Capítulo 49.

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|Narra _____|

Echo unas cuantas gotas de perfume sobre mi cuello y se encargan de resbalar lentamente por mi piel refrescándome lo necesario. Después Justin se apodera poco a poco de mi cuello aplicándole delicados besos. Yo acaricio su nuca y lo alejo, alejándolo también del peligro. Pequeños gestos a veces suponen grandes acciones y más vale prevenir a curar. Él sabe perfectamente que me debilita demasiado sentir sus carnosos labios sobre mi cuello y por eso juega con ventaja.

-Estamos solos en casa. –dice refunfuñando, quejándose de mi actitud. Me abraza por detrás rodeándome con sus brazos.

-Y qué pena que debamos ir a clase.

-Que debamos ir a clase no significa que vayamos a ir.

-¿Quién dice eso? –me giro, interrogándole con mi mirada.

-Yo. –se rasca la barbilla orgulloso. –Y los dos sabemos que llevo razón.

-No, no la llevas. –río sin humor. –No podemos faltar a clase, los exámenes van a comenzar y...

-Venga bicho, sabes que aquí nos lo vamos a pasar mejor. –me corta. Contornea mis labios con su dedo pulgar y me atrae hacia él por la cintura.

-Mañana tenemos examen de química. –niego con la cabeza, tratando de nublar mi mente antes de que sea tarde y caiga en la trampa de siempre, es decir, en sus labios.

-Química es lo que hay aquí, entre nosotros, ¿qué nos va a enseñar el estúpido del profesor que no sepamos? –sus manos suben por mi cintura, acariciando mi piel en forma de círculos imaginarios, provocándome escalofríos a cada centímetro recorrido. –Nada. Yo puedo ser un mejor profesor, contigo.

Mis latidos se multiplican por cien. Se acerca poco a poco a mi boca. Y si hablo me temblaría hasta la voz. Un nudo en mi garganta no permite el paso de saliva y mis pupilas se van dilatando a medida que lo tengo más cerca. Joder, creo que todavía no he aprendido a estabilizar esto. Estos nervios, esta cosa rara que siento en el estómago, esta electricidad.

-Te quiero, bicho. –susurra con voz seductora. –Me sorprende quererte de esta manera.

-¿De qué manera?

-De la que nunca había querido a nadie.

Y entonces, en este instante, me gustaría congelar el tiempo. Me vuelve loca ese Justin que pasa de chico malo a chico tierno en cuestión de segundos. Me encanta el chico que me mantiene en una montaña rusa, elevándome hacia el mismo cielo cuando lo que espero es caer.

Me muerdo el labio sin una contestación decente que regalarle y le miro traviesa.

-Yo también te quiero, estúpido.

Me lanzo a sus labios y sonreímos a la vez en el beso. Creo que, por una vez en mi vida, he conseguido mantener los pasos en el camino adecuado. Todavía no veo el final, pero puedo intuir que está lejos. Y mi camino es él.

Sus labios, contienen las mejores historias. Para mí, de las maravillas del mundo ocupa la primera posición. Exquisitos sabores juegan en nuestras bocas, peleando, hasta que me muerde el labio y le digo alguna tontería en voz baja. Mis dedos acarician su nuca mientras él mantiene una mano en mi espalda que me provoca los mejores escalofríos.

Me coge por la cintura, subiéndome al escritorio invadido todavía por unas cuantas hojas desordenadas llenas de apuntes. Aplica besos por mi cuello desesperadamente, cogiendo carrerilla en esto de acelerar el corazón. Baja por mi clavícula siguiendo el recorrido, yo inclino mi cabeza hacia atrás sintiendo maravillas. Sus manos aprietan mis muslos, las mías arañan sin querer sus musculados y tensos brazos. Sus dientes se clavan en mi clavícula de nuevo, mordiéndome cual vampiro sediento de sangre. Pero no me hace daño, me produce placer.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora