9. El hombre que regresó de la muerte

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Capítulo 9. El hombre que regresó de la muerte

Emma estaba en la cocina cuando escuchó todo el alboroto. Tenía en la mano izquierda un cuchillo untado de mermelada de fresa y en la otra una rebana de pan blanco. Y a punto estaba de hacerse su comida cuando la puerta principal se abrió de golpe.

Asustada como una liebre corrió hasta la entrada y grande fue su sorpresa cuando vio que de ella, venían empujándose sus abuelos. Don Jorge había sido quien había abierto la puerta mientras dejaba pasar a Maggie quien venía abrazada de un chico que Emma conocía ya muy bien.

-  Cúbrete – dijo su abuelo, Antuan venía cubierto con una manta oscura sobre su cabeza y su abuela le cubría mitad del cuerpo con el suyo propio, como si fuese una especie de barrera contra el chico. Su abuela cerró la puerta de golpe colocando inmediatamente una silla para trabar la puerta principal. Emma abrió la boca sorprendida mientras su abuelo corría dentro de la casa y cerraba cortinas y aseguraba todas las ventanas y puertas que dieran a la calle. Maggie volvió a acercarse al chico de la mirada verde que parecía ido de la mente.

-    ¿Abuela?- preguntó Emma extrañada- ¿Qué sucede?

Pero su abuela no le contestó, en cambio caminó hasta llegar con Antuan quien parecía estar muerto de frío, sus cabellos chocolates colgaba de su cráneo como témpanos, los labios los tenía azules y los dientes castañeaban sin descaro. Maggie le acarició el rostro con delicadeza y tomándolo de los hombros se dirigió hasta la sala, donde la chimenea estaba encendida, cubrió a Antuan con mantas y lo colocó frente a fuego.

- Tranquilo- le susurró sobándole la espalda- Todo va a estar bien, cariño.

El muchacho no le contestó, en cambio la mirada pérdida con la que había llegado a la casa paso del fuego a los ojos de Emma.

La dejó sin aliento, esos orbes verdes tan tristes y llenos de vida estaban... vacíos, como si pudiesen hablar Emma entendió a la perfección: Ayuda.

Antuan, estaba pidiendo ayuda.

Pálida por el repentino entendimiento, se dejó caer junto al muchacho , ninguno de los dos desconectó su mirada del otro, ni siquiera cuando el abuelo de Emma se interpuso entre los dos y cubrió con más sábanas al chico.

Emma sintió como lo entendía a la perfección, era esa mirada desolada de alguien que no está ahí, de alguien que acaba de sufrir un terrible suceso. Emma lo supo porque esa era la mirada que tenía cuando despertó en el hospital.

— Apaga las luces Maggie– le ordenó a su mujer, Emm vio apenas como la luz salía del hogar y se quedaba únicamente alumbrada con el fuego de los leños. No comprendía nada, lo único que su cerebro decía era que el niño de frente estaba asustado, en sus ojos verdes el terror gritaba y salía hasta volverse casi palpable.

¿Qué estaba sucediendo?

– ¡Silencio!– calló el abuelo, Maggie estaba frente a ambos chicos, encogida, abrazando por los hombros a Antuan y sólo entonces Emma se dio cuenta de que afuera de la casa se oían golpes sobre la puerta principal.

– Shhh...

Pero los golpes no cesaron, al contrario incrementaron en cada segundo y Emm creyó que aquello debía ser una pesadilla, quién fuera que estuviese tocando la puerta parecía querer tirarla y entonces comprendió el porque su abuela había bloqueado la entrada.

– Tengo que ver quién es...

–¡No!– gritó su abuela; en su voz había algo de desesperación, como si la vida dependiera de ello– ¡No vayas!

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora