4. El verde y el Bosque

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Capítulo 4: El verde y el bosque

Antuan salió con los Robles rumbo a su casa. Después de las declaraciones se encontró con Ethan quién, a pesar de no agradarle la idea de ver que lo había desobedecido se calmó un poco cuando les ofreció quedarse esa semana en su casa. Después de todo era vecinos y entre ellos se ayudaban.

Después de que Antuan hablará con su madre al respecto, Marleen aceptó conmovida por la situación. Así pues, la pareja de ancianos junto a su nieta arribaron en la patrulla de su tío rumbo a su casa.

– Te estamos muy agradecidos Antuan– le dijo por enésima vez Maggie– Es un enorme favor el que estás haciendo.

Antuan, que iba en el asiento del copiloto junto a su tío le sonrió a través del retrovisor– No se preocupe Maggie. Es un placer.

En el reflejo del espejo el chico de los ojos verdes miró a Emma. No lo observaba ni prestaba atención sus ojos (rojos por el llanto) se perdían en los campos de cultivo. Antuan supo en ese instante que ella también comprendía. ¿Lo hacía realmente?

Ethan estacionó frente a su casa de la cual a penas llegaron, su madre salió a saludarlos.

– Siento mucho lo que sucedió Maggie– dijo abrazando a la anciana. Maggie le devolvió el abrazo conmovida y la miró a los ojos con pena incluida– De verdad lo siento.

– Tranquila Marleen, estoy bien– dijo ella en respuesta llevándose sus manos marchitas a las mejillas de la madre de Antuan–, es un enorme favor que nos hospedes en tu casa. En serio, te lo agradezco de corazón.

Marleen le sonrió y la volvió a abrazar, Emma que se había quedado detrás de todos ellos miró la escena con curiosidad. No sabía que la madre de Antuan y su abuela fueran tan amigas.

Como si le hubiese leído el pensamiento su abuela se volteó en su búsqueda y con una mano la mandó a llamar. Dudosa se acercó hasta ellas hasta quedar al lado de Maggie quién, abrazándola por los hombros la atrajo para quedar frente a esa mujer.

– Marleen– dijo– Ella es Emma, mi nieta. Se está quedando unos días con nosotros, espero que no te moleste.

Emma observó a esa mujer. Era bellísima, Emm jamás había visto a una mujer tan guapa como esa señora, parecía sacada de cuentos de hadas. Su piel era de un color cremoso como si fuera hecha de porcelana, sus pómulos eran angulosos y altos que perfilaban su mentón delicadamente, tenía unos labios finos y pálidos de bonita figura y su cabello (tan rubio que parecía un color platino) caía agraciadamente sobre su rostro que, enmarcándolo un par de ojos verdes la miraban fijamente.

Dolía hasta mirarla.

– Un gusto Emma– la saludó de beso, olía a vainilla. Emma no le devolvió la sonrisa estaba ahí, pérdida en sus ojos como si... los conociera de algún lado... — Es un placer conocerte. 

Y quizá le hubiese contestado si Don Jorge no se les hubiese adelantado y la hubiese saludado  dándole las mismas gracias que su esposa.

– No queremos molestarte Marleen– dijo apenado– sólo será mientras la casa se escombra de nuevo.

– No se preocupe Don Jorge, no son ninguna molestia– le aseguro la mujer– Ustedes han sido muy buenos con mi Antuan y como vecinos es lo mínimo que puedo hacer por ustedes.

Sus abuelos y la señora Moulian se quedaron enfrascados en una conversación que Emma no siguió puesto que su atención se había estancado en la casa de sus anfitriones. Era antigua, la madera estaba pintada de blanco, la rodeaba millares de campos de calabazas y millas de trigo y al fondo, casi rozando al bosque estaba de pie un espantapájaros que se alzaba vigilante sobre ellos...

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora