Capítulo 24.

889 49 1
                                    


|Narra _____ |

Abro los ojos y me estiro con detenimiento contemplando la parte superior de la tienda de campaña. Espera. ¿Qué hago aquí? No, no debería de estar ahora mismo aquí. Estoy metida en mi saco de dormir y tapada hasta el cuello. Aún así sigue haciendo frío, aunque eso no importa ahora. Doy una vuelta como puedo para girarme y no está Justin. Tan solo está su saco de dormir, una manta y una camiseta suya ancha tirada por encima. No entiendo nada. ¿Por qué he dormido aquí? Sarah me va a matar. Tenía tanto sueño anoche que ni me acuerdo cómo he llegado hasta aquí. ¿Me habrá traído él? Un pinchazo en mi interior. Joder.

Me pongo en pie y sitúo ambas manos a cada lado de mi cintura. No se escucha a nadie y ni siquiera sé qué hora es. Doy golpes con mis talones nerviosa contra el suelo. Me muevo. No me muevo. Mi cabeza en pleno debate. Mis pensamientos se colapsan y me pongo nerviosa. Nerviosa porque tendría que haber dormido fuera. Lo tenía todo planeado y... Ug. Suelto un quejido en voz alta. Es mejor vivir improvisando, los planes nunca salen como deseas.

Aprovecho para cambiarme y ponerme el uniforme correspondiente. Ese que 'resaltará las curvas de Vanessa' y 'le quedará bien como todo a Sarah'. Si leyerais mi mente lo leeríais con voz de niña malcriada y caprichosa. Ajá.

Me aseguro de que nadie puede entrar y pillarme desprevenida y comienzo a desnudarme rápido. Y rápido quiere decir a una velocidad con complejo de coche Ferrari porque me congelo. Sigue haciendo frío y esa maldita humedad que te fastidia el pelo. Me pongo ese mono color verde militar. Es tan ajustado que me siento incómoda dentro de él. Me gusta ir ancha, soy feliz con mis camisetas largas y poco apretadas. Por eso, me siento extraña ahora mismo. Este no es mi estilo, pero tampoco me desagrada. Doy un aire un tanto rebelde. Termino colocándome las botas por fuera, ato los largos cordones y lista.

Salgo al exterior y me siento en una película del fin del mundo o algo similar. No hay nadie. Ni niños correteando, ni mochilas, ni botellas de agua llenas hasta reventar. Ni rastro de nadie.

-¡¿HOLA?!

Grito pero no obtengo respuesta.

Entro a mi pequeño refugio de nuevo. Me tumbo cara arriba en el saco de dormir y saco mi móvil. No hay cobertura. Maldigo interiormente a todo. Necesitaba desconectar un poco más allá de este desierto campamento. Enterarme de cosas que suceden por el mundo o cosas así. Me pongo de mil posturas diferentes intentando coger algo de señal pero nada. De puntillas y con el brazo en alto. Arrodillada. Yo creo que ya he hecho suficiente ejercicio por hoy. De algo habrá servido esto.

De repente la cremallera de la tienda de campaña se desliza hacia abajo y ¡Oh! ¡Por fin! Hay alguien.

-Buenos días señorita. He traído su desayuno.

Tengo delante a un Justin sonriendo de oreja a oreja con una bandeja repleta de comida sujeta en su brazo izquierdo.

-Por fin señales de vida. Pensaba que se había acabado el mundo o algo así. –bromeo poniéndome en pie y plantándome justo enfrente suya.

-Vi que estabas cansada y me inventé la escusa de que te encontrabas mal para no tener que levantarte. –se encoge de hombros. –Ahora si me permites... -me roba un beso en los labios. El primero del día. Qué buena sensación.

-Gracias. –sonrío tímida. –¿Vas a sorprenderme así todos los días? Porque me encanta. –digo besando sus labios de nuevo.

-A mí me encanta verte así, nena. –hace una revisión con su vista por mis piernas y luego sube hacia arriba haciéndome sonrojar. –Te sienta realmente bien el uniforme. –vuelve a inspeccionar mi cuerpo.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora