Capítulo 17.

1.1K 62 8
                                    

La tarde va oscureciendo. Las nubes van cubriendo el cielo haciendo de él un color blanco espeso y el Sol poco a poco va desapareciendo. Se esconde con cuidado, es su rutina de siempre. Hay cosas que nunca cambian. Como los domingos de lluvia viendo una buena película tumbada en el sofá, el humo que desprende el café al calentarlo, las ganas de huir de casa cuando discutes con tus padres, o esas explosiones en tu interior que se producen cuando ves a esa persona que te gusta tanto.

Pero ellos siguen charlando, regalándose sonrisas y conociéndose un poco más. Cada cinco minutos se roban un pedacito de corazón. Ella lo pega con celo, porque tiene un miedo increíble y no quiere ilusionarse para acabar hundiéndose como el Titanic. En cambio, él utiliza permanente, es un poco más valiente y se atreve a apoderarse de esas sensaciones. ¿Porque sabéis qué? A veces nos tenemos que arriesgar. Nadie gana sin haberlo intentado antes. No es malo apostar, arriesgarse, tener el valor suficiente para asumir lo que dicta tu corazón y no tu cabeza. También es de sabios dejarse llevar.

A medida que la Luna salía de su escondite y se interponía ahí arriba, el frío iba haciéndose notar. Las agujas del reloj continuaban con su particular tic tac avanzando, dejando atrás cada segundo, minuto y hora. Sí, ya han pasado horas, pero quién se lo diría a ellos que están disfrutando comiendo helado como dos niños pequeños el primer día de excursión en la escuela. La gente abandonaba la cafetería, pero ellos ni se daban cuenta y seguían en ese rincón. Su rincón.

-¿Quién es? –Justin pega el teléfono móvil a su oreja. –Ah, sí, mamá. ¿Enserio? No puede ser... Ya vamos a casa, no os preocupéis. Hasta ahora. –una breve pausa. –Yo también te quiero, sexy.

-¿Quién era? –le pregunta ella asombrada pero sin borrar su sonrisa.

-Mi madre. Es tarde. –dice él levantándose y haciendo un gesto para que ella le siga.

-No sabía que la llamas sexy. –carcajea cargando con la mochila en su espalda. Justin la observa.

-Oh, no. –Justin le arrebata ese objeto cargado de libros. –Déjame llevarla a mí.

-De acuerdo. Gracias. –murmura inflando sus mejillas.

-De nada, bicho. –sonríe él acercándose a la barra. –Cóbrame, John. –dice tendiéndole un billete en la mano.

-Aquí tienes. –John le devuelve unas cuantas monedas. –Ya sabes que puedes pasarte siempre que quieras.

-Y sabes que es todo un placer para mí venir aquí. –Justin se despide chocando su mano formando un puño.

Abandonan el recinto. Se percatan de que las estrellas comienzan a brillar ahí arriba y las farolas están encendidas alumbrando las calles oscuras y vacías de la zona. Stratford es un pueblo de un tamaño medio pero en estas épocas del año la gente no suele salir. Tan sólo los adolescentes abandonan sus casas para divertirse fuera de ellas.

-Vaya, el tiempo ha volado. –susurra _____ una vez montada en el vehículo.

-Sí, ha pasado demasiado rápido. –dice él observándola por el espejo retrovisor tiritando. -¿Tienes frío?

-Un poco. –admite ella mordiendo su labio inferior tímidamente.

-Toma. –Justin se quita la chaqueta al instante. –Yo te la presto.

-No hace falta, Justin. Te vas a morir de frío. –dice _____ rechazando su propuesta.

-Que te la pongas. No me obligues a ponértela yo mismo. –él gira su cuello mirándola fijamente.

-Pero... yo... tú vas a pasar frío.

-No importa. Póntela.

-Justin... de verdad, que no pasa nada.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora