Capítulo 34.

751 44 20
                                    

|Narra _____|

La niebla se esfuma. De repente todo se ve más claro. ¿Conocéis la sensación que se produce al ponerte las gafas por primera vez en tu vida? Pues he sentido algo parecido. La luz aparece iluminando incluso el rincón más oscuro y puedo respirar tranquila.

-Voy a tirar la puerta abajo, ¿vale?

-Vale. –afirmo y aún se puede percibir el miedo en mi voz.

-Échate hacia un lado. –me dice esa voz todavía desconocida.

-Ya está. –digo acurrucándome en una esquina.

Aprieto los ojos muy fuerte. Como cuando hay tormenta y quiero desaparecer. Como cuando deseamos algo mucho y pedimos el rescate de la hada madrina de la Cenicienta. A ella sí que le concedían los deseos, maldita afortunada. Pero yo no he salido de un cuento ni mucho menos me convertiré en princesa. Tampoco quiero zapatos de cristal, yo voy bien cómoda con mis Converse o cualquier zapato plano.

A los pocos segundos se escucha un fuerte estruendo y la puerta cae golpeando contra el sólido suelo. Yo continúo con los ojos cerrados. El miedo no se ha esfumado de mi cuerpo todavía e incluso me siento un tanto mareada. Los poros de mi piel continúan abiertos.

-¿Estás bien?

Abro los ojos y me encuentro delante de mí a la persona que menos esperaba. ¿Este chico nunca dejará de sonreír? Carlo me tiende una mano ayudándome a ponerme en pie. Le miro fascinada y me rindo en sus brazos sin pensarlo dos veces. Necesitaba algún tipo de refugio. Está fuerte.

-Gracias. –susurro apoyando mi cabeza en su hombro. –Gracias, mil gracias.

-No hay de qué. –dice pasando una mano por mi espalda hacia arriba y hacia abajo.

Me separo de él y le miro con una ceja elevada. Él pasa su mano por debajo de mis ojos secando las lágrimas aún presentes.

-¿Cómo que no hay de qué? Me has... -pienso rápidamente en la palabra que voy a formular. -salvado.

-Era lo que debía hacer. –dice mojándose los labios y por un momento me recuerda a Justin. Me quedo en silencio y agacho mi mirada enterrándola en el suelo. –Menos mal que te he escuchado.

-Hubiera muerto deshidratada ahí dentro. –digo pasando una mano por mi frente sudorosa.

-No digas eso.

-Es la verdad.

Me agacho y recojo lo que queda de mi móvil. Vaya, sí que lo lancé con fuerza. No sé si tendrá arreglo.

-Anda, vamos fuera a que nos dé el aire un poco, ¿te parece bien?

-Sí...

Salimos de aquella pesadilla y a medida que camino voy ordenando mis pensamientos. Aún sigo asustada interiormente. Carlo se para unos segundos a hablar con el conserje que nos permite salir y yo aprovecho para atarme bien los cordones de los zapatos.

-¿Seguro que podemos salir? –le pregunto asegurándome de que estamos haciendo lo correcto.

-Sí, confía en mí.

Carlo me da su palabra y atravesamos la gran puerta de la universidad. El aire fresco impacta en mí de inmediato regalándome lo que necesitaba, sentirme libre por fin. Abro mis brazos horizontalmente creyéndome pájaro y dejando que esas magníficas sensaciones que me regala la naturaleza se queden dentro de mí tras impactar con fuerza.

-Qué bien se te ve así. –dice clavando su mirada por todo mi cuerpo.

Le dedico a Carlo una mirada de pocos amigos y él ríe. Seguro que a Justin no le causa muy buena impresión aunque... bueno, él me ha rescatado del hoyo tan profundo en el que me encontraba y Justin ni siquiera ha sido capaz de cogerme el teléfono.

Improbable Dirección | Justin Bieber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora