Capítulo 20.

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|Narra _____|

Me levanto más temprano de lo esperado. Mi mejilla está pegada a la almohada y abro los ojos descuidadamente percatándome del día que me espera. Alguien ha dejado el ventanal abierto y una dulce brisa de aire golpea en todo mi cuerpo provocándome escalofríos. Me deshago de la ligera sábana que cubre mis piernas y me pongo en pie frotando mis ojos con las manos. Recojo mi pelo en una alta coleta y dejo de nuevo que el viento golpee mi cuello.

Al lado de la puerta está la mochila y varias bolsas llenas de ropa. Nunca me gusta llevar lo justo, aunque para el campo no necesitaré muchas prendas de vestir. Saco las bolsas fuera y las dejo en un rincón.

Una camiseta ancha y larga hasta un poco más arriba de mis rodillas es todo lo que llevo puesto. Camino descalza por el pasillo pasando por la habitación de él. Tiene la puerta cerrada. No puedo saber si está todavía durmiendo o ya se ha despertado. Las ideas sobre darle los buenos días y entrar ahí sin más golpean en mi cabeza provocándome sin cesar. Me acerco a la puerta y la abro despacio haciendo que un chirrido casi inaudible llegue a mis oídos. Malditas tentaciones. Lo hice. Ya estoy aquí. Mi mirada impacta directamente contra su cuerpo tendido en la cama boca abajo. Una sonrisa tiernamente se coloca en mi rostro. Mordiendo mi labio me acerco un poco más hacia él visualizando su cara angelical durmiendo. Quién lo diría. Es tan tierno y dulce. Pero cuando se levanta es el tipo duro, el pasota al que todo le da igual. Yo en cambio tengo complejo de poeta de los de antes, no puedo pasar desapercibida. Un alma libre.

Me quedo quieta observándole. Entonces un picor se avecina en mi nariz y me entran ganas de estornudar. Achís. Me cubro la boca inmediatamente como si nada hubiera pasado.

-¿Bicho? –murmura él extendiendo su brazo hacia mí pero sin abrir los ojos.

-¿Sí? –susurro en voz baja maldiciendo todo.

Justin enrolla su brazo en mi cintura y me atrae hacia él haciendo que me siente en su cama justo a su lado mientras él continúa tumbado.

-¿Qué hacías aquí? –pregunta adormilado sin levantar su mirada.

-Me pasaba a darte los buenos días.

-Buenos días, nena. Aunque podrías haber avisado.

-Lo siento, no era mi intención... -muerdo mi labio maldiciendo a mi mala suerte.

-No lo sientas. Me gusta.

Estirando de mi cintura de nuevo me acerca a él y cuando me doy cuenta estamos cara a cara tumbados, compartiendo una misma almohada y casi chocando nuestras respiraciones. Unas hormigas inoportunas se cuelan en mi estómago sin avisar y de nuevo esas sensaciones que me matan por dentro.

Sus ojos color miel me intimidan y enseguida una sonrisa escapa de su boca. Acaricia mi barbilla con su dedo pulgar y une nuestros labios con autoridad. Un beso firme y sin lengua. Ahora separamos nuestros labios.

-¿Has dormido bien? –me pregunta sin apartar la mirada de mí.

-Sí, he querido aprovechar bien antes del campamento. ¿Y tú?

-Lo mismo que tú. –suspira. -Hey, nena, tienes que tener cuidado con los mosquitos allí. Te van a comer viva y –dirige su mirada a mis labios y luego la centra en mis ojos. –no querrás que me ponga celoso.

-Mmm... lo peor no van a ser los mosquitos. –suelto una leve risa.

-Ah, ¿no? –frunce su ceño.

-Lo peor va a ser la víbora que andará por ahí suelta. –carcajeo.

-¿De qué hablas? –me pregunta sin captar lo que estoy queriendo decir.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora