Capitulo 6 3/3

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Por otro lado, cuando se enteraba de que tenía dinero, a escondidas me pedía prestado. Con todo el dolor de mi corazón, y por tratar de hacer las cosas más llevaderas en mi casa, se lo prestaba, para que así por lo menos detuviera su lengua viperina. El efecto duraba unos días, deteniendo también sus restregadas. Como los gatos cuando se te repegan. Después volvía a la carga. Quería callarlo, ponerle algo en el hocico para ya no escuchar su cantaleta, pero no podía hacerlo. Les juro que sabía de antemano, por su tono de voz, cuando traía ganas de buscar pelea...

El dinero nunca me lo devolvía; era mejor pedírselo a Mariana o quedarme callada. Por debajo del agua ella me pagaba, porque mi cuñado, ni madres. No le remordía la conciencia por nada. Las escrituras de las propiedades de sus padres, de sus tías solteronas, todo lo tenía embargado a cambio de dinero; lo que alguna vez tuvieron de alhajas mi hermana y él también lo empeñó. Sus padres, ya viejos, se tronaban los dedos para recuperar sus escrituras. Él siempre tenía proyectos para llevar a cabo. Estaban por apoyarlo, de un momento a otro recibiría el dinero, y les pagaría lo que les debía y más, para que vieran la grandeza de su corazón. Mariana nunca le contó a nadie de todas las cadenas y los anillos de oro que desaparecieron de su alhajero. Sabía bien quién los había hurtado. Por eso guardó silencio.

Una de las tías le dio permiso de vivir sin pagar renta en uno de los lugares más exclusivos de la ciudad de México, San Ángel. Nunca hizo ninguna remodelación o adecuación que incrementara el valor catastral del lugar. Al contrario, antes de morir la tía (dueña de la propiedad), mi cuñado vendió la casa, en pagos porque no hubo nadie que le diera el dinero completo. Él, inteligentemente, invirtió el dinero para comprar un departamento de interés social. Lo demás nadie sabe en qué se lo gastó. A Mariana y a sus hijas no les dio absolutamente nada; sólo las refundió en ese departamento.

—¿Qué te pareció semejante cambio? —le pregunté a Mariana.

—Mira, él quiere disfrutar de su dinero y yo no lo voy a convencer de lo contrario. Quiere poner una clínica o un hospital, ya no sé ni qué decirle. Que haga lo que le dé la gana. El día de mañana no me podrá decir que por mi culpa no hizo esto o aquello —respondió mi hermana.

—Y el bienestar de las niñas, ¿no importa?

—Sí, claro que sí. Pero él piensa que tiene razón.

—¡Pero no la tiene! No es lo mismo vivir en San Ángel que vivir en un multifamiliar —dije enojada.

—Ya sé. Pero sólo la realidad lo va a hacer recapacitar.

—¿Y si no lo hace? Te está llevando entre las patas. Tú ya estás bastante grandecita para decidir qué quieres hacer con tu vida, pero tus hijas no.

—Pues sí. Yo espero que lo viva, que entienda y que eso lo haga recapacitar.

—Allá tú... No opino lo mismo... Me duelen las niñas... Pero mejor hablemos de otra cosa, porque ya me estoy encabronando. La que espero que recapacite eres tú.

No sabía cuánto tiempo necesitaba Mariana para deshacerse de mi cuñado. ¿Hasta cuándo se daría cuenta de que no necesitaba tener un marido para coger, porque con él seguramente mal cogía? Estoy absolutamente segura de que ni siquiera sabía qué chingados era un orgasmo. Y menos, muchísimo menos, formar un hogar y una familia. ¿Cuándo se iba a dar cuenta de que les hacía más daño a las niñas con una relación enfermiza, con base en gritos y tan escasa de amor? ¿De qué les servía la figura masculina a mis sobrinas? Con esos ejemplos, creo que era mejor NADA.

Me hubiera gustado que se preguntara: "¿Para qué me casé?" Y que tuviera los calzones suficientes para aceptar la realidad. Se casó porque quería ser libre, porque ya no aguantaba a mi mamá. Se casó porque ya no quería seguir dándole su dinero a mi madre. Pero ella siempre me salía con su cantadito: "No sabes cómo ha cambiado. Del hombre que conocí al hombre que es hoy, es otro. Ya no es como antes. Ahora es tan diferente; ojalá te dieras la oportunidad de conocerlo un poco más... No sabes cómo me encantaría que fuéramos una familia unida..." Shalalá, shalalá. ¿Desde cuándo se había erigido como salvadora de almas? ¿Por qué no se salvó a sí misma?

Me le quedaba viendo fijamente. ¿Sabía con quién estaba hablando? Me daban ganas de despertarla y decirle: "¡Hey! Soy yo, Renata; no tienes nada que ocultar, nada que cubrir, no finjas"

.¿A quién creía que engañaba?Ellos no parecían para nada ser unafamilia feliz. Nunca me quedó claropara qué me lo decía. ¿Para que miopinión acerca de él y de ellacambiara?

Si era para que mi opinión acerca de él cambiara, era inútil. Y si era para que no pensara que ella había hecho una mala elección, menos. Se casó, se chingó. ¿O tal vez era para que ella no decayera ante mis ojos? Mmmhhh.

¿De qué le sirvió casarse? Se casó por las razones equivocadas. Porque ahora no es libre; ahora tiene que cuidar su dinero; y no sólo eso, también sus joyas, sus pertenencias, porque en cualquier momento él se las puede desaparecer. A veces trataba de imaginar a mi hermana debajo de ese animalón: ¿cómo le haría para respirar? O sólo que mi hermana fuera la que se ponía a horcajadas encima de él... Pero por más que intentaba no podía imaginarla encima de ese oso jijo... acostados. La cara de mi hermana le llegaba al pecho a su viejo. Con una arremetida de ése, y con todo lo que sudaba, ¡hijo de la chingada! Seguro eso se convertía en algo similar a una lucha en lodo. ¡Ja!

Y para colmo, sin tener la más mínima idea de lo que significa el placer. ¡Ah, pero tiene un título!¡Pobre, no puede darse cuenta del precio que está pagando por ese título! ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta de que las mujeres somos valiosas por nosotras mismas? ¿Que no necesitamos del apellido de nadie para tener hijos y mucho menos para educarlos? Mariana se salió de la casa en busca de la libertad pero, con el botijas que tiene por marido, dudo que tenga la libertad que soñaba. Pudo haber sesalido de la casa, trabajar para ella y, cuando se le diera la regalada gana, embarazarse. Dejó la tiranía de mi madre para encontrar otra igual o más intensa.

Me llevo bien con mis sobrinas, aunque lo hago mejor con Pao, la grande, que ya está estudiando en la UAM. La otra toma clases en el Colegio de Ciencias y Humanidadesde la UNAM.

Nunca les presenté, como pareja, a ningún novio, ni a nadie que estuviera a mi lado. Tal vez fue por precaución. La opinión de mi "cuñis" me tenía sin cuidado, pero evitaba darle elementos para juzgarme... más. Preferí poner distancia entre nuestras vidas.  

Yo zorra, tú niña bienWhere stories live. Discover now