Noche

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En la mesa estaban sentadas seis personas, estaban Cheng, Dalí_en, Mai y el joven castaño. A parte de los mencionados, presidiendo en la mesa estaba un señor de piel blanca, líneas en lugar de ojos, un rostro lleno de arrugas y una cabeza con más canas que cabellos; a su lado estaba una mujer morena de despeinado cabello negro, las únicas señales de la edad en su rostro eran unas "patas de gallo" muy marcadas alrededor de sus ojos. La escena era extraña, Mai estaba tratando de abrazar Dalí_en, este estaba alejándola con sus brazos al mismo tiempo que veía con desagrado la comida, el joven moreno sonreía de oreja a oreja al ver a el sufrimiento del rubio, el señor roncaba fuertemente y la señora no dejaba de hablar entre dientes, y la pequeña ojiazul observaba todo una expresión de horror, no entendía nada, cuando terminó de cocinar y se dirigía a preparar la mesa el señor ya se encontraba durmiendo, a su izquierda estaba Dalí_en sentado pidiéndole con señas que no lo despertara. Poco después, Mai entró en el comedor jalando a la señora y colocándola a la derecha del señor, y dirigiéndose al lado de Dalí_en, cuando terminó de colocar la mesa el joven moreno llegó y se sentó frente al señor.

La escena parecía no tener fin hasta que el señor dejo de roncar. Todos los presentes se acomodaron y tomaron un aire serio, excepto Cheng y la señora. Para cuando el señor se había despertado la mayoría en la mesa estaban presentables - bien comencemos, Tao - en cuanto el señor pronunció esas palabras el joven moreno fue el primero servirse, el cambio era increíble - sopa de cinco sabores, ciruelas de mar, esto me recuerda a Hama del Sur - dijo la señora despeinada mientras veía los platillos, todos los presentes guardaron silencio con sus palabras. El rostro de la pelinegra empalideció, sin embargo, los demás en la mesa no le dieron mucha importancia y siguieron comiendo, al darse cuenta que todos comían con tranquilidad decidió hacer lo mismo. En esa mansión las palabras de esa señora eran ignoradas, pero no así las acciones de las chica, al menos, no para tres personas.

Los viajeros se alegraron de finalmente haber llegado a su hogar. Hogar para todos, excepto uno, bueno, dos. Los que bajaban del barco corrían a reunirse con sus familiares y conocidos, otros observaban la escena con melancolía y descendían con lentitud, ya que no tenían quien los recibiese. A parte de todo el movimiento en el puerto, dos personas conversaban dentro del barco - aunque esperes a que todos se vayan, no cambia el hecho de eres un polisón, tengo tres opciones: entregarte a los soldados para que ellos se encarguen de ti o enviarte de regreso al Reino Tierra en el próximo barco - decía un hombre alto de piel blanca, cabello negro a una persona cubierta con una manta y acariciando a un gato búho - ¿cuál es la tercera? - dijo con una susurro casi imperceptible - la tercera depende de porque estabas en esa valsa -

Fuego y AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora