Capitulo 15

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Dejé de pensar cuán rápido se iba el tiempo hasta que vi a mi pequeña Evaluna cumplir un año, estaba entre emocionada y triste. Mi bebé es hermosa, y gordita.

Es idéntica a Nicolás, a excepción de que la niña es cachetona cosa que agradezco porque me doy gusto mordiéndoselas y pocas son las veces que llora.


Me dirija a Patio Bullrich el primer shopping que se construyó en la ciudad de Buenos Aires, o eso le llegue a entender a Ronald.


-Amor, mis padres te quieren conocer- Saqué el bolso de su auto mientras el cargaba a la niña, cerré la puerta y vi que Evaluna lo tenia bien prendido del cabello.

-Dile que me suelte- Señalo a la bebé, y chillo.


-¿Cuándo?- Comenzamos a caminar hacia el centro comercial y el seguía incomodo porque no le ayude con la bebé

-Mañana- Pare en seco y lo mire con una ceja arqueada mientras maldecía una y otra vez su existencia.

-¿Y apenas te resignas a decirme, animal del monte?-

-¡Gracias Dios!- Grito al cielo y me asuste.

-Mañana iré a la iglesia- Seguía hablando al cielo y reí. Lo hizo porque la niña por fin se dignó a dejarle su cabello.

-Mañana es sábado, torpe- Seguimos caminando y me tomo de la mano y comenzamos a ver ropa para bebé.


Luego de media hora caminando yo sola, porque la belleza se canso de caminar, termine de comprar todo para la niña.

Cuando los encontré, estaban en la plaza de comida, el hablando por teléfono y la niña durmiendo.

-¿Compraste algo para ti?- Me hablo una vez se percató de mi presencia. Y negué. Ciertamente me emocione comprando lo que le faltaba a la bebé que me olvide de mi misma.

De igual manera hace unos días mis tíos me visitaron a mi apartamento y me regalaron demasiada ropa, lo cual aun agradezco.


Dentro de pocos días tomare un curso de auxiliar de enfermería, ya que no puedo trabajar de por vida en la cafetería. Estuve preguntando en el instituto y me permitieron llevar a la bebé, de igual manera ella no molesta así que me permite estudiar con tranquilidad, por las tardes iré a la cafetería y la dejare en una guardería, ya que no quiero seguir molestando a mis tíos.

Wendy me insistió tanto que logro convencerme, ella ira a buscar a Evaluna como a las cuatro de la tarde y se hará cargo, lo cual agradecí mucho ya que me da mas tranquilidad.


-¿Por qué no compraste nada?- Reaccione y noté que tenia el ceño fruncido.

-Porque decidí cómprale a Evaluna- Le sonreí y este me devolvió el gesto.

-Vale, se que estas cansada así que pediré comida para ti, y esta vez tu me esperas porque te comprare algo- Cuando me iba a oponer este rápidamente se levanto y me beso.

-No te preocupes amor, tus gustos son buenos, me escogiste a mi- Rei y le golpee el brazo.

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-¡Ya llegaron, Robert arréglate la camisa!- Escuche a la que supongo es la mamá de Ronald, lo mire riendo y este frunció los labios.

-Y pensar que son peor- Volví a reír y le acomodé un poco el vestido a Evaluna, esta jugaba con mi cabello.

Cuando por fin abrieron la puerta, ante mi campo de visión se aparecieron dos señores: Una muy sonriente, cabello platinado, alta, un poco robusta y se podían ver un poco las arrugas en sus ojos, el otro es más alto que ella, robusto, a el si eran más notorias sus arrugas, ceño fruncido, cabello bastante cuidado, y lentes en su cabeza.

-Hola linda, soy Amelia Jones- Me sonrió y cuando le iba a extender la mano, Ronald tomo a la niña y esta me abrazo. Todo paso tan rápido que apenas pude notar a la señora aferrada a mí, así que le correspondí.

Cuando se separó, pronuncio:

-Él es mi esposo, Jeremiah- Me extendió la mano sonriente y devolví el gesto.

-Buenas, soy Amber y ella es mi hija Evaluna- La señora nos hizo pasar y un fuerte olor entró por mis fosas nasales, parecía que fuese pudin aun no estoy segura.


Dimos un pequeño recorrido por su casa, es mucho mas linda de lo que esperaba, aunque no era una casa muy grande tenia bastantes lujos.

Escuche esa voz que reconocería en cualquier parte, así que me gire y me di cuenta que era Wendy, la mire y esta dio un pequeño grito, vino corriendo hacia mí, y me abrazo.

-¡Pensé que era mentira de Jerry!- Logro pronunciar cuando se separó.

-¿Y tu novia confía en ti? Pues...- Rodo los ojos Jerry y todos reímos.

-Que bueno que se conocen, nos ahorraron que las presentaran- Dijo el señor y nos sentamos.

Amelia no se resistió y me pidió a la niña, aunque ella me miraba y la miraba un poco asustada luego un tiempo se estaba riendo con la señora.

-¡Pero que hermosa!- Seguía riendo y haciéndole cosquillas a la niña.

-Mira amor- El señor se inclinó.

Ronald me miro riendo

-Creo que le agradaste a mis padres-

-Eso es bueno- Solté un suspiro, y me arregle el vestido ya que note que me estaba mirando los senos.

-Aun no hay nada ahí para ti- Soltó tremenda carcajada, provocando que todos nos miraran.

-Contigo dan ganas de vivirlo todo- Me miro sonriendo, y me sonroje un poco.

-Contigo no quiero Paris, ni Santiago, ni Roma. Contigo prefiero quedarme en casa, tomarte de las manos y guiarte a donde jamás has viajado; ida sin retorno, amor sin insomnio, cafés de madrugada y sexo por placer, contigo hasta enloquecer- Lo dijo en susurro, con voz ronca haciéndolo mas intenso.

Joder, este hombre me volverá loca, no sabia que decir es tan tierno, y lo único que hice fue mirarlo a los ojos, con una sonrisa nerviosa y ya podía sentir como mis pómulos comenzaban a calentarse, cada facción de él es perfecta.

Su mandíbula, sus pequeños ojos, su nariz, las pocas pecas en los pómulos, y ese lunar, ese jodido lunar en su labio superior.

-Me gustas tanto como para presumirte a todas mis amigas y decirles: Este es el que me trae bien pendeja- Sonreí y este también se carcajeo.

Stay By Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora