Capítulo 31.

928 47 4
                                    

|Narra Justin|

La observo apoyado en la pared con los brazos cruzados. Está depositando varios libros en su taquilla, parece estar muy concentrada en ello. Dirijo mi mirada hacia la derecha y luego hacia la izquierda. Ya se han ido todos. Joder, cómo ansiaba este momento. Estar con ella a solas.

El pasillo está vacío. Por fin. Es hora de actuar. Ella no me ha visto todavía, no sabe que estoy aquí. Me acerco a un paso lento y me detengo justo detrás de ella a unos pocos centímetros. Sí, bicho, estoy tras tu espalda. Aspiro el dulce olor a vainilla que desprende su pelo y mis sentidos se alteran. Lamo mis labios y coloco mis manos frente a sus ojos impidiéndoles la visión.

-¿Me echabas de menos? –susurro con voz ronca cerca de su oído. Ella mueve la cabeza levemente afirmando un sí. –Yo también bicho, odio esto de tener que escondernos. -digo dejando chocar mi aliento contra su cuello débilmente. Mi corazón se acelera de manera inhumana cuando me aparta las manos, se gira y enrosca sus brazos alrededor de mi cuello. Y sin más comienza a comerme la boca sin permiso, infringiendo la ley. Despacio. Lento. Su lengua se mueve lenta saboreando la mía. No me lo esperaba. Un beso profundo, de estos sin prisa, pero que a la vez no quieres pausar. Cierro los ojos y la siento. Mis manos se acoplan perfectamente a las curvas de su cintura.

-Pero siempre nos queda la lluvia. –susurra despegándose de mis labios.

-Y la lluvia nunca se acaba. –digo deslizando la yema de mi pulgar por sus pómulos.

-No te vuelvas tan cursi, mi amor.

-Reconoce que te gusto así.

-No. –ríe.

-Sí, nena.

-¿Ves? –eleva una ceja riendo.

-¿Qué veo?

-Pasas de chico romántico a chico engreído en menos de dos segundos.

-Joder, qué máquina.

-Qué idiota.

-No sabes cuánto me gusta que me insultes. –digo atrapando mi labio inferior con mis dientes a la vez que la acerco más a mí. Ella ríe esquivando mi mirada. –Ya te estás poniendo nerviosa. No es para tanto, nena.

-No me pongo nerviosa... -niega con su cabeza. Pero yo sé que somos un conjunto y nuestros corazones van al unísono.

-No lo niegues, que eso me gusta. –deslizo mi mano derecha a lo largo de su cintura y se estremece. –¿Ves? –sonrío. –Te pones nerviosa y lo sé porque miras a otro lado y tus mejillas se inflan vistiéndose de rojo.

-Qué observador. –dice y carcajeo. –No te rías imbécil. –vuelvo a reír. -¡Que no te rías! –exclama golpeándome en el pecho sin ningún resultado. No la suelto y no puede escapar de mí.

-¿Te he dicho ya que me encanta cuando te cabreas? –murmuro bajito acercándome a sus labios y metiendo mi mano por bajo del polo color beige de su uniforme sintiendo su piel. Dios. Esto es electricidad pura. Mantengo mi mano caliente ahí, en su cintura, dibujando pequeños círculos invisibles con la yema de mis dedos.

-Sí, me lo has dicho un par de veces. –susurra clavando su mirada en mis labios y después me mira a los ojos gritándome en silencio que la bese ya.

-Pues no aprendes... Verás... Estás irresistible con este uniforme. –me mojo los labios y miro su definida silueta de arriba abajo descaradamente. Ella se sonroja de nuevo y vuelve a apartar la mirada de mí.

-No me digas esas cosas.

-¿Por qué? –la desafío y me acerco más a sus deliciosos labios. Mi mano ahora subiendo un poco más hacia su espalda. Me mira por fin. No responde. –Me encantas de una manera que no es normal. –susurro con calma. Más cerca. Unos pocos milímetros nos separan.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora