamos muy tarde!– rezongó María José, una chica de anteojos que era demasiado ruda para ser una chica. –¡Es su culpa si no alcanzamos la función!

–Relájate Majito– dijo Diego, un chico rubio que siempre andaba vestido de camisa desabotonada–, el Uber no tiene alas para volar, el tráfico está de locos hoy.

Majo resopló malhumorada.

– Por eso les dije que nos íbamos en mi auto– le contestó ella. Diego la abrazó por los hombros y se rió.

– Ya párale amiga, verás que llegamos a tiempo. Ange no está tan lejos después de todo.

Era verdad, "Ange" era el diminutivo para "Angelopolis" la plaza donde verían la función de cine. Pero María José Durán no iba a aceptar que Diego Muñoz estaba en lo cierto, no mientras ella respirará todavía.

–¡Si no llegamos va a ser tu culpa Diego!

–¡¿Y mía porqué?

Emma dejó de prestarles atención. Era obvio que ellos dos se gustaban, lo negaban y se peleaban a cada rato por todo pero cuando ellos creían que nadie los veía Emma observaba con gracia como los dos no se quitaban la vista de encima.

Eran adorables, pero también insoportables.

La pareja perfecta.

– Que dices Emm– dijo Milo a su lado– ¿no quieres que tú y yo nos extraviemos por ahí?

Emma lo miró con una sonrisa tonta y luego levantó una ceja intrigada.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora