Capítulo 50: Estoy empezando a desesperarme; a este paso me volveré loca si nadie descubre lo que Ying no dijo en los tres capítulos de su pasado, y me estoy quedando sin capítulos. Estoy pensando seriamente si debería de revelarlo. Atte: Mon
-¡¡Una cosa más!! ¡Ten! ¡Sólo te esperaré hasta mañana! ¡¡Después me voy!!- Escuchó el chico la voz que provenía desde a fuera al momento que un paquete era arrojado al túnel. Era algo envuelto con una manta roja, al abrirla vio una máscara conocida. -Entiendo- Dijo el joven antes de cubrir su cabello y su cuello con la manta, para finalmente cubrir su para con la máscara. Caminaba sin saber lo que haría al salir, ¿Ya estaba adentro? ¿Qué tan largo era ese túnel? ¿Por qué su maestra lo conocía? El joven suspiró con conformismo, ese gato_búho era de su madre, su maestra acaba de hacer Tierra control y tanto la mujer que amaba como su madre eran extranjeras. Toda su vida había sido una gran y enorme mentira, una parte de él quería detenerse, parar todo y procesar todas las cosas que estaban pasando, pero no podía, y algo le decía que tampoco podría después. Una pequeña luz empezaba a percibirse en el túnel, tenía que concentrarse en su objetivo, no era momento de nublar su mente. Arriba de él había una especie de rejas de metal. Empujó con cuidado la reja. Estaba algo dura y oxidada, al imponer su fuerza sobre la reja, se partió por la mitad cayendo en dos pedazos sobre su cabeza provocando un fuerte eco. Tragando saliva, el chico espero a que alguien entrara al túnel para revisar, nada.
Después de un rato sin obtener señales de algún movimiento, el chico subió para ver que estaba en un cuarto polvoriento y vacio. Había algunas armas polvorientas tiradas por la habitación y algunos costales rotos cuyo contenido se encontraba alimentando a las plagas y algunos roedores. Dalí_en abrió con cuidado la puerta del lugar, afuera también estaba vacío, era muy conveniente; aprovechó para revisar las armas y tomar la espada que sintió más adecuada para su trabajo; guardó a algunos de los ratones junto con comida en un saco improvisado con la tela de los costales y se escondió algo antes de salir del cuarto. Los pasillos que al principio estaban desolados empezaron a emitir al eco metálico que lo alertaron. En un pensamiento veloz, el joven utilizó una lámpara de apoyo para subirse al techo de un salto. Su salto, lo posicionó torcido sobre el techo, al punto que sentía que le faltaba la fuerza para mantenerse en esa incómoda posición, más cuando vio que dos soldados pasaban por ese pasillo con tranquilidad mientras conversaban -La comida sabía a excremento de rinoceronte- -¿Has probado el excremento de rinoceronte?- -¡No! ¡No! Yo sólo decía, sabe horrible- -No lo sé, no era tan malo- Mientras ellos caminaban y conservaban bajo el chico, este sentía que su brazos querían flaquear.
La mujer rascaba con su dedo remarcando la figura del símbolo de la tierra, a la vez que miraba a la profunda oscuridad -Adalí_en- Una criatura diminuta, una criatura con ojos cómo los suyos, una criatura con los ojos del color de su hogar, un pequeño monstruo con el poder que destruyó a su familia. La expresión de la mujer cambio por completo. Su rostro se había llenado de arrugas, sus dientes sobresalían de su boca como si fueran los colmillos de un animal rabioso y de sus ojos brotaban lágrimas de ira al momento que arañaba el símbolo del fuego impulsivamente sin descanso. Los guardias cargaban el cuerpo inconsciente de la maestra agua a través de los pasillos de la prisión. La boca de ella escurría saliva y sangre, sus brazos descubiertos estaban llenos de moretones y cortes sangrantes, sus pies arrastrados dejaban un camino de sangre y sudor por donde la pasaban y su respiración era imperceptible. Los guardias arrastraban a la chica cual saco de basura, cuando llegaron a la puerta de su celda. La mujer detuvo su agresión al escuchar a los carceleros detenerse a fuera de la puerta, se observó sus uñas sangrantes mientras escuchaba el sonido de las llaves y vio la puerta abrirse, cuando un guardia salió volando hasta chocar con la reja de la celda.
