Capítulo 14.

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|Narra _____|

Deshago mi coleta sin apartar la vista del espejo, últimamente estoy muy presumida. Inspecciono todos mis movimientos al desprenderme de la ropa para después colocarla en la pila. Camino descalza hacia la ducha abriendo el grifo dejando que el agua se caliente y enciendo la radio rezando interiormente para que pongan algunas de mis canciones favoritas.

Una vez selecciono la emisora de siempre me adentro en la ducha y comienzo a empaparme. El agua recorre traviesa desde la parte de arriba de mi cabeza hasta las puntas de mi melena y continúa su trayecto por mis pechos, mi barriga y mis muslos. Me aplico un champú de coco en el pelo masajeando mi cuero cabelludo y después lo aclaro dejando un olor que me trae muchísimos recuerdos. Por último, enjabono todo mi cuerpo con la ayuda de una esponja sin dejar ni un rastro de suciedad en mí. Dejo el agua correr de nuevo por todo mi cuerpo y cierro el grifo colocando el mango en el sitio.

Apoyando mis pies húmedos en la alfombra envuelvo una toalla en mi cuerpo y otra en mi pelo. Me encuentro mejor, aunque todavía de vez en cuando siento algún pinchazo en mi cabeza que desata en mí una especie de ira contenida. Soy de esas chicas que pasan desapercibidas del mundo, de la gente y de todo lo que hay alrededor, pero una vez se meten en mi territorio incordiando puedes esconderte.

Una canción un tanto marchosa llega a mis oídos y aprovecho para soltar mi pelo mojado dándome a mí misma un aire rebelde. Sé que no soy como la mayoría de adolescentes, no me gusta salir de fiesta y emborracharme hasta las tantas de la madrugada, en cambio, soy más de coger un libro y dejarme los ojos en cada página leída. Y te preguntarás a qué viene esto, bien, pues aunque no soy de ese prototipo de chica, quiero dar un pequeño paso en mi vida y cometer alguna que otra locura. Avanzar sin dejar de ser quien soy ni dando la espalda a una niña que no quiere ser como las demás.

Unas pequeñas gotitas provenientes de mi pelo mojan mis hombros. Apago la música y casi podría escuchar a los grillos hacer su peculiar canto debido al silencio. Esta casa, además de ser inmensa, es un tanto extraña. Yo estaba acostumbrada a vivir en menos de cien metros cuadrados y esto ha sido un cambio de los grandes. Una mansión (quizás exagero) con piscina, jardín y esas cosas que solo puede permitirse una parte adinerada de la sociedad.

Con la toalla cubriendo hasta un poco más arriba de mis rodillas decido salir disparada hacia mi habitación cuando me resbalo y me doy de bruces contra el suelo. Maldigo interiormente y me lanzo las culpas a mí misma por mi manía de caminar descalza y con los pies húmedos.

Me levanto apoyando una mano en la rodilla y muerdo mi labio inferior intentando contener el dolor que ahora mismo está presente en ella. Siento como un cosquilleo maligno dentro de mí y al instante una voz interrumpe los gritos de desagrado que se producen en mi mente.

-¿Qué ha pasado?

Ahora sí que maldigo a todo en este mundo. Justin hace una especie de revisión por todo mi cuerpo y detiene unos largos segundos su vista en mis desnudas piernas.

-Me... -mi voz suena débil. –me... me resbalé.

-¿Estás bien? –eleva una ceja desconcertante.

-Sí... sí. –tartamudeo. Maldita sea. –Sólo serán unos rasguños.

-Eso parece. –mira de nuevo a mi cuerpo protegido por una simple toalla. Me intimida. –Pero ahí tienes un poco de sangre, bicho.

-¿Dónde? –arrugo mi frente.

-En la rodilla, deberías de curarte.

-No será nada. –escondo los labios en mi boca. –Tonterías.

-El golpe ha sonado fuerte, ¿no te duele?

-Un poco, pero se me pasará. –intento escabullirme y camino rápido hacia mi habitación cuando su mano me detiene.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora