Lo siento

1K 125 32
                                    

Los ojos azules se cruzaron con los verdes. El hombre levantó confundido la mirada ante el silencio de la chica sentada en sus hombros. El rubio a la distancia no podía despegar la vista de la chica que lo había visto, poco a poco se fue acercando a ella. El soldado miró en la dirección que la joven veía, un chico de cabellos dorados descendía hacía ellos sin alejar la vista de ella. El castaño observaba como los dos jóvenes se miraban sin decir ninguna palabra y no parecía que ninguno fuera a romper el silencio. Parecía que había transcurrido una eternidad desde que sus ojos se encontraron y empezaba a sentirse incomodo. La chica sintió que el hombre la tomaba de la cintura y la levantaba para bajarla -Fue lindo entrenar y todo, pero se van a dar cuenta que no estamos en nuestros puestos, así que me voy adelantando para cubrirte- la chica, en un reflejo, trató de detener al soldado, pero este se encontraba algo lejos al gritar -¡Después me alcanzas!- la chica se quedó mirando como su compañero se alejaba dejándola sola con el rubio. La chica podía sentir como la sangre recorría su cuerpo por la fuerza con la que su corazón latía al momento que pensaba que el rubio estaba tras ella. Respiró profundo, sabía que existía esa posibilidad, ella le había advertido. Volvió a respirar, era hora -Hola, Dalí_en ¿Cómo te va?-

¿Cómo te va, mi amor? ¿Cómo te va? En el silencio la pregunta entre tú y yo ¿Eres feliz? ¿Vives sin engañar? Porque a mi puerta el amor nunca volvió.

-Ho, hola, yo, yo, yo no sé qué decir- Dijo el rubio con las mejillas sonrojadas, al momento que empezaba a reír de forma nerviosa. La pelinegra al ver la reacción nerviosa del joven, elevó su mano para cubrir levemente el sonrojo de sus mejillas mientras bajaba la mirada. -Pensé que estarían en la casa de los padres de las gemelas- -¿Eh? Sí, sí, pero, quería caminar un rato- -Ah, qué bueno- El rubio vio enternecido como la chica realizaba el gesto que más recordaba de ella, de una forma más disimulada. La Cheng que él conocía no había desaparecido, sólo había cambiado, pero seguía siendo Cheng, siempre sería Cheng. -Te extrañe- La pelinegra alzó la mirada ante las palabras del rubio, su expresión se tornó de preocupación -Tengo que irme- el rubio se apresuró detenerla tomando su brazo -Yo, yo necesito decirte algo- la chica agachó la mirada y se mordió los labios, antes de decir -Dalí_en, tengo que irme, me voy a meter en problemas si no regreso- -Necesito hablar contigo- -No tengo tiempo, por favor, suéltame- la chica volteó la mirada con tristeza y vió al joven que al ver el rostro preocupado de la joven la soltó -Lo lamento, falte a mi promesa y te lastime, puede que no quieras perdonarme, pero, pero, pero aun así quiero decirte que, que lo lamento- al ver que la chica se fue alejando sin dirigirle la mirada, el rubio se volteo para dirigirse hacia el lugar donde pasaría la noche, sin percatarse que en ese momento la pelinegra giraba un poco su cabeza y murmuraba -Ya lo hice-

¡Porque el tiempo ha sido aliado! ¡Madurando este querer! No debimos separarnos ¡Fue un error! ¡¡Ahora lo sé!! ¿Cómo te va, mi amor? ¿Cómo te va? En el silencio, la pregunta entre tú y yo.

Esos son los únicos pedazos de esa canción queme sé. Yo cantando desafinadamente, sí, hasta yo me enfado.

Fuego y AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora