13. El chico, el cuervo y la muerte.

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Capítulo 13. El chico, el cuervo y la muerte.

Antuan Moulian pestañeó velozmente ante las cámaras. Nunca en su vida se había sentido tan observando cómo aquel entonces, la entrada de la comisaría estaba repleta de gente.

No todos tenían buenas caras, bueno, de hecho ninguno tenía buena cara.

¡Demonio!

¡Demonio!

Gritaban a su alrededor. Antuan sabía que en ese pueblo no le era del agrado de muchas personas, pero nunca se imaginó que fueran tantas hasta ese entonces.

Antuan bajó de la patrulla escoltado de un lado por Isaac y del otro por su tío, dentro tampoco parecía que las cosas iban a mejorar. El lugar estaba rodeado de oficiales que no parecían querer estar de su lado. Antuan les adivino el pensamiento:

Culpable.

Demonios, ¿en qué demonios se había metido?

– Comisionado– saludó Isaac al hombre gordo detrás del escritorio. Era un hombre de aproximadamente cincuenta años, miró al chico de arriba abajo y después tomó la mano extendida del detective. – Antuan vino por cuenta propia.

–Yo sé hablar, ¿Vale?– interrumpió molesto, ¿en serio tenía que ser todo como el papel del chico malo?– Puedo declarar por mí mismo, detective.

El comisionado levantó una ceja intrigado por el rezongón muchacho que acababa de llegar, su tío Ethan apretó fuertemente el brazo del muchacho.

–¡Auch!

– Cállate– le ordenó con severidad.

Antuan chasqueó la lengua bajando la mirada. Tenía razón, después de todo no estaba en la mejor disposición en ese momento para andar de alzado entre esas personas.

– Por aquí detective– dijo el comisionado. Los tres siguieron al hombre hasta llegar a un pasillo de puertas, en una de ellas se adentraron.

La habitación era pequeña, en medio había solamente una mesa y dos sillas, una delante de otra.

– Vaya... y yo pensé que esto sólo se veía en las películas– murmuró Antuan cuando entró su tío apretó de nuevo el brazo del chico y aunque Antuan quería correr el brazo para que lo dejará de tocar no lo hizo, supuso que aquello era sospechoso, más aun si Ethan era su familiar.

– Siéntate muchacho– dijo el hombre obeso señalándole una de esas sillas vacías, el chico de los ojos verdes lo obedeció pero en ningún momento dejó de mirar la pared continúa donde no había otra cosa más que un espejo enorme que ocupaba toda la longitud. – Oficial Le Fort– llamó a Ethan, el policía despegó la vista de su sobrino y miró a su superior–. Espérennos afuera, por favor.

Ethan asintió de mala gana y conectando los ojos verdes del muchacho salió de la habitación.

– ¿Dónde está mi madre?– preguntó con un nudo en la garganta. Desde que atravesó esas puertas la había buscado, pero Marleen Le Fort no estaba en ninguna parte y eso había puesto en alerta al chico. Isaac miró al comisionado y luego de regreso a Antuan.– Dijo que ella iba a estar aquí...

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora