Muy lejos de las luces de la ciudad, existe un bosque maldito... En él, grandes tragedias han sucedido.
Todo aquel que ha entrado , jamás a salido.
Pero tú eres diferente, tú querido mío has vuelto de entre los enormes árboles y has regresado para c...
El otoño era una estación que no le gustaba a Oscar, quizá era el hecho de que sus recuerdos más tristes se remontaban a aquella época.
Desde las gradas del campo de fútbol el cielo estaba gris, las nubes se amontonaban una tras de otras como si fueran sábanas que tapaban el sol.
Estaba muy claro que aquel día llovería de nuevo. Eran finales de agosto, la escuela apenas comenzaba más sin embargo el sabor de que algo se estaba acabando se percibía en el aire.
Era verdad, algo se estaba acabando. Le quedaba a penas unos cuantos meses para ir a la universidad, porque sí... Oscar iba a seguir estudiando, la universidad de las Américas le había otorgado una beca deportiva en el equipo de soccer, además al ser un Castillo y con tan buenas calificaciones, le era casi automático el acceso para aquella universidad. Sus padres había estado muy contentos al respecto, sobre todo cuando fue aceptado a la facultad de derecho... Oscar por el contrario sentía que se había puesto una soga al cuello.
–¡Hey, rojo!– le gritaron escaleras abajo, cuatro chicos que él conocía muy bien le sonrían con diversión, Oscar bufó por lo bajo– ¡Baja ya! ¡El coach nos quiere ver a todos en los vestidores!
Oscar asintió con exageración, indicándoles con una mano que se encontraría allí con ellos en unos minutos. Y antes de hacerlo, volvió a levantar la vista al cielo.
Era tan extenso, tan infinito... Oscar cerró los ojos, la brisa de otoño le acarició el rostro e inhaló tan hondo aquel aire frío.
Quería sentirse vivo.
Quería ser libre.
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Dentro de los vestidores masculinos el equipo de las águilas inundaba de ruidosos chistes la estancia,. Oscar se reía con ganas de los chicos con los que compartía la cancha de fútbol.
– ¡Oye Gerry!– gritó Lalo, un chico de piel morena al que se conocía por ser un matón de la prepa– ¿Es cierto que te tiraste a Lorena?
– Já, eso debe ser un chiste– respondió otro, Fernando Mendieta era la defensa principal del equipo–, yo más bien escuché que salió huyendo de tu casa cuando te lo vio, porque lo tenías muy pequeño.
El cuarto se estalló en carcajadas. Gerardo - o Gerry de cariño- les levantó el dedo corazón mientras se desanudaba la toalla de la cintura y la pasaba por su corto cabello húmedo.
Oscar rodó los ojos con un poco de fastidio, muchas de las conversaciones en su equipo eran de este tipo: ¿Quién se había tirado a alguien? ¿Quién había vomitado a quién en la fiesta de anoche? ¿Cuáles de las chicas tenía mejor trasero?
