La verdad era que el pueblo no era tan feo, para una chica de la gran ciudad como lo era Emma este lugar entre los árboles era como ir al parque de la región. Todo le parecía o muy encantador o muy grotesco, nada de entremedios.– Bueno días Maggie ¿Qué vas a llevar?- delante de ellas había una mujer vendiendo verduras con una sonrisa, era una señora algo regordeta que parecía no conocer la palabra "cepillarse el cabello" pues la enorme melena de rizos oscuros que tenía en la cabeza se salían disparatados de la diademas finísimas que traía puesta.
— Hola Nina, quiero...zanahorias y... tomates. ¿Cuánto costaba el kilo?– preguntó su abuela sacando su monedero de la bolsa del mandado pero la señora de los rizos indomables le sonrió con ternura y negando con la cabeza le tendió una canastilla de tomates rojos a su abuela.
– No se preocupe Maggie, hay luego me pasa el dinerito.
–¡¿Cómo crees?!– protestó sin tomar lo que le ofrecía, Nina torció el gesto– Déjame ahorita junto mis moneditas y verás que bien que alcanza...
– Doña Maggie, insisto ¡ Lléveselas!– Su abuela que seguía juntando su cambio negó repetidas veces con la cabeza. Emma sonrió esa mujer era realmente terca, por un momento le hizo recordar a su padre– Maggie ya sabe lo que dice el padre Guzmán... Hoy por ti, mañana por mí...
Al fin y al cabo por tanto insistir su abuela aceptó tomar el mandado, no sin antes jurarle (como diez veces) que iba a venir a pagarle.
– Sí Maggie, no te preocupes– dijo mientras ayudaba a poner en una bolsa las zanahorias– siempre puedes venir tú o mandar a alguien...
– Sí, Emma podría venir a dejártelo ¿Verdad?– quizá en otra vida Emma hubiese puesto mala cara, después de todo en su ciudad nadie le mandaba que hacer, era una chica rebelde que desobedecía las reglas en toda la extensión de la palabra... quizá en otra vida, pero no en esta, Emma estaba ahí solamente por cortesía de sus abuelos y si hacer sus mandados contribuía a su estancia lo iba a hacer sin chistar nada, así que simplemente asintió forzando una sonrisa.
Nina, que no parecía haberse percatado de La Niña la miró con ojos bien abiertos.– ¡¿Es tu nieta?!– y lo dijo casi gritando, Emma entonces si que torció la boca ¿Era tan sorpréndete ir a visitar a sus abuelos? Sin embargo en cuanto volvió su rostro a su abuela ella le sonreía con gracia mientras asentía a la señora rizos.
– Sí, Emma estará con nosotros una temporada– Explicó de más– ¡¿Verdad que está bien alta?!
–¡Altísima!– concordó. La verdad era que sólo media 1.71 metros, en la ciudad de la que ella venía eso era promedio entre las mujeres pero en ese pueblo Emma se había dado cuenta de que resultaba pasar a mitad de la población al menos diez centímetros de alto.
Nina y su abuela se enfrascaron en una conversación sobre los nietos de los demás ancianos, Emm apenas comprendía palabra, después de todo, ¿Qué demonios le importaba si el nieto de Gregorio se había unido al coro de la iglesia?
Pérdida en sus pensamientos echó un ojo a los demás puesto. Emma estaba encantada con los colores de ese lugar... las calles empedradas, las casas de madera y piedra lisa, era como si el otoño se hubiese quedado a vivir para siempre. Suspiró pensando en cuán diferente era su hogar a este, se quedó pensando en qué estarían haciendo en estos precisos momentos la gente que había dejado atrás...
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El Secreto de Antuan ©
ParanormalMuy lejos de las luces de la ciudad, existe un bosque maldito... En él, grandes tragedias han sucedido. Todo aquel que ha entrado , jamás a salido. Pero tú eres diferente, tú querido mío has vuelto de entre los enormes árboles y has regresado para c...