Prisionera

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Los carceleros hablaban entre ellos mientras recorrían las jaulas -¿Escuchaste lo que traía el halcón?- -¿Sobre el espía que va a llegar?- Una persona se acercó a los barrotes tratando de oír mejor la conversación -¡No! ¡Eso no! La vergüenza que hizo pasar a los más altos generales la mujer que que cuida a la princesa Ilah- -No, no lo oí ¿Qué paso?- -Sólo te diré que esa espía fue descubierta en el lugar donde estaba descansando el Señor del Fuego y esa mujer lo convenció para que encarcelarán al espía a pesar de tener a todos los generales en contra- -¿Es broma?- -No, no lo es- -Esa mujer salió de la nada y ahora- -A este paso, esa mujer será la consejera personal del Señor de Fuego ¿Te imaginas a una mujer en ese puesto?- -Tal vez ponga a otras mujeres en puestos militares- -Oye, eso no sería tan malo; tener una linda compañera ¿Te imaginas?- -Eh, sí; así no estaríamos tan "aburridos"- siguieron hablando de forma similar hasta salir del alcance de esa persona. Esta se sentó para meditar y al poco tiempo una pequeña sonrisa se formó en su rostro.


-¿Soy la razón por la Cheng fue capturada?- -No es tu culpa, que bajara la guardia justo cuando estaban ustedes, es sólo una coincidencia- -¡Oh! Sí fue mi culpa- -No, no, mi niño, no fue tu culpa. Si quieres culpar a alguien culpa a la castaña de ahí- Mai miró a la mujer con una mezcla entre culpa, horror y enojo -Fue mi culpa, vivió todos estos años frente al Señor del Fuego y no la descubrieron hasta que yo fui a buscarla- La mujer intentaba consolar a Dalí_en que empezaba a aumentar su volumen lamentándose de ser la causa del encarcelamiento de su amada -¡Es mi maldita culpa!- -No, no, mi niño; era algo inevitable, ya no pienses en eso- -No fue tu culpa, fue la culpa de esas chicas- El rubio no dejaba de mover su cabeza hacia ambos lados cuando empezaba a bajar su voz -¿Qué, qué van a hacerle?- -Mi niño, no debes pensar en eso- -¿Qué le va a pasar a Cheng?- -No quieres saberlo- -¡¡¿Qué van hacerle?!!- -El espionaje es considerado traición, y se paga con la vida- Mai y Dalí_en la miraron inmediatamente pronunció tal comentario. En cuanto ella se dio cuenta de sus reacciones, se corrigió -Claro que no es algo inmediato, primero la torturaran para sacarle información y luego decidirán si es útil o la mataran-


-Debo sacarla- Dijo el rubio mientras parecía estar viendo un lugar infinito -¿Qué? No, no puedes- -No puedo permitir que le pase eso- -¡No! ya he dicho que no- -¡Ying_Cheng! ¿Todo está bien?- Uno de los soldados se acercó a la discusión que tenía tiempo llamando la atención en el bote -Nada que no pueda arreglar, Ichan- -¿Estás segura?- -¿A parte de dar gracias por no tener hijos? No, no pasa nada- El soldado miró a los dos jóvenes que estaban junto a ella con expresiones que parecían salidas de un funeral cruel y bizarro -Todavía eres joven, ¿Quién sabe? puede que encuentras a un hombre que te quiera como su esposa- -No, no lo creo- El soldado se alejó mientras varias veces volvía a dirigir su mirada al grupo -Dejemos esto- dijo la mujer cuando el soldado se perdió de la vista, con un volumen de voz más bajo -Voy a ir buscarla- -No, no, no lo harás. Le deje muy en claro que no iba a ayudarla- -En ese caso sólo lo haré yo solo- Replicó el rubio acercando su cabeza a la de su maestra para demostrar su determinación -¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Sabes a dónde la mandaron? ¿Sabes cómo entrar a una prisión? ¿Sabes cómo salir? Más salir que entrar- -No, ni idea; no me importa, pensaré en ello en la marcha. Podría atacar al Señor del Fuego para que me arresten- La mujer agarró su cabeza y la masajeó con fuerza -Con eso sólo conseguirás que te maten en el acto... Ven, no voy a permitir que lances a la hoguera todo mi esfuerzo por mantenerte vivo-


Los prisioneros fueron colocados en sus respectivas celdas, los soldados tomaron sus posiciones asignadas. La espía había llegado antes de lo acordado, algunos se sorprendieron de que fuera una pequeña chica -Estos espías, son cada vez más jóvenes- Murmuró un soldado a su compañero. El alcaide la examinó con cuidado, su cuello estaba levantando con seguridad su barbilla, sus hombros estaban hacia atrás, sus manos estaban empuñadas aún con las cadenas sobre ellas y sus ojos estaban mirando a un lugar inexistente -Eres muy pequeña para intentar matar al Señor del Fuego- Ella no respondió -¿No hablas? Está bien, aquí te haremos hablar. ¡¡Llévenla a la celda asignada!!- Sin esperar a que el señor volviera a dar la orden, dos soldados tomaron a la chica y con brutalidad, la metieron dentro de una celda aparentemente vacía. Los guardias salieron en silencio, dejando en la oscuridad a la chica que intentaba levantarse con sus manos encadenadas -Esos tipos son cada vez más insensibles, mira que dejarte con las manos en ese estado- -Creo que piensan que deben inmovilizar mis manos- -¿Y deben?- -Sí, si hubiera agua cerca, pero no he visto ni una gota en todo el día- -Me sorprende que la pequeña Ying no te haya preparado para esto- -No, ella me advirtió que... ¿Cómo es que? ¿Usted la conoce?- Dijo al momento que la vio acercarse a un rayo de luz e iluminó la celda con resplandecientes rayos dorados -¿Ella no te hablo de mí?-

Fuego y AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora