7. Suceden Cosas Extrañas

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Capítulo 7: Suceden cosas extrañas.

El otoño era una estación que solía gustarle a Emma, le gustaba los colores con los que el mundo se pintaba. También le gustaba las fechas próximas, ella solía ser de esas chicas que la invitaban a los Halloweens de los vecinos o de sus amigos, se disfrazaba junto a sus amigas de las cosas más ridículas para conquistar a los chicos de la prepa y salían a vivir, porque eso hacían los chicos de diecisiete y dieciocho años, viven la juventud que es sólo un soplo.

Viven.

Ella no debía estar viva.

Después de aquella noche de tormenta, la mañana siguiente Maggie la mandó a llamar para desayunar, al bajar las escaleras aún su cabeza daba muchas vueltas

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Después de aquella noche de tormenta, la mañana siguiente Maggie la mandó a llamar para desayunar, al bajar las escaleras aún su cabeza daba muchas vueltas.

¿Se había imaginado todo?

¿Era la culpable de otra tragedia?

Y para el colmo de la situación cuando llegó hasta el comedor y encontró a todos los presentes sentados en la mesa, su estómago sintió unas nauseas terribles.

Todos la observaban.

Emma no pudo evitar fijarse especialmente en una mirada esmeralda.

Antuan estaba sentado en medio de sus abuelos, con un halo púrpura sobre su ojo derecho. Emma tragó saliva y con las piernas temblorosas tomó asiento al lado de Maggie.

– Espero que te guste el pastel de carne, Emma– dijo Lee sonriéndole y entonces supo que la madre de Antuan aún no sabía nada del día anterior.

– Me encanta– le respondió con voz ronca, Lee que seguía sonriendo le sirvió su porción sin agregar nada más, delante de Emma estaba Ethan con su uniforme quién observaba atento la comida de su hermana. Emma notó el porque no levantaba la mirada, a su lado la abuela de Emma lo vigilaba con una seriedad impresionante.

Estaba recriminándolo con la mirada.

Emma comprendió todo. Antuan estaba en medio de sus abuelo porque lo estaban protegiendo.

La boca se le llenó de un sabor amargo.

¿Es que nadie veía lo obvio?

Antuan no era ningún santo. Como si le leyera la mente el chico de la mirada verde la volteó a ver.

Emma entrecerró los ojos, regresándole la mirada, estaba preparada para su mirada llena de reproche, al fin y al cabo lo habían lastimado por su culpa pero con sorpresa observó que Antuan no la miraba con enojo sino más bien, curiosidad.

Aquello la tomó desprevenida. El niño de la mirada verde la observaba cómo si la estuviese evaluando, como si acabará de descubrir su más grande secreto y la estuviese a punto de decirlo.

Un temblor en su pecho se escapó de entre sus costillas. ¿Sería posible? ¿Acaso... sería posible que él supiese la verdad que escondía?

Con aquel sentimiento de inquietud miró a su abuela, examinando la posibilidad de que ella le hubiese dicho la verdad.

El Secreto de Antuan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora