Capítulo 22.

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Mi pasado es mío.

Mi presente es tuyo.
Mi futuro es nuestro.


Santiago de Chile


Sábado, 12:30pm.


-Nicolás-


Tenía mi mente echa un caos, ya estaba cansado de tanto pensar, y de caminar sin rumbo fijo, me dolía los pies, la cabeza, y lo peor es que no había encontrado una solución.

Mis padres vendrán pronto, dos días para ser exactos, no sé cómo vaya a reaccionar mi padre con lo de Amber y yo, aunque es estúpido como tal no espero su aprobación, pero si temo de su reacción, de la forma en la que pueda tratarla.

-Relájate, estará mi mamá también- Dijo Siane, la miré de reojo y ésta miraba una revista, un poco curiosa, del todo ni me prestaba atención.

-Eso no es que fuese de mucho impedimento- Solté un bufido y me senté en la cama, coloqué las manos en mi cabeza y dejé que mi cuerpo reposara en la cama.

-Oigan, Sofía me acaba de llamar y dijo que fuéramos al apartamento que nos guardó comida- Entro de repente Liz, mientras sonreía.

Los dos nos levantamos y la saludé ya que ni sé en qué momento llegó a la casa, salimos de la habitación y me percaté que Sergio estaba en la sala haciendo desorden.

Lo tomé en mis brazos y esperamos a que las chicas estuvieran listas.

-Awww, se le ve más grande la pancita- Dijo Siane a Eleonor y esta reía.

Luego de cinco minutos habíamos salido de la casa, Gérard aparentemente llegará después puesto que está trabajando, y Jared ya está donde Sofía.

-¡Llegamos!- Gritó Eleonor mientras abría la puerta, todos de inmediato se giraron incluso un muchacho que no conocíamos, estaba con Alejandro así que supuse que era su amigo.

Todos entramos y Eleonor no dejaba de ver al muchacho, era extremadamente blanco.
Saludamos a todos, pero no encontraba a Amber.

-Robert ellos son unos amigos- Alejandro y el muchacho se levantaron y se los presentó a Liz y Eleonor, hasta yo me di cuenta que susurraban cosas de él, y no precisamente porque lo estuvieran halagando.

-¿Eres albino?- Le preguntó Liz, y este asintió.

-Eres un copo de nieve- Dijo Eleonor mientras le tocaba el rostro con su dedo índice, la expresión del chico estaba para tomarle una foto era algo tipo: ¿A esta vieja que le sucede? Jared se sentó a mi lado mientras reía.

-¿No te dan celos?- Le pregunte y cuando lo miré, negaba mientras reía.
-No, tan solo mírale la expresión cuando Ele dice algo- Cada vez su risa iba creciendo, contagiando a casi todos en la sala.

-Parece una rata, que hombre tan blanco, míralo pareciera que ni tuviera cejas- Dijo Eleonor y todos soltamos tremenda carcajada, incluyendo a Alejandro.
Las chicas se sentaron junto a nosotros mientras Liz la golpeaba.

-¿Por qué le dijiste eso?, idiota- Dijo Siane riendo.

-Se me salió- Rio más fuerte y comenzó a acariciarse el estómago.

Jared hizo lo mismo mientras sonreía.
-¿Yo seré el padrino?- Los dos me miraron y luego Ele miro a Jared.

-Ese problema resuélvelo con Jared- Me sonrió y se levantó a ayudar a Sofí.

Pasó media hora, y Amber por fin llegó, estaba donde una compañera haciendo unos trabajos de matemáticas.

De un momento a otro se sentó en mis piernas y me besó.

-¡Yo no estoy preparado psicológicamente para ver eso, así que no abusen!- Gritó Alejandro y Amber rápidamente se bajó de mis piernas, como es de esperarse se colocó roja, y yo me estaba riendo.

-Que nena eres Alejo- Dijo Eleonor mientras comía Nutella.

-¿Cómo te sentirías tú, si le hacen eso a tu hija?- Eleonor nos miró y me guiño el ojo.

Amber y yo reímos, sabía que lo iba a hacer enojar, tomé a Amber por las caderas y la atraje hasta mí, pase mi brazo por sus hombros.

-Pues yo... - Jared la interrumpió.

-No sabremos eso, porque nuestra hija será monja, ¿Cierto amor?- La tomó de las caderas mientras colocaba su mano sobre su estómago.
La castaña rodó los ojos riendo.

-No- Le susurró a Alejandro y se fueron.

-Pues yo le digo que se la lleve a un hotel, o sea no van a tener relaciones delante de mí, no que asco- Dijo Liz mientras le daba el alimento a Sergio, todos la miramos y ella solo rio.

Amber y yo nos fuimos hasta el balcón y estuvimos hablando de cosas variadas, no quería tocar el tema de mis padres, aunque debía, ya que se acerca el día.

No sé cómo vaya a reaccionar ella, si los quiere conocer o no, aunque no tiene opción.

-¿Que tanto piensas?- Me tomó del mentón y me obligó a mirarla.

-Mis padres te quieren conocer, vendrán dentro de dos días- Le Sonreí para calmar si quiera un poco la tensión.
Se veía un poco sorprendida y nerviosa.

-Ok, ¿A qué hora llegan?- Me miró, y resople, se me olvidó preguntarle a Siane.

-¿No te da miedo?- La tomé de los hombros y tuvo una pelea interna entre decir sí o no.

-¿Qué es lo peor que podría pasar?- Me miró a los ojos, y sentí un escalofrío en la espalda.

-¿Que nos separen?- Se removió delante de mí, estaba incomoda con la respuesta, a lo mejor no era lo que esperaba, en vez de decírmelo solo me sonrió.

-No creo, han pasado cosas peores, esto será pan comido- Me besó los labios pero aún no estaba convencido con esa respuesta, él es capaz de joderme la vida, lo sé, lo conozco.

-Y si... - Me interrumpió.

-Quiero estar contigo Nicolás, no va a ocurrir nada malo ¿Si?- Mi expresión del todo no la convencía por que añadió
-Mi pasado es mío, Mi presente es tuyo, Mi futuro es nuestro-


Le Sonreí, y volvimos a entrar al apartamento.

-Quedé repleta- Dijo Eleonor y Sofía reía.
-Estaba rico negra, gracias- La abrazo y todos quedamos en shock incluso Amber.
-¿Qué? Pendejos, puedo ser tierna cuando me lo propongo-

-La gente como cambia cuando está embarazada- Rio Sofía y todos reímos.
-Mentiras mi niña- La abrazó, y la castaña se zafó de su agarre.

-Grosera- Se levantó y Amber se sentó al lado de Siane y comenzaron a hablar de cuánta gente.

Sofía me sirvió y me senté en la mesa. Tomé un poco de jugo mientras veía Sergio jugar.

-Copo de nieve tu sabes... - Miré a Eleonor quien se refería a Alejandro, todos reíamos excepto él.

-Deja tus malditos prejuicios contra los albinos- Dijo en tono molesto.

-Ah, hasta que por fin aceptas que eres uno- Le sonrió con picardía, y mordí mi hamburguesa.

-¡Que no!- Le gritó y esta se estremeció.

-¡Agradece que no te digo pelotas blancas!- Le gritó la castaña y casi me ahogo.

-No pues, que privilegio- Dijo en tono sarcástico mientras rodaba los ojos.

Ni se puede comer tranquilo en esta casa, aún no dejaba de reír.

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