La mujer veía con sorpresa al carcelero estampado contra la celda se intentaba recobrarse para hacer sonar un pequeño cuerno que fue atravesado una navajas al momento que una persona con una máscara roja de dragón entraba para golpear el rostro del guardia contra los barrotes. La mujer veía nuevamente al hombre ser golpeado hasta caer inconsciente y al enmascarado que se apresuraba a meter a los otros guardias junto a su compañera de celda para cerrar la puerta antes que pasará alguien más. Sin hacer expresión alguna, la mujer seguía observando al enmascarado quitarles sus armas a los guardias y marrarlos entre sí. -¿La conoces?- La persona siguió realizando su tarea sin siquiera voltear hacía ella -¿No sabes hablar?- El joven seguía sin responder al momento que se acercaba a la azabache para intentar despertarla. Con dificultad, la chica intentó abrir sus ojos y con una débil sonrisa pronunció -Conozco esa máscara- La sonrisa desapareció al momento que dijo más débilmente -No dejes que ella sepa quién eres- -¿Quién?- -El Espíritu azul- El joven volteó de inmediato hacia la celda para ver a la mujer de dorado cabellos que preguntó -¿Qué? ¿Te dijo algo de mí?-
-¿Midori?- -¿Tú también eres alumno de Ying?- Le dijo la mujer a la persona que no parecía responder -¿Ella te envió?- -...- -¿No vas a responder?- El joven reaccionó al último llamado y negó antes de tomar las llaves del guardia para abrir los barrotes de la celda. -Ayúdame a cargarla- La mujer se caminó hacia la chica con una disimulaba sonrisa al decir -Estás desobedeciendo una orden superior, debes tener una muy buena razón- El joven asintió con su cabeza al tiempo que abría la puerta para revisar el peligro próximo. La sonrisa de la mujer se desvaneció ante la respuesta del enmascarado -Amor- Dijo la mujer con un tono de voz seco de desagrado mientras cargaba a la chica que él venía a sacar. La mujer seguía al enmascarado que caminaba frente a ellas revisando los pasillos a la vez que recordaba "amor". Miró a la chica que estaba cargando, tenía su edad cuando eso ocurrió, quizá más, quizá menos. De su rostro estaba cubierto de llanto mientras sujetaba su espada de manera temblorosa entre Yé y ella sin saber a quién atacar. Amor. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Era irónico. El amor la había metido ahí y el amor la iba a sacar. Una vez a fuera podría buscar a Ying para regresar a la misión, esta vez sin errores indeseables.
-¿Escuchaste eso?- Dijo a lo lejos un guardia a su compañero. La sangre de la mujer se detuvo. Sin perder la calma, el joven sacó un pequeño saco del cual liberó a un roedor -Mira, es un peligroso ratón- La mujer se admiró del ingenio que poseía el muchacho para lograr deshacerse de los inconvenientes. -Emperador Dragón- El joven volteó al escuchar a la chica intentar hablarle -Creo que ya estoy bien- La chica intentó bajar de la espalda de la mujer rubia -No es conveniente que te esfuerces- Dijo el joven cuando tomaba entre sus brazos a la chica de negros cabellos -¿Por qué viniste?- -¿No te lo dije? Te amo. Tenemos que darnos prisa, la maestra sólo nos esperará hasta el amanecer- La mujer abrió sus ojos ante el aviso del dragón rojo -Ella dijo- -No pienses en eso. Ya casi llegamos- La mujer caminó tras los jóvenes -Dragoncito- -¿Qué pasa? Cheng- La chica trató de acercar lo más que podía su boca al lugar que creía que era la oreja del chico para murmurar -Yo también te amo, mi "pelos quemados"- Dijo con énfasis en su apodo, el rubio sentía que no quería decir su nombre. Caminaron cargando por los brazos a la joven hasta llegar a una puerta algo oxidada en la que el dragón las metió para enseñarles una escotilla rota. -¿Puedes entrar?- La chica tronó los huesos de su espalda haciéndolos sonar con fuerza antes de saltar dentro del hueco.-Ve derecho, sólo hay un camino- El dragón rojo se quedó a la mujer -¿No vas a entrar?- La mujer miró al enmascarado con fijeza, era claro que él la estaba analizando.
La mujer saltó dentro de la rejilla, no podía ver a la chica adelante y el joven estaba detrás de ella. Ying iba a estar afuera de ese túnel, no esperaba verla tan pronto, tenía que pensar en sus palabras, la forma en que hablaría con ella. La mujer volteó para ver al enmascarado caminando atrás, no podía adivinar lo que estaba pensando. La pequeña idea de que esa misma incomodidad sentían sus víctimas cuando los enfrentaba, logró sacarle una sonrisa. Sus pensamientos los maestros fuegos sufriendo ante ella se interrumpieron cuando vio a la chica detenerse bajo la luz de la noche. Unas manos se extendieron hacia la chica para ayudarla a salirse del pasadizo. La mujer cerró sus ojos mentalizando lo que iba a hacer antes de caminar hacia la luz. El joven de la máscara roja de dragón notó el gesto de la mujer que se suponía lo había traído al mundo, la mujer que era su madre. ¿Cómo debía actuar? ¿Que debía decir? Ella también debía de estar nerviosa por ver a la mujer que la traicionó, a la que metió dentro de su hogar y en la que confió. El joven colocó su brazo sobre el hombro de la mujer para animarla a seguir hasta la salida. El joven no sabía que expectativas tener sobre el reencuentro de la mujer que lo había criado y la que lo había traído al mundo, muchas posibilidades pasaron por su cabeza, pero en ninguna se le ocurrió que Ying_Cheng estaría apuntando a su madre con su espada -¿No fui clara? ¿Qué no te dije que no sacaras a nadie más?-
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Fuego y Agua
FanficEL agua trae curación y vida... el fuego trae destrucción y dolor.... Por eso, no puedo amarte. Una historia en un AU de Ladydug basada en esta imagen.