La primera vez que asistí a una fiesta de swingers fue en Altavista, en una casa de ricos, en el sur de la ciudad. Fui invitada por un actor con mucha presencia y sonrisa agradable, quien me dijo que la casa era de una actriz famosa. Se reuniría el elenco de una telenovela, por lo cual me convenía ir. Ignoraba en ese momento que se trataría de swingers. Me arregle como si fuera a un antro: vestido entallado que apenas cubría mi trasero —me quedaba un centímetro debajo de las nalgas, de modo que no podía sentarme sin enseñar—, el cabello suelto y quebrado hasta media espalda, las zapatillas muy altas.
Llegué y me atendió un mesero guapísimo que me hizo pasar. Saludé a algunas personas que conocía. El mesero me ofreció algo de tomar:
—Sólo agua mineral con jugo de limón, en vaso escarchado —dije.
Me fui a acomodar en unas periqueras blancas que estaba cerca de una cantina. De esa manera podía recargarme si sentarme. Me veía sexy, sin mostrar todo. No quise sentarme en los sillones para no dar un espectáculo.
Para mi tranquilidad, el actor que me invitó llegó, acompañado por una chica demasiado sencilla para mí gusto. No había nada en ella que llamara la atención; no pertenecía al medio artístico. Las luces en el hall no eran fuertes; eran más bien discretas. La dueña de la casa era una actriz de prestigio. Bajó de la planta alta con un vestido más entallado que el mío, el suyo de encaje negro transparente. Al principio creí que tenía tela color carne de forro, pero al ver sus pezones asomar por el encaje, bajéla mirada para ver si traía tanga. Como no distinguí esa prenda juré que usaba calzones color carne; sólo mucho después me di cuenta de que no traía nada. Nada. Tenía el pubis rasurado. Me impactó. En ese entonces no se usaba quitarse el vello del pubis; la moda era dejarse todo el bosque, sin recortar.
La bebida circulaba, y la cocaína también. Al principio, los asistentes a la fiesta iban al baño, solos o en parejas; después, el acompañante de la actriz sacó un sobre y puso varias líneas en la cantina. Se dio el lujo de poner polvo blanco en copas de coctel, para que los que quisieran metieran la nariz ahí. Me acorde de la película de Scarface, donde Al Pacino mete la cara en el montón de cocaína que tiene sobre su escritorio. Era irreal.
Mi amigo y su pareja se detuvieron junto a mí y me preguntaron qué estaba tomando; les dije que vodka con agua quina, porque es la que huele menos a alcohol. Le entraron a la coca; me invitaron a hacerlo yo también. Les dije que ya la había ingerido. Mentí, pues.
La dueña de la casa pidió que bajaran la intensidad de las luces. Se puso en medio del salón y nos dijo que veía caras nuevas, cosa que la complacía mucho; esperaba que todos disfrutáramos de la velada, porque para eso era, para deleite de nuestros sentidos. La única regla: no hacer nada que la mujer no quiera.
Empecé a ponerme nerviosa; para tragar saliva le pedí al mesero guapo otro "vodka&tonic".
Una música de jazz sonó en el estéreo. Cambiaron el color de algunas luces, como lo hacen en un antro. Salió una chica con un cuerpo precioso. El "locutor" dijo que era" ¡Magnolia!" Su atuendo era completamente rojo: minifalda, blusa, zapatos. Empezó a bailar suavemente al centro y luego se desplazó por todo el lugar. Morena, menos de veinticuatro años, piel firme, se le marcaban los músculos; tenía cabellera larga y negra, y ojos grandes. Se quitó la blusa y la falsa y se quedó en un bikini de seda negro, hermoso. Los broches en medio de los senos y a las orillas de las caderas eran de herrajes dorados. Se puso frente a mí; sesentó en mis piernas, me tomo ambas manos y las puso sobre sus senos. Sentí las miradas de todos. Acaricié sus senos, que eran duros; sus pezones estaban erguidos. Se volteó frente a mí, subió una pierna y yo la acaricié; acerqué mi boca a su mejilla y le dije: "Gracias, eres hermosa". Sonrió y se fue bailando para otros. Hizo que un invitado le quitara el bikini y quedó en tanga. Movía rápido los glúteos e hizo que la nalguearan.
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Yo zorra, tú niña bien
JugendliteraturLa suerte de la zorra, la niña bien la desea yo zorra, tu niña bien es una seductora novela sobre la rivalidad entre dos medias hermanas, Mariana y Renata, quienes fuero educadas de maneras diferentes por su madre. La mayor Mariana, al ser víctima d...